EUSKADI EN LA ENCRUCIJADA: TREGUA, ELECCIONES Y PACIFICACION
Luis Bouza-Brey,
25-9-98
Existen dos datos que las encuestas (Ver también la encuesta de "La Vanguardia", de
fecha posterior a este artículo, y "datos útiles", de Unzueta. L.B.-B.) revelan
meridianamente: la mayoría del pueblo vasco es partidaria de un referéndum de
autodeterminación y no es independentista.
En mi opinión, este es el hilo que
sobresale de la masa de información y que, al seguirlo, nos permitirá
desenredar la maraña vasca. Veamos:
Los integrantes del sedicente MLNV llevan
años repitiendo que Euskal Herria
carece de libertad, rechazando la democracia surgida de la transición y
diciendo que solamente la autodeterminación hará callar las armas. Este es el
núcleo de su mensaje. Junto a él existe toda la parafernalia totalitaria que
estos días puso tan claramente de manifiesto el comunicado de ETA: concepción
mítica, monolítica y fundamentalista de la patria, percepción de los no
nacionalistas como traidores o enemigos infiltrados; rechazo del pragmatismo
ideológico y de las posiciones moderadas que intentan adaptarse a la realidad;
apología del enfrentamiento, la violencia y la "persecución social"
como vías para la liberación nacional; rechazo de las instituciones
voluntariamente aceptadas por la mayoría del pueblo, y fijación de un objetivo
mítico supremo, la creación de una Euskal Herria unificada, independiente y euskaldún,
dotada de un Estado propio, al que hay que sacrificar todo aquello que no
tienda a su realización. Incluso a la mayoría del pueblo, si ésta no acepta
voluntariamente dicho objetivo.
La única esperanza de pacificar Euskadi
antes de que transcurra otro siglo es la de que la presión de la realidad
medioambiental, y la ideológica de los partidos democráticos, consigan hacer
que en el interior del autodenominado MLNV broten fermentos de lucidez y
sensatez que arrumben toda la parafernalia mítica del misticismo totalitario.
Esto cabe la posibilidad de que se vaya curando con el tiempo, pero la parte
más concreta y actual de su ideología, la referente a la estrategia de rechazo
de la transición y la democracia actual, y la reivindicación de un referéndum
de autodeterminación del pueblo vasco para que este se defina, parecen
constituir una "conditio sine qua non" para
iniciar el camino a la paz.
Por ello, la suspensión de las actividades
armadas decretada estos días se supedita en su
continuidad a que se cumpla la condición de que el pueblo vasco pueda decidir
sobre si quiere o no la independencia.
Frente a esta posición, limitarse a realizar
una oferta de reinserción de los presos de ETA una vez que ésta abandone las
armas no es suficiente. Es preciso dar respuesta democrática en sus propios
términos a este posicionamiento básico del sedicente MLNV.
Es cierto que la democracia española, tal
como está configurada en la Constitución, no reconoce el derecho de
autodeterminación, en la medida en que considera a la nación española como
patria común e indivisible, y al pueblo español en su conjunto como titular de
la soberanía. Y estas normas solamente podrían modificarse mediante un proceso
de revisión constitucional.
Pero el artículo 92 de la Constitución
permite consultar mediante referéndum acerca de las decisiones políticas de
especial trascendencia, convocándose dicho referéndum a propuesta del
Presidente del Gobierno aprobada por el Congreso de los Diputados.
Un referéndum de este tipo podría permitir
averiguar si el pueblo vasco quiere la independencia o no, y en el caso de que
la respuesta fuera afirmativa, habría de ponerse en marcha el proceso de
revisión constitucional que el pueblo español en su conjunto habría de
sancionar si lo considerara conveniente.
Pues bien, la democracia española tiene
que evaluar si le interesa correr el riesgo de una posible secesión de Euskadi
a fin de conseguir la paz y terminar definitivamente la transición, que en el
país vasco no ha conseguido integrar a una minoría de la población.
En mi opinión, la respuesta a esta
evaluación debería ser afirmativa, pues si no se cierra definitivamente esta
brecha se corre también el riesgo de que por ella terminen de filtrarse
elementos de desintegración e incoherencia del sistema político que lo harían
inviable.
Y me refiero, en concreto, a las
tendencias más desintegradoras del nacionalismo periférico, que llevan años
cultivándose sin límite como consecuencia del problema de la violencia
terrorista.
Es decir, que en todo este asunto hay dos
elementos que deben ser distinguidos y separados: por una parte, el terrorismo
independentista y el independentismo democrático, a los cuales debe
respondérsele con un referéndum claramente planteado en el País vasco, para
conseguir la paz y la integración. Por otra, la cuestión de la estructura
definitiva del Estado español, una vez superado el tema/trauma del
independentismo.
Por eso es de vital importancia, además,
que la pregunta a formular en el referéndum sea clara: "¿está
Vd. A favor de que la Comunidad Autónoma Vasca se constituya como Estado
independiente del Estado español?", sin
interrogantes ambiguos, confusos y manipuladores como el de la
"soberanía", al estilo quebequés.
