GUSTAVO
DE ARÍSTEGUI
"El islamismo contra el islam" (Ediciones B) |
Fernando José Vaquero Oroquieta
en “El Semanal Digital” del 11/12/04
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11 de diciembre. La cuestionada "teoría del choque de las
civilizaciones" de Samuel Huntington ha encontrando unos inesperados y muy
entusiastas seguidores: los islamistas yihadistas.
11 de diciembre. En el proceso de "descivilización" que sufre Europa, expresión
empleada por Dalmacio Negro en su reciente e imprescindible libro Lo que
Europa debe al cristianismo (Unión Editorial, Madrid, 2004), conforme el
criterio de muchos bienpensantes progresistas, el islam encarnaría una
admirable civilización tolerante, humanista, liberadora… Pero esta acrítica
perspectiva es desmentida por la verdad de la historia y por una inquietante
actualidad marcada por el terrorismo islamista. ¿Cómo encajar entonces, con tan
benévola mirada, los atentados del 11-S y el 11-M?
Sólo es posible una explicación ante la actitud anterior: interesa, al estrecho
cálculo de algunos, potenciar al islam en tanto con ello se debilita al
cristianismo. Semejante perspectiva, discutible cuanto menos, debilita la
capacidad de respuesta de Europa. En la actual situación, que nos presenta
entre otros nuevos retos un evidente desafío terrorista islamista, se precisan
análisis certeros, diagnósticos correctos, y propuestas realistas; lo que desde
una mitología progresista políticamente correcta, cuajada de temores y
complejos, no parece posible.
El islamismo yihadista nace del islam conservador, aunque no se identifica
necesariamente con él. En ello insiste Gustavo de Arístegui a lo largo de toda
su obra, un texto necesario y urgente que sistematiza una notable base
documental imprescindible para afrontar, desde el conocimiento y el análisis,
la verdadera entidad del reto islamista y sus relaciones con el conjunto del
islam. Con esta voluntad, además de una introducción, divide su libro en diez
capítulos: introducción al islam, el islamismo tradicional, sus bases
ideológicas, causas y excusas de su aparición y expansión, el islamismo
moderno, el funcionamiento de Al-Qaeda y el Frente Islámico Mundial, modus
operandi de las células y comandos islamistas, su financiación, el
islamismo en España y, por último, escenarios y conclusiones.
El de las "causas y excusas" es uno de los más sugestivos del texto.
La pervivencia en la memoria colectiva musulmana de diversos agravios
históricos (el pacto Sykes-Picot de 1916, por ejemplo), injusticias enquistadas
(la guerra de Chechenia, la situación palestina…), fracasos políticos (de los
diversos regímenes de los países musulmanes), percepciones desfiguradas de su
propia identidad y de la naturaleza de Occidente (victimismos y nostalgias),
etc., todo ello no invita al optimismo. Así, el resquemor del islam hacia
Europa persistirá, sin duda, alimentando nuevas generaciones de yihadistas. Su
largo texto se completa con gráficos, anexo documental, relación de páginas
web, bibliografía y un glosario.
Europa debe mirar esta realidad de frente y con los ojos abiertos: el reto
planteado es total. No en vano, el islamismo yihadista pretende no sólo
derrocar a los regímenes musulmanes juzgados por ellos mismos como
"impíos", sino recuperar todo territorio que en algún momento de la
historia fue musulmán y, en última instancia, la islamización de todo el mundo.
Y para tal empresa, sus líderes no admiten barreras morales de ningún tipo:
todo está permitido. Cualquier modalidad de agresión terrorista, en
consecuencia, puede ser imaginada, planificada, intentada… y justificada.
El autor insiste en otra idea: el islamismo yihadista no es el islam. Es más,
ambos son, esencialmente, opuestos entre sí. Esta teoría, no obstante,
encuentra una dificultad cierta: en gran parte del mundo musulmán,
teológicamente hablando, predomina, ya sea en el sunnismo o en el chiísmo, una
orientación conservadora que comparte muchos de sus presupuestos básicos con el
islamismo yihadista; no encontrándose siempre nítidamente trazada su frontera.
En tales circunstancias, ¿existe alguna fórmula que facilite una respuesta,
frente al terrorismo islamista, desde el propio islam, que pueda ser potenciada
desde los países democráticos y pluralistas? Para Gustavo de Arístegui esta
posibilidad pasa por la democratización y la progresiva apertura de los
regímenes políticos musulmanes. Pero, no lo olvidemos, esos conceptos
generalmente valorados como deseables (democracia, tolerancia, derechos humanos…)
y en buena medida destilados desde el cristianismo, poco significan para la
inmensa mayoría de musulmanes: no en vano, en el islam no ha irrumpido ningún
episodio histórico o teológico de significado análogo a lo que supuso para el
cristianismo la Reforma protestante, conforme el deseo de algunos
intelectuales. Para el islam, política, sociedad y religión forman un todo
único; y teológicamente, difícilmente podría ser de otra manera.
Entonces, ¿cómo puede, el islam, frenar a sus radicales violentos? Tal vez
habría que explorar la vía propuesta por Massimo Introvigne, experto en nuevos
movimientos religiosos, quien afirmaba el pasado 5 de noviembre, en
declaraciones recogidas por la agencia Zenit, que "la alternativa al
fundamentalismo no es el Islam progresista sino el conservador". Y la suya
parece ser una propuesta realista que no pretende violentar al islam desde los
prejuicios laicistas occidentales. Por lo tanto, esas sociedades deberán
explorar su propio camino: una senda que procure evitar al nihilismo y
relativismo que configuran nuestra insegura Europa. En este contexto, alcanza
particular trascendencia la experiencia política liderada por el primer
ministro turco, el islamista conservador Recep Tayyip Erdogan.
Pero, para que lo anterior prospere, mucho debe cambiar, y no sólo en el islam.
Europa debiera intentar prescindir del tamiz distorsionador de la ideología
progresista anticristiana que todo lo mediatiza. Sin un decidido ejercicio de
fidelidad histórica, desde una firme identidad colectiva, restaurador de su
alma y moral, no será posible oponer, al reto islamista, alternativas
vitalmente atractivas y realistas.
Mientras tanto, España seguirá en primera línea de las miras yihadistas: el
recuerdo de Al Andalus es una herida sangrante para ellos. Si antaño formó
parte de la umma, debe retornar a la misma, aseguran. Aunque nos
empeñemos en mirar hacia otra parte, los españoles no podemos quedar al margen
de esta realidad impuesta.
Gustavo de Arístegui ha elaborado un buen producto que responde adecuadamente a
la urgencia de la temática, circunstancia que se refleja en ciertas
reiteraciones y en su estilo; pero que no empaña su gran mérito: mirar al islam
con realismo, profundidad, sin falso optimismo y, también, con humana simpatía.