A ETA LE GUSTA LA CONFUSIÓN SOCIALISTA
Artículo de CARLOS MARTÍNEZ GORRIARÁN, Profesor de Filosofía. Universidad del País Vasco, en “ABC” del 19/11/2004
Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
EN su último
comunicado, ETA anuncia su intención de seguir asesinando, dejando las cosas tal
y como estaban antes del mitin de Batasuna del 14 de noviembre. De manera que la
única novedad relativa importante que uno puede encontrar en la declaración del
domingo es, curiosamente, una novedad retrospectiva: las exageradas e incluso
disparatadas expectativas provocadas por la convocatoria del acto en sí. En
efecto, Arnaldo Otegi no añadió prácticamente nada a lo dicho con ocasión del
Pacto de Lizarra y de la tregua-trampa de 1999. Si acaso, las únicas novedades
pueden encontrarse en periféricos del mensaje, como la aproximación del lenguaje
batasúnico a la retórica del Plan soberanista de Ibarretxe, acercamiento que
puede anticipar otros más literales y menos literarios, quizás un voto favorable
al Plan en el Parlamento vasco, siempre que Ibarretxe garantice la consulta
popular ilegal prevista. La opinión del Gobierno vasco acerca del
pronunciamiento de Batasuna -«un paso adelante, pero insuficiente»- es lo
bastante ambigua como para permitirle trapichear unos votos que, en cualquier
caso, necesita con urgencia; tendremos ocasión de comprobarlo durante las
próximas semanas. Pero la euforia del siempre habilidoso Otegi por haber colado
el gol de celebrar tranquilamente un acto público de un partido ilegal que
figura en la lista europea de organizaciones terroristas apenas podía encubrir,
a pesar de los numerosos e insistentes vivas a ETA, la sensación de un fin de
época inminente que requiere una reconversión ordenada para evitar la extensión
del temido «sálvese quien pueda» implícito en la carta de Pakito y los otros
dirigentes encarcelados.
Pero lo realmente grave es que el acto se haya celebrado contando con la
pasividad o el apoyo de las instituciones y las bendiciones de gran parte de los
medios de comunicación, que trataban a Batasuna como si fuera un respetable
partido legal. ¿Se imagina alguien que, con la excusa del derecho de reunión,
salafistas y yihadistas celebraran tranquilamente una reunión en un
polideportivo municipal de Madrid, autorizada por el alcalde y anunciada
previamente a bombo y platillo incluso en los informativos de la televisión
pública, con el señuelo «informativo» de que Bin Laden podría hacer una
revelación sensacional? Pues eso es lo que ha ocurrido en la reunión
proterrorista celebrada en el velódromo municipal de San Sebastián, con anuncios
gratis en prensa y televisión públicas y privadas, y autorización expresa del
alcalde donostiarra, Odón Elorza, y de su concejal de deportes, Denis Itxaso.
Odón Elorza y Denis Itxaso publicaron días atrás un artículo donde postulaban la
legalización de Batasuna y otras medidas unilaterales destinadas a favorecer un
proceso de paz concebido en términos futbolísticos: había que dejar de achicar
los espacios de un contrario aturdido, etcétera. No es la primera vez que Odón y
compañía se manifiestan así, atacando la letra y el espíritu del Pacto por las
Libertades y las demás iniciativas que han conducido el actual declive de ETA.
También es muy probable que Batasuna contara con la complicidad del alcalde
donostiarra y otros dirigentes socialistas vascos para celebrar ese mitin -toda
una amenaza en sí mismo- de las noticias sensacionales: el anuncio de otra
tregua, o al menos el fin de las amenazas contra los cargos públicos, y desde
luego alguna clase de crítica de Batasuna a la «violencia». El disparatado
artículo de Odón adquiere pleno sentido en este supuesto.
La postura seudopacifista de Odón Elorza representa una posición extrema dentro
del partido socialista. Pero al tolerarla, el PSOE reconoce su validez y
legitimidad como una de sus estrategias posibles. Las posiciones del presidente
de los socialistas vascos, Jesús Eguiguren, son sólo un poco más moderadas, o
quizá solamente más cautas. La interpretación más probable del verdadero
significado de esos llamamientos socialistas a legalizar Batasuna, acercar los
presos y cosas así es que el PSE juega con la ilusión de que Batasuna evolucione
separándose de una ETA en pleno naufragio, hasta convertirse en una especie de
Esquerra Republicana a la vasca, un partido independentista estrafalario pero
aburguesado y capaz de hacer dos cosas importantes: comerle terreno electoral al
PNV y aliarse con el PSE-EE en una variante vasca del modelo Maragall. Los
actuales estrategas del PSE no creen posible ganar en solitario al PNV, y es
sabido que no quieren saber nada con el PP. Conclusión equivocada extraída de
unas premisas erróneas: conviene que Batasuna pueda presentarse a las elecciones
para competir con el PNV.
Naturalmente, Batasuna conoce a la perfección estas especulaciones y juega con
ellas para atizar vanas ilusiones y ganar tiempo. Resulta sintomático que, tras
el mitin del domingo, la reacción de Patxi López haya sido incluso más tibia que
la del Gobierno vasco, y es cosa de días que surjan interpretaciones socialistas
vascas muy comprensivas con el documento de Batasuna, empeñadas en leer lo que
no dice. Porque el único interés de ETA-Batasuna, en su naufragio actual, es
aprovechar del mejor modo posible este nuevo salvavidas discreta y tontamente
arrojado desde las filas del aparato socialista vasco, en general mucho más
simpatizante de Elkarri que de Basta Ya, para que todo el mundo capte la
diferencia. La idea consiste en proporcionar a ETA una justificación histórica
de sus crímenes que sirva de fundamento para una eventual (y contradictoria en
los términos) «tregua indefinida». Exactamente lo contrario, por cierto, de lo
que irlandeses y británicos hicieron en el Ulster para imponer el desarme al IRA
y otros grupos terroristas.
Es verdad que, por fortuna, todo esto choca frontalmente con la política
antiterrorista del Gobierno de Rodríguez Zapatero. La detención de otros 17
activistas etarras es desde luego una respuesta expresiva y excelente a las
provocaciones y aleluyas del velódromo. Es evidente que el Gobierno español
confía en conseguir el fin virtual de ETA en la presente legislatura y sin hacer
concesiones políticas de ninguna clase, es decir, manteniendo el Pacto
Antiterrorista en su totalidad, pero también debemos advertir que esa previsión
podría torcerse por efecto de la perturbación gravitatoria ejercida por tesis
falsamente pacificadoras como las de Odón Elorza, presentadas como la clave de
una victoria electoral sobre el PNV al margen (o en contra) del PP. La
legalización gratuita de Batasuna o la tolerancia de sus actividades, que
constituyen una amenaza en sí mismas, pueden propiciar una evolución totalmente
distinta e inesperada: dar un respiro político que salve a ETA de la derrota
total a la que está abocada sin remisión. Por eso es importante que desde
Moncloa y Ferraz se refuerce la confianza pública en su voluntad de terminar con
la totalidad de ETA incondicionalmente, es decir, también con Batasuna y el
resto del entramado político ilegalizado. Despejar esa ambigüedad y acabar con
la confusión sobre Batasuna también es necesario para terminar definitivamente
con esto en los próximos años.