EUSKADI: ¿VUELTA AL 98 O DISOLUCION DE ETA Y PACIFICACION?
Artículo de Luis Bouza-Brey del 19-4-05.
Se inicia un período de
reflexión acerca de los resultados de las elecciones vascas que además irá
seguido de uno muy complicado para la definición de las políticas básicas
y la formación de gobierno en Euskadi.
Carezco de más datos sobre la situación que aquellos con los que cuenta el
ciudadano normal a través de los medios de comunicación, pero todos ellos me
producen la impresión de que se están moviendo los parámetros del sistema
político vasco: cambios en el PNV, derrotas sucesivas de ETA, cambios en la
actitud de los presos, declaraciones de HB, conversaciones informales PSE-HB,
suspensión de los atentados, resultados de las elecciones autonómicas... Todo
se mueve, pero no sé exactamente en qué dirección. Por eso conviene reflexionar
sobre las opciones abiertas y sobre las estrategias convenientes para dirigir
el proceso hacia la libertad.
En principio, parecería
que las opciones estratégicas abiertas en estos momentos son dos: o una vuelta
a la acumulación de fuerzas nacionalista del 98 en forma de pacto por el Plan Ibarretxe y la autodeterminación, o bien el fin de la
violencia con la disolución de ETA y el comienzo de un proceso de normalización
política. Lo que permitiría el restablecimiento de la democracia y la
iniciación de una nueva era para Euskadi.
Pero
la primera opción no parece realista, puesto que el ambiente político no es el
del 98: ETA ha sido acorralada por una política antiterrorista firme derivada
de los Gobiernos del PP y del Pacto por las Libertades, así como por la
reducción de los votos a HB en las elecciones del 2001 y su posterior
ilegalización con la ley de Partidos. Y a ello había que añadirle, hasta ahora,
que tanto el PP como el PSOE parecían decididos a dejar de tragarse las
mandangas anacrónicas del nacionalismo periférico y abandonar los
complejos de inferioridad legitimadora ante ellos. Si a ello le añadimos que la
táctica del PNV-EA de radicalizar el discurso asumiendo parte de los objetivos
estratégicos de HB parecía que podría continuar el proceso de trasvase de votos
desde esta última formación hacia la coalición PNV-EA, las cosas parecían
inducir a un umbral de pacificación que podría ser cualitativamente nuevo.
En
síntesis, parece que tanto los presos de ETA, como ETA, como HB, habían llegado
a percibir que no podrían obtener más rentabilidad política de la violencia y
que había llegado la hora de detenerla. Aunque intentando sacar ventaja de ello
si era posible, como parecía, después de la derrota del PP en las elecciones y
el ascenso del PSOE al Gobierno con nuevas políticas de reforma institucional y
apertura al “diálogo”.
Así estaban las cosas
antes de las elecciones y de la vuelta a la “legalidad” de ETA, aunque ambos
acontecimientos son significativos para la conformación de la nueva
situación y estrategias de los actores políticos.
Habrá que esperar a que
los analistas electorales hagan el estudio pormenorizado de los resultados del
17A, pero se me ocurre apuntar algunos hechos:
1.-Tanto
el PNV como el PP experimentan grandes pérdidas electorales, de 140.349 votos y
4.10 puntos de porcentaje el primero, y de 118.138 votos y 5.80 puntos de
porcentaje el segundo, con respecto a las elecciones del 2001.
2.- El
PSE sube 19.234 votos ---poca cosa, realmente---, aunque 4.70 puntos de
porcentaje.
3.- El
partido que sustituye a EH sube 7.049 votos ---poca cosa, también---,
equivalente a un 2.38 por ciento con respecto a los votos de las elecciones
anteriores, y se sitúa en los 150.000 votos, que es el promedio del
autodenominado “MLNV” de los últimos años, con la excepción de las elecciones
de 1998 coincidentes con la tregua de ETA (223.264 votos).
4.-
IU-EB pierde 13.931 votos y un 0.1 por ciento puntos de porcentaje.
5.- Aralar obtiene por primera vez un diputado y 28.000 votos.