Las Comunidades Autónomas ya tienen
parcelas de soberanía, y si lo que se quiere es una soberanía total, desde el
punto de vista jurídico a eso se le llama independencia.
De manera que la primera opción a decidir
es la de si en Euskadi, la parte del territorio español en la que unos pocos
matan por la independencia, el pueblo está dispuesto a apoyarlos.
Pero posteriormente hay que solucionar el
problema de la estructura definitiva del Estado, la cuestión de cómo se ha de
configurar definitivamente la distribución de poderes entre la Unión Europea,
el Estado español y las Comunidades territoriales.
NI NUECES, NI
"POMAS" NI "CEREIXAS"
La propensión, equivocada o irresponsable,
del nacionalismo democrático del PNV, hasta ahora, ha sido la de vincular
nacionalismo, independentismo y terrorismo. El argumento consistía en la
afirmación de que la forma de acabar con el conflicto vasco era configurar una
Euskadi nacionalista, que si en un primer momento se constituía como Comunidad
Autónoma con privilegios especiales resultantes de la aplicación de derechos
históricos premodernos, incluso podría dirigirse
posteriormente hacia la "independencia en Europa".
Esta dinámica debe finalizar de una vez, y
el nacionalismo democrático está obligado a clarificar cuál es su objetivo, si
la independencia o la integración, y si ésta última es condicionada, bajo qué
propuestas concretas de modificación estatutaria y/o constitucional.
Si la opción del PNV es la indepedencia, que lo diga y se presente ante los electores
con esta propuesta, en cuyo caso lo que hay que determinar son las condiciones
de realización del referéndum de autodeterminación.
Si la opción del PNV no es la
independencia, no hay por qué mezclar el problema de la pacificación y el fin
de la violencia terrorista con ningún tipo de negociación de contenidos
referentes a la modificación de la estructura del Estado o del Estatuto de
Autonomía. Existen procedimientos legales para poner en marcha una reforma de
ambas estructuras.
Los partidos no nacionalistas deberían
hacer una llamada pública al PNV y a los demás firmantes de la declaración de
Barcelona para que desvinculen de una vez terrorismo y nacionalismo.
Añado a esta petición, no obstante, que
tanto el gobierno catalán como el Presidente de la Generalitat, en el día de
ayer, han realizado ya por iniciativa propia esta desvinculación.
LA TREGUA, LAS
ELECCIONES Y EL PAPEL DE LOS PARTIDOS NO NACIONALISTAS
El PP y el PSOE deberían superar el
agarrotamiento ante la nueva situación desencadenada por la tregua y liderar el
proceso de pacificación. Deberían ser conscientes de que el pueblo vasco, como
confirman las encuestas, no ve más salida a la violencia que
la autodeterminación, aunque la mayoría no es independentista.
Pues bién, ahí
tienen su estrategia: mantengan la firmeza democrática frente al terrorismo nazionalista, buscando la cooperación internacional para
ello, defiendan firmemente la Constitución y el Estatuto de Autonomía como
normas apropiadas para el desarrollo del conjunto de España y de Euskadi,
impulsen un proceso de consulta al pueblo vasco para que confirme que no quiere
la independencia, obliguen mediante la discusión ideológica y electoral al PNV
a clarificarse abandonando su rentable ambigüedad y ofrezcan a los terroristas
la reinserción, el indulto y la convocatoria de un referéndum a cambio del
abandono inmediato de las armas.
Solamente así podrán liderar el proceso
abierto en Euskadi y romper el bloqueo electoral de tantos años de hegemonía
nacionalista. Para ello, las elecciones de octubre son cruciales, y si el PNV
no se define, u opta por la independencia y la formación de un bloque político
con esta orientación, PSOE, PP y UA deben unirse para formar un gobierno de
coalición en Euskadi, si los resultados electorales lo permiten. Sería
interesante saber qué hará IU-EB llegado el caso.
Lo que será preciso que hagan
posteriormente es adaptar el Estado y las Comunidades Autónomas al proceso de
integración europea y a las necesidades de desarrollo del Estado de las
Autonomías, después de veinte años de vigencia. El impulso de un proceso de
federalización, como sostengo en otros artículos, podría ser la solución a esta
necesidad.
ALGUNAS CUESTIONES
TECNICAS
1ª.- De acuerdo con la ley orgánica de las
distintas modalidades de referéndum, no se podrá celebrar éste durante los
noventa días anteriores y posteriores a unas elecciones, por lo que, si no se
cambia dicha ley orgánica, queda poco espacio antes de las elecciones
generales, dado el nutrido calendario de convocatorias electorales a la vista.
Además de que sería conveniente, dada la envergadura de los asuntos en juego,
que esta cuestión se planteara abiertamente en una campaña electoral de ámbito
español.
2ª.- La firmeza democrática no es
incompatible con movimientos de distensión cuando se pone en marcha un proceso
como el desencadenado por la tregua, por lo que no sería equivocado, a mi
juicio, aproximar a los presos de ETA a las cárceles más próximas a Euskadi.