LA TRAICIÓN A LOS SOCIALISTAS VASCOS

 

 Artículo de José Javier Esparza en “El Semanal Digital” del 13.02.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. 

 

"Harás y dirás más cosas que me helarán la sangre, llamando a las cosas por los nombres que no son". Eso se lo dijo a Patxi López, líder de los socialistas vacos, doña Pilar Ruiz Albisu, madre de Joseba Pagazaurtundua, socialista asesinado por ETA. Es dudoso que ciertos políticos mantengan la conciencia en estado de vigilia; con frecuencia, la elasticidad del estómago absorbe toda la energía. Pero si en algún momento despierta la conciencia de Patxi López, sin duda resonará en ella esa frase tremenda de la madre que sufrió el asesinato de un hijo. Porque López –como otros socialistas vascos- está haciendo y diciendo cosas que hielan la sangre; porque llaman a las cosas por los nombres que no son.

El ambiente en la izquierda vasca está muy caldeado. Lo está dentro del PSE-PSOE pero, sobre todo, fuera de él, en la izquierda social y cultural, que no termina de entender el juego de ZP con ETA. Uno puede pasar de proponer, ayer, un pacto antiterrorista a alentar, hoy, negociaciones para una tregua; eso forma parte de la naturaleza de la política, que es dinámica. Lo que no es posible es pasar del pacto antiterrorista al repudio público de la otra parte del pacto (el PP), al desprecio palmario hacia las víctimas del terrorismo –entre ellas, no pocas con tu mismo carné- y a la manipulación escandalosa de la justicia en beneficio de asesinos obstinados.

Rosa Díez escribía recientemente un durísimo artículo contra la abominable distorsión terminológica que predica hoy López sobre "víctimas" y "verdugos". Fernando Savater publicaba poco después otro claro mensaje al Gobierno y específicamente al socialismo vasco: se puede renunciar a la venganza, pero no a cambio de la vergüenza. Antonio Elorza, por su parte, se espantaba ante el espectáculo siniestro de su Azcoitia natal y conminaba a López, quizá también a ZP, con una nítida advertencia: "Si no se está a la altura del cargo, ¿para qué seguir?". Enrique Múgica acaba de exigir que el fin de ETA sea "una rendición con vencedores y vencidos". El Gobierno, mientras tanto, habla de "ir más allá del límite estricto de la justicia" y de "profunda reorientación".

Los portavoces gubernamentales insisten ocasionalmente en negar acercamientos a ETA, pero ya nadie los cree. Los propios hechos apuntan a las peores sospechas: los avisos a las víctimas para que "cedan", las maniobras en la fiscalía, los movimientos en el mundo de ETA… Y todo se agrava aún más por esa expresa ambigüedad, por esa estrategia trapacera que pretende convencer a todos de una cosa y su contraria, de que hay negociación con ETA y de que no la hay. Con otro asunto por medio, sería ridículo; tratándose de terrorismo, es simplemente intolerable.

Buena parte de la izquierda vasca siente que está siendo traicionada. Porque cerca del Gobierno se está llamando a las cosas con los nombres que no son.