LEGALIZAR A ETA
Artículo de EDURNE URIARTE en “ABC” del
13/11/04
Por
su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo
en este sitio web. (L. B.-B.)
Con un comentario a pie de
título:
DESCONCIERTO (L. B.-B.,
13-11-04, 22:00)
No se crean que este
título representa una crítica a nadie, sino una autocrítica: debo confesarles
mi desconcierto total con un sector de los políticos y medios de comunicación
españoles. Reconozco que no sé cuáles son sus esquemas perceptivos y motivos.
Parece como si nunca hubieran entendido lo que es la política, lo que les lleva
a fijar sus posiciones en función de un humanitarismo primitivo productor de
mitificaciones irreales. Y el resultado, para mí es desastroso. Oir las propuestas de Elorza
estos días, cuando el objetivo de acabar con ETA está al alcance de la mano, o
ver a las bellas locutoras de CNN+ vestidas de luto cerrado el día del entierro
de Arafat, me hace preguntarme si no habré perdido el oremus por intentar
desnudar la política de ideología y retórica mendaces.
Es posible que la idea de
la política predominante en algunos sectores de este país sea la propia de unas
hermanitas de la caridad que crean que los conflictos se pueden resolver con la
invocación de que todo el mundo es bueno y unas cuantas verdades de sentido
común populista más. Pero no, las hermanitas de la caridad conocen de la
existencia del mal y oran para vencerlo, mientras que estos otros actores se equivocan
totalmente en la definición del enemigo y de los medios para acabar con él.
En fin, las neuronas me
rechinan intuitivamente cada vez con más frecuencia desde hace cosa de dos
años. Y soy consciente, por experiencia, de que el rechinar neuronal constituye
un síntoma de pérdida de coherencia y rumbo. Tendré que ponerme de luto estos
días por Arafat. A ver si lo prolongo por ETA también.
La pregunta final que le
dejo a mis lectores es ¿por quién rechinan las neuronas, por mí o por ellos? (Hemingway,
¡je, je!).
Aunque
Odón Elorza, Denis Itxaso y Gemma
Zabaleta son conocidos por sus coqueteos con Elkarri,
esa organización dedicada a defender la legitimidad de ETA para dialogar de
igual a igual con los demócratas, no deja de sorprender la dimensión de la gravedad
que supone su petición de legalización de Batasuna. Tanto, que requiere del
Gobierno y de la dirección del PSOE unas palabras mucho más contundentes que
las tibias declaraciones de ayer de la vicepresidenta del Gobierno.
Estos tres socialistas conocen perfectamente qué es Batasuna. Saben que
Batasuna es parte de ETA por lo que su petición de legalización de Batasuna es
la sugerencia de legalización de ETA. Y sin matices. Esa condición de la
apuesta por la vía democrática parecería una broma si los autores no fueran
unos perfectos conocedores del entramado terrorista y no supieran que esa
posibilidad sólo se planteará cuando ETA esté totalmente derrotada. Como los
autores son los que son, su petición es una provocación para toda la sociedad
amenazada por el terrorismo.
No hay ninguna posibilidad de que Batasuna se separe de ETA o condene a ETA
porque Batasuna depende de ETA. Pero, además, Batasuna jamás ha mostrado la más
mínima intención de alejarse de ETA, ni antes, ni ahora que ETA está tan debilitada.
La única variación posible, y que estaba sugerida en la carta de los dirigentes
históricos de ETA, es un cambio de estrategia de ETA, por ejemplo, con otro
Lizarra y una rebaja de los objetivos, y en la que Batasuna, por supuesto,
ejercerá el papel que se le asigne.
Pero la carta de Elorza, Itxaso y Zabaleta contiene
una segunda parte aun más grave en la que, con unos términos inspirados en Elkarri, Batasuna y ETA parecen trastocarse en grupos
democráticos a los que se sugiere, educadamente, la sustitución de los crímenes
por un «nuevo escenario de distensión». Y ya no se sabe muy bien si quienes
hablan son los demócratas perseguidos o es el propio Arnaldo Otegi.
Estos tres socialistas conocen el País Vasco, no los considero unos cínicos y
ellos mismos sufren la persecución terrorista. Por eso su carta es, ante todo,
una muestra de las dificultades sociales de resistencia al terrorismo. Y, lo
que es peor, en la medida en que es pública y pretende ejercer liderazgo
social, contribuye a intensificar aún más esas dificultades.