¿QUÉ TIENE TURQUÍA?

 

 Artículo de XAVIER BATALLA   en “La Vanguardia” del  18/12/2004

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)


Turquía no ha hecho las delicias de Europa esta semana. Los comunitarios han aprobado la apertura de negociaciones con Ankara, pero las condiciones especiales anunciadas indican que la procesión va por dentro. Los dirigentes de ayer, desde Giscard hasta Schmidt o Kohl, han puesto el grito en el cielo, aunque, cuando estuvieron en el poder, no echaron agua al vino turco. Otros dirigentes que creen tener futuro y que se oponen al ingreso han decidido esperar a tener una correlación de fuerzas favorable. Y diversas opiniones públicas han expresado su escaso entusiasmo por el posible ingreso turco, en el plazo de diez o quince años, en la Unión Europea. ¿Qué explica la voluntad de la elite política actual de no dar un portazo a Turquía? ¿El compromiso de hace cuarenta años, cuando se firmó un acuerdo de asociación? En política, no todo lo que se firma va a misa. ¿La intención de no facilitar la involución en una república laica que puede ser un modelo para los musulmanes? Hay algo de esto, aunque existen tantas razones como socios. Londres, por ejemplo, es transparente, aunque sea por una vez: está a favor porque considera que el ingreso turco diluiría la integración política comunitaria.

La Comisión Europea calcula que el ingreso turco aportaría pocos beneficios económicos a Europa. ¿Qué tiene, entonces, Turquía que sea más interesante? El informe de la Comisión Europea lo dice claramente: Turquía, por su valor geoestratégico, es decisiva para la estabilidad en el Mediterráneo, Oriente Medio, Cáucaso y Asia central. En Le Monde,Edgar Morin, Alain Touraine, Jean-Christophe Rufin y Guy Sorman lo han dicho de otra manera: "Rechazar a Turquía es cerrar nuestro horizonte y renunciar a toda responsabilidad mundial".

Los turcos, que han aceptado las condiciones para ingresar, se ven a sí mismos como un puente entre culturas; los occidentales los ven como una barrera. En la posguerra fría, Turquía puede que sea una barrera, pero también es un actor, con su propio guión, en una zona en la que abundan petróleo y conflictos. Y la importancia geoestratégica de Turquía no se limita a Oriente Medio (desde 1996 tiene un pacto con Israel), el Cáucaso o Asia central. También forma parte de la seguridad europea. A Europa, una vez ampliada la OTAN por el este, se le disparan los desafíos por el sur. Y si Chechenia preocupa a los europeos, también a Turquía.

Los europeos saben que el ingreso turco los convertiría en vecinos de Iraq, Irán y Siria.

Pero Turquía, con su influencia en el Cáucaso y Asia central, es un contrapeso a Rusia, Irán e incluso China.Ylos turcos han suscrito pactos bilaterales con Bulgaria, Macedonia y Albania. Es decir, Turquía es un actor protagonista en la seguridad de Europa, Oriente Medio y Euroasia. ¿Perderá peso en el futuro? Hay que ser un optimista histórico para creer que los problemas desaparecerán como por ensalmo en Rusia, que el Cáucaso se convertirá pronto en una balsa de aceite, que palestinos e israelíes intercambiarán mañana paz por territorios y que en los países del Golfo florecerá la democracia.

Turquía es un Estado pivote. Para ser considerado un Estado pivote es necesario ocupar un lugar clave en el mapa y tener suficiente peso demográfico, económico y militar. Turquía reúne todas estas condiciones. Por ejemplo, su ejército es el segundo, por detrás del estadounidense, entre los 26 miembros de la OTAN, club que ha sido fundamental para la seguridad de Europa. Históricamente, la OTAN ha actuado como si fuera un eje, pero, en realidad, es un triángulo. Uno de sus lados, el que va de Estados Unidos a Europa, ha dejado bastante que desear en la posguerra fría. Otro, de Estados Unidos a Turquía, parece fuerte como un roble. Y el tercero, entre Turquía y la Unión Europea, es manifiestamente mejorable.

Ésta es una de las razones por las que Washington presiona a los europeos para que acepten a Turquía. ¿Beneficiaría más a Estados Unidos que a los comunitarios? Helmut Schmidt, ex canciller alemán, dice que el ingreso turco sería un triunfo estratégico de Washington. Los intereses turcos coinciden con los estadounidenses, pero no del todo. Iraq, cuando Ankara no aceptó ser una base contra Saddam, es una prueba. Y otra es Irán, que Bush mira de reojo mientras Ankara piensa en el petróleo. Ian O. Lesser, analista de Rand Corporation, dice que "la elite turca se siente ahora más cómoda con un mayor protagonismo en Europa". Los europeos se han dado un largo plazo para pensárselo.