ESQUIZOFRENIA
Artículo de Alfonso Ussía en “La Razón” del 15.01.06
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
El portavoz del PNV, un tal Urcullu, establece comparaciones entre la ETA y las Fuerzas Armadas. La canallesca equivalencia pasa desapercibida y se olvida pronto por la riada de nuevas locuras.
El obispo de San Sebastián, monseñor Uriarte, pide que no se aplique con rigor la Justicia a los terroristas. Que ello «no ayuda al proceso de la paz». La estratosférica irresponsabilidad del señor obispo apenas ocupa unas horas la atención de la sociedad. Batasuna, que es una formación presumiblemente política y efectivamente ilegalizada por su dependencia con una banda de terroristas, convoca una gran asamblea. En sus carteles, aparece la serpiente enroscada al hacha etarra. El Fiscal no actúa. El Presidente del Gobierno, que votó la Ley de Partidos y manifestó que con la ilegalización de Batasuna «España era más libre», dice ahora que hay que respetar los derechos y libertades individuales de los
pro-terroristas. Un Presidente que anima a incumplir la Ley es como poco un colaborador del delito. Aparece por ahí un tipo bastante desagradable en su apariencia, llamado José Antonio Pastor, y suelta una parrafada. Al oír sus palabras, considero que ha hablado un representante de Batasuna. No lo es. Pertenece al Partido Socialista de Euskadi y es su portavoz. Persona de la máxima confianza del insufrible Pachi López, el maqueto acomplejado, el pobre hombre que precisa de la claudicación para conseguir que los nacionalistas lo consideren vasco y le traten como a tal. Y el desagradable –es una estimación personal– José Antonio Pastor, desde su socialismo vergonzante, defiende a Batasuna y ataca a María
San Gil, a la heroica y firme María San Gil, a la que acusa de «arruinar cualquier posibilidad de acuerdo» (con la ETA, claro) y de «disparar
contra todo lo que se mueve». No ha estado afortunado el impostor acobardado con sus palabras. El único disparo que ha experimentado
de cerca María San Gil es el que rompió la nuca, a un metro de ella, de su compañero y amigo Gregorio Ordóñez. Hay que ser un canalla para
acusar a una víctima de verdugo, sólo por el hecho de mantener la dignidad. Las nauseabundas palabras del socialista Pastor han humedecido de
escupitajos las tumbas de todos los militantes y simpatizantes socialistas asesinados por la ETA. Me figuro las lágrimas de los Casas, de los Múgica, de los Pagazaurtundua, de los Buesa y demás familiares de los muertos, y la desolación de Nicolás Redondo Terreros, de Rosa Díez, de
Carlos Totorica, de Goztone Mora, de los socialistas honestos y valientes que se han enfrentado sin reservas al terror de los asesinos y a la
complicidad del nacionalismo en la esquizofrenia vasca.
El gobierno de Ibarreche, desde la voz de su portavoz, Miren Azcárate, ha destacado la «normalidad » de la convocatoria batasuna. Parece
que no le conmueve, que no le disgusta, que está de acuerdo con la masiva reunión que pretenden culminar los cómplices de los asesinos. Y que
no le molesta, ni a ella ni a su Gobierno, la serpiente y el hacha convocante. No es de extrañar, porque la señora Azcárate pertenece a un Gobierno que concede las mismas subvenciones a las familias de los asesinos que a las víctimas del terrorismo, con el apoyo parlamentario del
socialista Pachi López, el maqueto acomplejado. El Pacto Antiterrorista, firmado por el Partido Popular y el PSOE, ese Pacto que fue el primer
paso para aprobar en el Parlamento con clamorosa mayoría la Ley de Partidos y que al poco tiempo dejó a la ETA sin recursos y a Batasuna
al borde de la quiebra, ha sido pulverizado por el Presidente del Gobierno de España, que necesita para gobernar, no los diez millones de votos
que administra el Partido Popular, sino los centenares de miles que abusan de nuestra nefasta Ley Electoral para chantajear a cuarenta millones
de españoles. Se ha escrito que la postura de Zapatero ante la chulería de los criminales es la propia de un cobarde. Me parece aguado y tibio
el calificativo de cobarde. Hay rasgos y síntomas claros de traición en sus decisiones. Traición a la Ley, traición a las víctimas, traición a las tumbas, traición al dolor de los inocentes, traición a la angustia de los heridos y traición a los que defienden con alto riesgo de sus vidas, de las de sus familias y de sus bienes, el Estado de Derecho y la Libertad en el País Vasco.
Socialistas como López y como el tal Pastor no estarían donde están si no tuvieran el máximo apoyo de Zapatero. Con un PSE entregado
al nacionalismo y dispuesto a abrazar al entorno del terrorismo, se consigue en el País Vasco –mediante la cobardía y la traición– establecer
un nuevo régimen político. El esquizofrénico.