Analicemos, pues, las
consecuencias de estas novedades:
Fracasa la estrategia del PNV-EA de reclamar la mayoría absoluta y más fuerza
para impulsar el Plan Ibarretxe, aunque no parece que
sus pérdidas hayan ido en otra dirección que la abstención. Y ello produce otra
consecuencia correlativa, que es el fracaso del PSE en su intento de
incrementar sus votos con el sector menos radical de los votantes de la
coalición PNV-EA. Aunque hay que plantearse otra cuestión relevante: ¿a dónde
fueron los 118.138 votos perdidos por el PP?¿a la
abstención, al PSOE o a ambos?
Dado
que solamente hay una pequeña diferencia censal de 13.000 electores entre las
elecciones del 2001 y las de ahora, y dado que el incremento de abstencionistas
entre entonces y ahora fue de 179.127 votos, es preciso que los técnicos se
planteen con exactitud a qué grupo corresponden mayoritariamente, y qué
trasvases se produjeron: ¿del PNV a la abstención, o al PSOE? ¿en qué proporción? ¿del PP al PSOE
o a la abstención? ¿en qué proporción?
Bien, ya nos lo dirán los que saben de esto. Pero sigamos con otros elementos
que parecen relevantes, como es el hecho de la pasividad ante la “legalización”
de ETA-HB a través del PCTV: resulta indignante el comportamiento del Fiscal
General del Estado y el Gobierno, que deberían haber instado la actuación de
los Tribunales. Uno no puede dejar de pensar que las conversaciones entre
dirigentes del PSE y HB, así como la falta de firmeza del Gobierno socialista y
su postura infantil a favor de la paz universal, junto con el oportunismo de
ceder en la política antiterrorista existente a cambio de intentar restar
apoyos a la coalición PNV-EA han influido en la parálisis judicial. La
consecuencia de la entrada nuevamente de HB en el Parlamento vasco va a ser su
fortalecimiento con legitimidad y recursos, así como la posibilidad de
transformarse en la clave de la formación de mayorías de gobierno.
Es
necesario, para redondear el análisis, tratar el tema de la formación de
Gobierno y los objetivos estratégicos del mismo. A mi juicio, el PNV debería
girar de una vez hacia el centro: la estrategia soberanista y el Plan Ibarretxe son inviables sin un alto costo para Euskadi,
además de que el vaciamiento de HB se ha terminado. Si continuara esta
política, PP y PSOE siempre pueden unirse para frenarla. Pero, en cambio, la
política antiterrorista firme de alos últimos años ha
ablandado la capacidad operativa de ETA, por lo que se ve posible
obligarla a renunciar al terrorismo y disolverse. Sería irresponsable por parte
del PNV no dar un giro a su política, aunque ello implique dificultades para la
coalición con EA. Pero también parece haberse acabado la posibilidad de recoger
nueces por parte del PNV rentabilizando la violencia, el radicalismo o el
fundamentalismo aranista. Por ello, intentar volver a
acumular fuerzas nacionalistas hacia objetivos soberanistas sería un error
grave, pues el estado actual de la situación de la sociedad vasca parece
demandar un último esfuerzo de acumulación de fuerzas de los demócratas para
conseguir la pacificación sin contrapartidas, que ni el PP consentiría ni el
PSOE debería aceptar.
Por
todo ello, el PNV sólo puede buscar apoyos hacia el centro y contribuir de
nuevo a la unidad de los demócratas, impulsando al resto del nacionalismo a
seguirle y a HB a aceptar el fin del terrorismo. Si el PP y el PSOE afinan, y
combinan la firmeza con la apertura hacia un PNV que vuelva a la realidad, las
cosas pueden evolucionar positivamente. Si no, Euskadi puede prepararse para lo
peor.
El
problema difícil consiste en encontrar la fórmula de gobierno para desbloquear
la situación, y la fórmula institucional de un Estatuto renovado que no ceda
nada sustancial ante el soberanismo. La dirección del
PNV y la del PSOE tienen una gran responsabilidad. El PP debe seguir firme y
alerta, pues si el PSOE fracasa por blandura e irrealismo, es la única tabla de
salvación que le queda a la democracia española. Muchos se lo agradeceremos.
Debe ser consciente de que puede desempeñar el papel de control de un Gobierno
del que muchos comienzan a desconfiar, pero debe ser también consciente de que
es posible mejorar las instituciones si no se cede a la deriva soberanista. El
PSOE y el PP deben unirse para encontrar este punto de equilibrio. No hay otra
salida.