¿COSAS DE JUANJO?
Artículo de Javier Corcuera en “El País” del 09/01/2005
Por
su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo
en este sitio web. (L. B.-B.)
El formateado es mío (L. B.-B.)
Con un muy breve comentario al final:
NO ENTIENDO NADA (L. B.-B, 9-1-05, 20:00)
Cuando Xabier Arzalluz soltaba alguna de
sus desmesuras características, en los medios nacionalistas se comentaba:
"cosas de Xabier". Quienes lo decían ante extraños daban a entender
que también a ellos les daba un poco de vergüenza que se dijeran algunas cosas;
o que querían dar la sensación de que les daba.
Las "cosas de Xabier" eran, en definitiva, las viejas cosas del
nacionalismo: Ellos y nosotros es el título de un artículo de Sabino Arana, y,
aun cuando ya no es de buen tono hablar de maketos,
la distinción entre "ellos y nosotros" sigue presente en unos
planteamientos que parten de que hay "vascos-vascos" y "meros
ciudadanos vascos". Con la breve excepción de los primeros años que
siguieron a la firma del Acuerdo de Ajuria Enea, la política nacionalista se ha
orientado a buscar la recomposición de la familia patriota, y a ello ha
dedicado especial empeño desde el secuestro y asesinato del concejal de Ermua Miguel Ángel Blanco, primero con el pacto de Estella-Lizarra, nacido de un acuerdo formal con ETA, y
luego con el plan Ibarretxe.
La Propuesta ignora la Constitución y, sin mayores problemas, la modifica en lo
que afecte a Euskadi. La más estupenda manifestación de la broma es la enmienda
de Ezker Batua-Izquierda
Unida pretendiendo que el nombramiento del lehendakari no lo realizará el Rey,
sino el presidente de la República Federal Española. Por lo que toca al
procedimiento de aprobación, Juan José Ibarretxe, sin
arredrarse por carecer de competencia para ello, ha indicado que someterá a
referéndum el texto si las Cortes no lo aprueban en el plazo de seis meses.
Quien decide es el Pueblo Vasco y, por eso, él no aceptará que el Parlamento
español rechace lo que ha aprobado el vasco.
En tal contexto, se ha planteado si el Gobierno ha de permitir o no que
continúe la tramitación de la Propuesta. Las razones aducidas por el TC en su
auto de 20 de abril de 2004 para no admitir a trámite la impugnación del
Gobierno contra la tan citada Propuesta, se mantienen ahora: sigue tratándose
de un texto en tramitación, y no de una norma. Por otra parte, no se consigue
ninguna ventaja política demorando el proceso o dejando que el Tribunal
resuelva lo que tienen que resolver otros.
El procedimiento a seguir está regulado por Resolución de la presidencia del
Congreso de los Diputados, de 16 de marzo de 1993. A los efectos que aquí
importan, la Mesa del Congreso ha de valorar si la propuesta cumple los
requisitos constitucionales y estatutarios establecidos y, si así lo estima, se
somete a debate y votación de totalidad. La Mesa se limita a analizar si se
cumplen los requisitos formales, por lo que no puede entrar en otro tipo de
valoraciones y tiene que trasladar el texto al pleno para el debate sobre la
toma en consideración. El pleno se inicia con la defensa de la Propuesta por
una delegación del Parlamento vasco, a la que siguen las de los grupos
parlamentarios. Tras ello se votará a la totalidad y, una vez producido el
esperable rechazo, acabará la historia parlamentaria de la Propuesta de
Estatuto Político de la Comunidad de Euskadi.
Pero su fantasma seguirá persiguiéndonos. Primero, porque hay elecciones
autonómicas en mayo y, sobre todo, porque el lehendakari intentará convocar una
consulta sobre el tema. El seguro recurso del Gobierno ante el Tribunal
Constitucional suspenderá la convocatoria, pero nada garantiza que ésta no se
realice. Las hipótesis que pueden abrirse a partir de ese momento son muchas,
unas peores que otras, aunque ninguna tranquilizante; y quiero creer que no se
intentará impedir con la fuerza pública la celebración de un plebiscito
convocado al margen de la ley y sin ninguna garantía de limpieza. En todo caso, el resultado
previsible será un fortalecimiento de la comunidad nacionalista vasca en torno
a concepciones que impedirán indefinidamente el mínimo acuerdo de convivencia
política dentro del País Vasco, y de Euskadi con el resto de España. La
frustración ante lo que será presentado como nuevo ataque de España favorecerá
el rearme ideológico (y, previsiblemente, el otro) de ETA.
La irresponsabilidad de los nacionalistas al entrar tan alegremente, con el
inestimable apoyo de EB-IU, en este berenjenal es, obviamente, la causa de lo
que venga a partir de ahora. Es posible que hayan creído que, como siempre, los
partidos de "Madrid" acabarán dando casi todo lo que se pide porque
hay que acabar con el "problema vasco". Esta vez, sin embargo, parece
que se han pasado, y ello puede contribuir a que PSOE y PP se pongan de acuerdo
al menos en esto: que las demandas abertzales no se frenan con concesiones
intermedias; que si no encuentran resistencias, los nacionalistas se sentirán
invitados a proseguir su escalada de sucesivas rupturas unilaterales, caiga
quien caiga. Los partidos mayoritarios no pueden convertir sus divergencias
sobre cómo frenar el plan en motivo para no frenarlo. Deben hacerlo en defensa
propia, y de cuantos tememos que un día, al levantarnos, veamos una tierra que
ya no sea la nuestra.
Es cierto que nada estará dicho hasta que se celebren las elecciones de mayo,
pero se agradecería que los partidos no esperaran hasta entonces y acordaran
cómo explicar, también a los electores nacionalistas, adónde puede llevarnos el
partido-guía. Por de pronto, buena parte de los vascos tiene miedo, y quien
esto firma ya ha empezado a notarlo incluso en alguno de los que llevaban años
diciendo que "no pasa nada". Que sólo eran "cosas de
Juanjo".
Javier Corcuera es catedrático de Derecho Constitucional de la
Universidad del País Vasco
Muy breve comentario final:
NO ENTIENDO NADA (L. B.-B, 9-1-05, 20:00)
No me esperaba contradicción tan flagrante: estamos
ante un artículo que argumenta irreprochablemente las formalidades jurídicas
del procedimiento a seguir para afrontar el plan Ibarretxe,
lo cual es valioso desde el punto de vista del estado de Derecho, pero cuando
se llega al punto crítico de aplicación del Derecho, que es la detención del
procedimiento ilegal de realización de un referéndum inconstitucional, el
jurista flaquea, y rechaza la aplicación del Derecho mediante medidas
coercitivas. Ante actitudes así no me extraña que el nacionalismo vasco nos
lleve toreando tanto tiempo.
Existe un síndrome actitudinal
en España que es el miedo a la coherencia, y el recurso al pasteleo
permanente, por temor a que los vascos ---o catalanes, que para el caso es casi
lo mismo--- se autovictimicen. Y así llegamos a la
crisis final, de que por miedo al victimismo, el victimismo se hace endémico
recurso de élites irresponsables para comportarse como infantes caprichosos o
ancianos dementes ---creo que más bien lo último--- a los que no se puede
llevar la contraria bajo ningún concepto. Pues bueno, sigan ustedes así, hasta
que nos hundamos todos, sin romper de una vez las patologías de una democracia
débil. El fracaso histórico de la democracia española será responsabilidad de
los dementes y de los que no han sabido hacerles frente.