COGE EL DINERO Y COME
Artículo
de Gabriel ALBIAC en “La Razón” del 10/11/2004
Por
su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo
en este sitio web. (L. B.-B.)
Con un comentario a pie de título:
¡NOSOTROS TAMBIEN! (L. B.-B., 11-10-04, 13:30)
A ver si la diplomacia europea se entera de una vez de que también
nosotros hemos estado haciendo el gilipollas: hemos estado financiando el
caballo de Troya del fundamentalismo islámico en Palestina; le hemos regalado
una gran fortuna a Arafat, no al pueblo palestino, y le hemos abierto el camino
a la victoria de Hamás en unas próximas elecciones.
Cuando se descubra el fraude, la transición se irá al garete. Y aún encima,
todo son honores para Arafat, que tiene engatusada a esta Europa cada vez más
estúpida. ¡Despierten de una vez, que hace once años que se les han bloqueado
las neuronas!
Y de la actual diplomacia española ya es mejor ni decir nada, para
no amargarnos el día.
Nadie, por el momento, ha confirmado si fue Mazen o Qoeri quien, Canard enchainé en
ristre, interrumpió la escandalera. «¡Hemos estado haciendo el
gilipollas!» Los demás lo miraron como diciendo que eso su señora madre. La
curiosidad les pudo, sin embargo. Leyeron el titular. Y fue el silencio.
Hacía ya tres días que no dormían casi. El primero que se
duerma pierde. Cuando los demás cargan mágnum en la sobaquera. La OLP era un
gran tablero de tres en raya. El eje horizontal sitúa el enésimo asalto de los
de la primera Intifada (los cuarentones, para entendernos) contra los panzudos
fundadores (los coetáneos de Arafat, para ir deprisa). El eje vertical fija una
erizada línea Maginot que cruza ambos campos: Mazen contra Qorei, entre los
viejos; Rayub contra Dahlán
entre los cachorros. A la puerta, los piadosos de Hamas
afilaban alfanjes: ya saldrán de ahí dentro, se decían; y se van a enterar de
lo que vale un peine. Los Hizbulah, en coránico
sosiego, aguardan, frente a correos, el paquetito de Irán con la nuclear de
bolsillo: Dios lo quiera.
Pasó un ángel. De Alá. «¡Hemos
estado haciendo el gilipollas!». Jack el Destripador envidiaría su tono grave.
«Pero, ¿quién fue el imbécil que autorizó el traslado
a París». Un despistado pide que le traduzcan el papelajo
franchute… Que dice que la policía fiscal francesa
está investigando a Souha por la injustificada
transferencia a su cuenta personal de nueve millones de dólares desde Suiza;
que los de la UE andan mosqueados porque a ver si los 835 millones de dólares
de las cuentas numeradas del Jefe van a ser cosa de las ayudas humanitarias; o
sea, que comisión de investigación al canto…
Pasó un ángel. De Alá, faltaría más. Alguien –¿Qorei? ¿O Mazen?–
susurró, agónico: «Sí, sí, vale, vale. Eso no tiene ya remedio. Pero, ¿quién
tiene la firma de las cuentas suizas?» Las navajas se enfundan; se encogen los
hombros; alguien silba. Rugido unánime: «¡A París
todos!»
Y, en París, a Souha le llega el
cante. Reacciona. Jaque en dos movimientos.
1) Lagrimeo ante Al Yazeera: esos
desagradecidos de la OLP, que quieren enterrar vivo a su marido, son sólo unos
«ladrones de herencias». Si lo sabrá ella, rechinan en Ramala,
donde empiezan a largar facturas de peleterías, joyas, coches y selectos
restaurantes tan del gusto de la pre-viuda. «Y, de pasarse a ver un rato a su
marido, es que ni una sola vez en cuatro años, oiga».
2) Exclusiva de acceso al definitivo enchufe hospitalario;
porque de ese interruptor pende el pan de su huerfanita. La Francia humanitaria
entiende el drama: «la veuve et l’orphélin,
quoi de plus émouvant?»,
solía cantar Brassens. Coge el dinero, chica. Y come.
La Tour d’Argent va abrir dentro de diez minutos.
¡Clic! En negro.