OLEADA AZUL
Artículo de Josep Borrell en “La Estrella Digital” del 15 de junio de 2009
Por su interés
y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio
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Una semana después de las elecciones, en Bruselas empiezan las maniobras para la formación de los grupos políticos y para la elección del presidente de la Comisión.
Por el momento Barroso es el único candidato y, dado el resultado electoral, no creo que aparezca ningún otro. Si el Consejo actúa rápidamente y lo nombra en su reunión de la próxima semana, con la normativa en vigor bastaría la mayoría simple de los diputados presentes para su ratificación parlamentaria.
El Partido Popular Europeo no debería tener dificultades para reunir esos votos. El PPE es el gran vencedor de estas elecciones, que han producido una verdadera oleada azul. Forzoso es reconocer que la socialdemocracia europea han sufrido un fuerte varapalo. Y, además, 1 de cada 6 diputados del nuevo Parlamento pertenecen a partidos antieuropeos o de la derecha radical.
La gran paradoja de estas elecciones es que la crisis económica ha beneficiado a la derecha. Ante una recesión sin precedentes y ante la quiebra de los postulados económicos del liberalismo, la izquierda no ha aprovechado la oportunidad que le brindaba la historia de hacer que la derecha, favorable a la desregulación de los mercados, apareciese como la responsable de la crisis.
Los partidos conservadores han ganado en casi todas partes. Ganan en los tres países del oeste con Gobierno socialista, Reino Unido, España y Portugal. En España por poca diferencia, menos de 4 puntos, pero en el Reino Unido se ha consumado la debacle anunciada de los laboristas y en Portugal la derrota ha sido mayor que la esperada.
En Francia el PS paga las facturas de sus divisiones, obtiene el segundo peor resultado de su historia y por un pelo no queda por detrás de los ecologistas de Cohn-Benit. En Italia Berlusconi gana a pesar de todos los truculentos episodios de su vida privada. En Alemania Merkel retrocede pero queda la primera con un amplio margen sobre una socialdemocracia que no mejora sus malos resultados del 2004 y que pierde muchos votos por su flanco izquierdo.
En los 10 países del antiguo bloque comunista que entraron en el 2004 y el 2007 el triunfo de los partidos de derechas es general. La palma se la lleva Hungría, donde el partido conservador nacionalista obtiene el 56% de los votos. Toda una bofetada al Partido Socialista en el Gobierno, castigado por la dureza de la crisis.
Las únicas excepciones son Grecia, Eslovaquia y Dinamarca. Y aunque el PSE sigue siendo la segunda fuerza parlamentaria su derrota es inapelable. Queda todavía por ver dónde irán los 22 diputados italianos del Partido Democrático, surgido de la unión del centro demócrata cristiano y del centro izquierda socialista. Si se integraran en el grupo socialista la diferencia con los populares sería menor. Pero no creo que lo hagan... a menos que los socialistas acepten cambiar el nombre a su grupo para dar cabida en él a los que no se consideran socialistas. Si así fuera me temo que aumentaría la confusión sobre las coordenadas ideológicas de la izquierda europea y se pagaría caro en el futuro. Veremos.
La derrota de la izquierda se debe, en mi opinión, a dos razones. Primero, la habilidad de los gobiernos de la derecha, que han desactivado los reproches que se les hacía como artífices de la desregulación de la economía. Como si la cosa no fuera con ellos, han sido los primeros en denunciar los excesos de los mercados, en proclamar su voluntad de combatir los paraísos fiscales, nacionalizando bancos y utilizando el arma presupuestaria para relanzar la economía sin rubor ni temor.
Es decir, se han envuelto en el discurso clásico del keynesianismo intervencionista del que ayer abjuraban y se han apropiado del lenguaje y las políticas que la izquierda ya había guardado en el armario.
Segundo, la izquierda no ha sabido presentar un frente unido ni poner en valor sus propuestas, que las tenía, sobre cómo hacer frente a la crisis de forma mas decidida. El que los tres gobiernos socialistas hayan declarado su apoyo a Barroso como presidente de la Comisión, que era fuertemente criticado en otros países por sus posiciones liberales, ha generado confusión y escepticismo en los electores. El presidente del PSE, P. N. Rasmussen, lamentaba no haber presentado una alternativa política mas clara, y pocos días antes de las elecciones una serie de ex jefes de Estado y de Gobierno socialistas, González y Schroeder incluidos, pedían que el PSE no apoyase a Barroso y presentase su propio candidato. Demasiado tarde.
Como era de temer, la abstención también ha aumentado, no tanto como se temía, un par de puntos camino de la fatídica frontera del 40%. Con grandes diferencias entre países, e incluso entre regiones, que reflejan los condicionantes de sus normas electorales y la actitud de fondo hacia Europa. Pero más aún que eso, el impacto de las cuestiones nacionales ha sido enorme y los debates sobre cuestiones europeas han sido secuestrados por cotroversias estrictamente nacionales.
La derrota de los laboristas británicos tiene mucho que ver con el escándalo de los gastos de los diputados, cuestión completamente coyuntural y ajena a las decisiones que hay que tomar en Estrasburgo. La diferencia entre la escasa participación en Cataluña, 8 puntos menos que la media española, y el entusiasmo con el que se ha votado en Valencia, 6 puntos más que la media, no se puede atribuir a diferentes actitudes sobre la construcción europea. Pueden ser más el reflejo del descontento catalán por su financiación autonómica y de la polémica en Valencia sobre la financiación de los trajes de su presidente. Y ni lo uno ni lo otro tiene nada que ver con Europa.
Pero los electores no se han comportado con igual indiferencia en todas partes. En Holanda, Finlandia, Austria, Hungría, Italia, Reino Unido, las listas populistas de la derecha eurófoba han alcanzado el 15 y el 20% de los votos. En el Reino Unido el United Kingdom Independency Party queda por delante de los laboristas. Y en Italia la xenófoba Liga del Norte queda mejor que su aliado Berlusconi.
La composición de este Parlamento, justo cuando se prepara a
asumir más poderes, puede debilitar su capacidad de acción frente al Consejo y
la Comisión. Veremos; quedan todavía 4 semanas para que se levante el telón.