EL PÉNDULO AL DESNUDO
Artículo de Ramón Jáuregui Atondo, portavoz Del PSOE en la Comisión Constitucional del Congreso, en “El Correo” del 23/04/2005
Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
El famoso péndulo con el que se alude al abanico
ideológico-sentimental en el que se ubica la militancia nacionalista heredera de
Sabino Arana y en el que se sitúa la historia política del PNV se encuentra hoy,
después del 17-A, en el foco de todas las miradas: ¿Qué hará el PNV, a la vista
de los resultados del pasado domingo? ¿Con quién buscará mayoría? ¿Cuál será su
estrategia política después de comprobar que su plan ha sido rechazado?
Mirar al PNV es natural. Es a Ibarretxe a quien le corresponde tomar la
iniciativa y el PNV es el partido responsable de formar gobierno y lograr la
mayoría necesaria para gobernar. Ocurre, sin embargo, que sus opciones son sólo
dos. O busca la investidura con el PCTV o la busca con el PSE. Dentro de cada
una de ellas, hay variantes, pero los caminos de la encrucijada nacionalista son
sólo ésos. Porque gobernar en minoría es imposible, tal como están de
envenenadas las relaciones entre las fuerzas políticas vascas y además
previamente nos tendrían que explicar cómo obtienen la investidura, de 38 ó de
34 parlamentarios que la hacen posible en primera o segunda convocatoria,
respectivamente.
El PNV tiene que orientar su péndulo hacia uno u otro extremo. Entre la
tentación patriótica de la unidad abertzale y el soberanismo hoy para la
independencia mañana y el autonomismo profundo sin cuestionar las bases del
autogobierno de nuestro marco jurídico constitucional y el reconocimiento y
aceptación de la pluralidad identitaria de los vascos. En el fondo, es el debate
que abrieron con Lizarra y continuaron con el plan Ibarretxe, y que tiene ante
sí un resultado electoral cargado de mensajes para la reflexión y de urgencias
políticas para mantener el poder.
Los resultados electorales siempre permiten lecturas optimistas, pero a mis
amigos nacionalistas yo no les he felicitado, porque creo que han perdido,
aunque hayan ganado. Ibarretxe convocó estas elecciones al día siguiente de que
su plan fuera rechazado en las Cortes. Sus intenciones han sido claras en todo
momento: obtener una amplia mayoría de votos a favor de su plan soberanista, con
objeto de negociar y arrancar su contenido al Gobierno de España, bajo la
amenaza de movilizaciones, referendum, etcétera. Fue él quien estableció un
carácter plebiscitario a estas elecciones, confiando en que el principal y casi
único acto político de su legislatura anterior resultaría avalado masivamente en
las urnas, legitimando una política, una estrategia y un liderazgo y reafirmando
el poder eterno del PNV. Y es todo eso lo que ha sido derrotado.
Esto es lo que ha centrado el debate político vasco de los últimos meses y años,
y éste fue el tema central de la campaña. Éste era el reto político de Euskadi y
de España y todos sabíamos que lo que se dilucidaba el 17 de abril era si
Ibarretxe y el tripartito aumentaban o no su apoyo electoral y se legitimaba
socialmente la política soberanista del plan Ibarretxe. Seamos sinceros. Éste
era el tema y ahora parece que unos y otros quieren olvidarlo.
Los nacionalistas, alegando que han ganado, aunque hayan perdido 140.000 votos,
hayan bajado cuatro escaños y hayan comprobado que no sólo no han arrastrado una
«marea imparable de votos para negociar», sino que, por el contrario han perdido
votos por una parte hacia la izquierda abertzale y por otra hacia la abstención
y el PSE, o lo que es lo mismo, hacia el flanco autonomista de su electorado.
Los populares, empeñados en olvidar el plan Ibarretxe, santo y seña de su
discurso, durante años, por no reconocer que la estrategia de Zapatero ha
resultado claramente vencedora frente al pulso del lehendakari, aplicando una
política netamente diferente a la que pregonaba Rajoy y practicó en su día
Aznar.
Los analistas y los partidos, a la vista de los sondeos y de las impresiones
anteriores al 17-A, habían establecido que la gran cuestión de estas elecciones
era saber si la coalición PNV-EA se acercaba a la mayoría absoluta o si sus
escaños junto a IU serían superiores al llamado bloque constitucionalista.
