EL PLAN ZP: "APPEASEMENT" O APACIGUAMIENTO
Artículo de Santiago Abascal en “El Semanal Digital” del 2-5-05
Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
2 de mayo de
2005. La relegalización de Batasuna –oculta en la marca electoral del PCTV– ya
ha logrado una de las pretensiones de Zapatero: impedir la mayoría absoluta de
la coalición PNV-EA y del tripartito gobernante. En esa tesitura, parece obvio
que el PCTV será el encargado de garantizar la investidura de Ibarretxe y tendrá
el oficio de dar una nueva vuelta de tuerca a la radicalización del Gobierno
vasco que se constituya.
Mientras tanto, siguiendo los deseos e insistentes declaraciones públicas de
Chamberlain Zapatero, ha de suponerse que el Gobierno de España se ira a Múnich
e iniciará el appeasement con el enemigo, cocinando un acuerdo con ETA que tenga
como resultado la concesión de una tregua con apariencia definitiva. Eso
facilitará el margen de actuación al PSE, que, en alianza con el PCTV, tratará
de desestabilizar al gobierno minoritario que forme Ibarretxe.
Cuando Zapatero y el PCTV lo estimen oportuno, la presión sobre el gobierno de
Ibarretxe adquirirá la contundencia necesaria para forzar a un Ibarretxe
desgastado a convocar un adelanto electoral. Según la estrategia que algunos,
sin duda, dibujan a Zapatero, el cese del terrorismo beneficiaría al PSOE y a
Batasuna –a la que se le permitirá presentarse con su propia marca electoral– y
restará apoyos al PNV, que quedará fuera del acuerdo entre el líder mundial en
apaciguamiento y ETA.
Si esta nueva fase de la estrategia que desde hace tiempo pergeñan algunos
dirigentes socialistas saliera victoriosa en una hipotética convocatoria
electoral en 1 ó 2 años, el PSE-EE importaría "el pacto a la catalana" al País
Vasco y trataría de formar un "gobierno nacional y de izquierdas" liderado por
el PSE-EE e integrado por Batasuna, EA, EB, y Aralar. Zapatero sólo necesita
madurar las fases y anestesiar con una tregua etarra a una sociedad española
hastiada por el terrorismo para engañarla mejor.
Es cierto que el vaticinio es aventurado, pero no es menos cierto que Zapatero
ha liquidado ya el churchilliano Acuerdo por las Libertades y contra el
Terrorismo, ha enterrado la Ley de Partidos, ha deteriorado deliberadamente las
relaciones con el PP, ha ofrecido un nuevo estatuto –no una reforma– en dos años
y ha apostado por un referéndum. ¿Qué más necesitan los separatistas etarras
–que así lograrían el liderazgo nacionalista desplazando al PNV– para gobernar
junto a un PSE también radicalizado y desnaturalizado?
Algo así ha debido ha debido plantearle alguien al presidente del Gobierno
–Eguiguren, presidente del PSE, lleva años apostando por está solución y
escribiéndola– para convencerle de la necesidad de "correr riesgos", y de dar
comienzo a la estrategia del apaciguamiento primero, y del pacto después, con
las hitlerianas y totalitarias Batasuna y ETA. Nadie, en cambio, parece haberle
prevenido de los riesgos que él mismo ya está corriendo si alguna de las fases
cuidadosamente estudiadas encuentra un tropiezo. Esos cuatro mil kilos de
explosivos robados en Francia deberían hacer meditar a Zapatero como el rearme y
las amenazas de la Alemania de Hitler debieron hacer meditar a Chamberlain. No
lo hizo, y comenzada la II Guerra Mundial, Churchil se abrió paso y Chamberlain
cayó en el descrédito. ¿Para qué se rearman los terroristas? ¿Quién le ha dicho
a ZP que esta guerra se ha acabado?