A PUERTA CERRADA
Artículo de KEPA AULESTIA en “El Correo” del 05/12/2004
Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
Si el acto celebrado en el Velódromo de Anoeta
por Batasuna para presentar su plan de paz permitió a los más optimistas
especular con lo que podían significar los juegos de palabras de aquel
documento, la comparecencia de Arnaldo Otegi despejó ayer cualquier duda
respecto al inmovilismo de la izquierda abertzale. Dado que los cinco artefactos
que en la tarde del viernes devolvieron a los madrileños al estremecimiento y a
la incertidumbre son, para Otegi, una prueba más de que el conflicto persiste y
de que sus parámetros no han experimentado variación alguna, nada cabe esperar
de tan nula disposición a rectificar su conducta.
Prácticamente desde que Herri Batasuna surgiera y comenzara a desarrollar su
proyecto a la sombra de ETA, el resto de la sociedad vasca se dispuso a una
paciente espera confiando que en algún momento la izquierda abertzale se
avendría a aceptar como propias las reglas de juego de los demás. Con el tiempo,
esa esperanza se fue desvaneciendo dando paso a una actitud cada vez más
exigente como réplica a la cruel tozudez extremista. Hace todavía no mucho,
persistía el argumento de que el terrorismo requería soluciones políticas e
imaginativas y no policiales o judiciales. Ya prácticamente nadie maneja
semejante lógica fuera del círculo del terror. Hasta ayer mismo se oían voces
bienintencionadas que insistían en que Batasuna debía condenar la violencia de
ETA o en que debía emplazar a ETA al cese de su actividad. Pero esas voces
también desaparecerán -como de hecho lo están haciendo- porque resultan vanas.
Los acontecimientos vienen a reiterarnos una y otra vez lo ya sabido: que
Batasuna no dirá ni hará nada que no diga o haga antes ETA. ETA ni siquiera
permitiría que, en una secuencia aparente, Batasuna tomase la delantera para
anunciar de alguna manera su final.
Otegi advirtió ayer de que Batasuna no abrirá más sus puertas de lo que las
abrió en el Velódromo mientras las demás formaciones no hagan lo propio. La
condición expuesta resume perfectamente hasta qué punto la izquierda abertzale
oficial trata de que sus gentes continúen de espaldas a la realidad, fingiendo
poseer la autoridad moral de quien dice haberse movido de sus posiciones de
partida. Es la obstinada e inútil pretensión de quienes demandan a los demás que
les concedan una parte creciente de razón para justificar así su andadura
pasada, mientras amenazan con utilizar esa misma justificación para perpetuarse
en el afán dictatorial que alimenta el terrorismo. El cuadro resultante refleja
la doble impotencia de ETA y de Batasuna. Impotencia al comprobar que no pueden
imponer sus condiciones a la sociedad y a las instituciones. E impotencia por
sentirse incapaces de operar una variación significativa en su comportamiento
porque saben que en ese caso se les desmoronaría todo. De ahí que no vean otra
salida que mantenerse inmóviles y a puerta cerrada.