EFECTOS INMEDIATOS
Artículo de Josep Ramoneda
en "El País" del 30-4-98
Con un breve comentario al final:
Luis Bouza-Brey
Una iniciativa política se convierte en
acontecimiento cuando las circunstancias juegan a su favor. Éste ha sido el
caso de las primarias socialistas. Y precisamente por ello se están produciendo
efectos inmediatos.
Efectos inmediatos entre los propios
socialistas, que después de la sorpresa se encuentran metidos en la tarea de
empezar a diseñar un partido de geometría variable. Una apuesta que, aunque
ahora la salden con un apaño, no deberían perder de vista si quieren contar con
la complicidad de aquellos que todavía entienden la vida como pertenencia
activa al mundo. En un futuro próximo en que la consulta directa a los
ciudadanos se podrá hacer de modo casi instantáneo, los partidos deberán
diseñar mecanismos para no convertir cualquier desautorización de la dirección
en una crisis.
Efectos inmediatos en los otros
partidos. A poco que el PSOE no se pierda en querellas por las cuotas de poder
interno, los partidos que se resistan a adoptar las primarias aparecerán como
organizaciones arcaicas, miedosas de la militancia. Los partidos monolíticos,
al servicio del líder-presidente, en que todo transcurre en la opacidad de la
servidumbre, pueden tener los días contados.
Efectos inmediatos en la vida política
española. El PSOE recargado de autoestima está en condiciones de asumir la
política de oposición que hasta ahora había brillado por su ausencia. Reaparece
la posibilidad de unas elecciones competitivas, lo cual es siempre un motivo de
activación de la vida democrática. No sería de extrañar que los rivales de los
socialistas aplazaran en lo posible los calendarios electorales para dejar que
la espuma baje.
Y, especialmente, efectos inmediatos en
la vida política catalana. El pasado lunes, Pasqual
Maragall reaccionó con reflejos desde su atalaya romana. El éxito de Borrell,
vino a decir en Catalunya Radio, da a entender que existe la voluntad de cambio
que ponía como condición para ser candidato a la presidencia de la Generalitat.
Es el anuncio más explícito de su eventual candidatura hecho hasta ahora.
Aquella misma mañana, Borrell desafiaba a Convergència
negándole cualquier derecho a otorgar certificados de catalanidad.
Desde posiciones nacionalistas se pone
el énfasis en las diferencias: la transversalidad
maragalliana y la verticalidad borrellista, como dos
opciones incompatibles. Pero Maragall entiende que la razón del éxito de
Borrell no estriba tanto en sus opciones políticas (su reputación jacobina, su
perfil izquierdoso, su condición de catalán no nacionalista) como en su imagen
de personalidad autónoma a-orgánica, que tiene opinión propia y que se resiste
a la resignación histórica del PSC. Si alguien entre los socialistas catalanes
tiene una imagen parecida es el propio Maragall, que nunca tuvo relaciones
cómodas con lo orgánico, que tiene fama de ir por libre, y que antepone sus
dudas y sus intuiciones a las certezas del partido. Maragall ha visto que tiene
espacio para subirse a la cresta de la ola que ha impulsado a Borrell. En una
entrevista al diario Avui, Maragall expresaba ayer su
disposición a participar en unas primarias socialistas para designar candidato
a la Generalitat. Ahora entre los socialistas no hay legitimidad que no pase
por las urnas.
¿Y Borrell? Borrell ha empezado
atacando a los nacionalistas y lamentando la pasividad de su partido en este
terreno. Como decía un amigo, Borrell no va como una moto; es una moto.
¿Necesidad de afirmar su personalidad frente a la dirección del partido o
voluntad de cambiar el marco político? Borrell ha discrepado siempre de un
principio que los socialistas catalanes han convertido casi en un mito: sólo se
pueden ganar las elecciones autonómicas en el terreno de los nacionalistas.
Borrell ve que los socialistas catalanes siempre ganan las legislativas y
siempre pierden las autonómicas, que entre unas y otras mucho ciudadano se
queda en casa, y trata de abrir el campo de juego. ¿Es incompatible con la
estrategia de Maragall? No forzosamente. El tándem Maragall-Borrell podría
demostrar políticamente lo que todo el mundo sabe, que Cataluña es algo más que
el universo nacionalista: sin que por ello tenga que perder sus hechuras. Dicen
que Pujol ha dado instrucciones de no responder a Borrell. ¿Habrá intuido el president que en la estructura social de Cataluña han
cambiado muchas cosas y que estos cambios acaban teniendo traducción política?
Ver también: "El PSC tras
las primarias",
de Francesc de Carreras
Breve comentario final:
Luis Bouza-Brey
Suelo coincidir muchas
veces con Ramoneda, excepto en su desconfianza de los
"capitanes". Creo que ellos, junto con Borrell, representan la línea
correcta del PSC, que no es incompatible con Maragall, sino al contrario. Este,
por su federalismo y su catalanismo, completa la imagen y orientación del PSC,
y además le permite conectar con sectores importantes y amplios de Cataluña.
Pero siempre que sea capaz de vencer los rasgos más trasnochados del
catalanismo y sepa conectar mejor, él también, con la totalidad de la sociedad
catalana. Tiene razón Carreras en la crítica que le hace al final de su
artículo: sus fuentes de percepción acerca de la voluntad de cambio de Cataluña
estaban erradas, y es el líder quien crea las nuevas condiciones políticas con
su impulso.
Sería muy positivo que abandonara sus
reticencias y se lanzara a la arena. Si su distanciamiento se debía al
cansancio o a razones familiares es comprensible, pero si sumamos al descanso
en Roma las nuevas señales de Cataluña confiemos en que Maragall haya
recuperado la energía y la ilusión.