Prácticamente nadie, desde luego ninguna encuesta, vaticinó que el tripartito no
fuera a ser la minoría mayoritaria. Pues bien, todos se equivocaron y la gran
sorpresa es precisamente que la suma de PNV-EA más IU es inferior a la suma del
PSE más el PP y que, incluso sumando a Aralar, quedan igualados con la oposición
de la anterior legislatura, es decir, con la oposición al plan Ibarretxe.
El PP sólo habla de la presencia legal del PCTV en el Parlamento vasco y trata
de ocultar estos otros datos tan importantes y tan positivos que en parte le son
propios por haber obtenido un resultado electoral digno. Pero nadie entiende que
se olvide ahora de lo que tanto le preocupaba antes y de que su sectarismo
antisocialista llegue a los niveles de ocultar la evidencia del triunfo
ciudadano y constitucional que se ha producido frente al desafío
soberanista-etnicista. Empeñados en negar el pan y la sal al PSOE, no quieren
reconocer que la estrategia no frentista ha dado mejores resultados. Se ha
llegado a decir que «ahora hay más apoyo al plan Ibarretxe», a pesar de que en
el bloque constitucionalista hay un escaño más que antes.
Comentario aparte merece la decisión del Gobierno y de la Fiscalía General de no
impugnar las listas del PCTV. Se han vertido un cúmulo de acusaciones y de
sospechas atribuyendo cálculos políticos a lo que es puro respeto al Estado de
Derecho. Las sentencias del Tribunal Supremo y sobre todo del Tribunal
Constitucional anulando las listas de Aukera Guztiak han endurecido enormemente
la aplicación de la Ley de Partidos, exigiendo pruebas y no convicciones y
elevando el listón de las coincidencias personales y políticas de las listas
impugnadas con las de los partidos ilegalizados. Cuando, al comienzo de la
campaña electoral, se supo del apoyo de Batasuna a un partido legalizado (por
cierto, legalizado en 2002 por el ministro Acebes), no se pudieron encontrar
pruebas suficientes de una relación que los tribunales no estaban dispuestos a
reconocer 'ad infinitum' a las candidaturas electorales de partidos legalizados.
Es la convicción jurídica de que se perderá la impugnación y de que, en caso de
presentarse, anularía las elecciones y provocaría un efecto 'boomerang' a la
lista impugnada lo que conduce a instancias independientes, la Fiscalía General
y los servicios jurídicos del Estado, a una misma conclusión. Razones y
conclusiones que se comunican minuciosamente al PP. Que el PP diga ahora lo que
está diciendo es puro oportunismo y máxima deslealtad.
Pero volvamos al péndulo. Poderosas fuerzas tiran de él en sentido opuesto.
Arzalluz ya lo va diciendo, pero Egibar piensa lo mismo: Unidad abertzale y
soberanismo. 'Si no quieres taza, taza y media'. EA también presiona lo suyo.
Siete de los veintinueve parlamentarios quieren Euskadi independiente -ya lo
dijo en campaña Begoña Errazti, su líder- y el propio lehendakari insiste en las
virtudes milagrosas de su plan. Hay quien dice, por otra parte, que Ibarretxe
difícilmente podría gestionar otro plan y no les falta razón. En sentido
contrario, se supone que el EBB y Bizkaia reclaman una reflexión en profundidad
y un cambio estratégico sin prisas, pero sin pausas. Los sectores económicos del
país caminan en idéntica dirección y no digamos amplios espacios de pensamiento,
universidad, Iglesia, medios de comunicación, etcétera. Los que reclaman un
nacionalismo cívico, moderno, actualizado al siglo XXI, plural y ciudadano,
presionan al péndulo hacia el pragmatismo autonomista.
¿Qué hará el PNV? ¿Seguirá inédita la actual dirección atravesada por los
temores de la escisión? ¿Aceptarán resignados que no pueden girar el enorme
barco en tan pequeña dársena, en tan poco tiempo y con un capitán empeñado en
surcar los mares de la incertidumbre, aunque no lleguen a ningún puerto o lo que
es peor, se estrellen y nos estrellemos todos? Continuará.