LA IZQUIERDA DE VERDAD
Los movimientos políticos pendulares
Artículo de Xavier Bru de Sala en “El Periódico” del 01 de julio de 2011
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Cada vez
que se reabre el debate sobre las diferencias entre derecha e izquierda se oyen
campanas sobre el fin de esas distinciones. Badajos que blanden en cáscaras
vacías. Por el contrario, en vez de disminuir se incrementa la distancia entre
el núcleo definidor de la derecha y el de la izquierda. Por mucho que la
izquierda se haya movido hacia la derecha –y no está mal el viajecito–, todavía
se ha desplazado más la derecha hacia su propia derecha. Ya son 30 años de
deriva ideológica general hacia el polo derecho (general, pero más brutal en
Estados Unidos y España). Ahora, el péndulo ha llegado al final de su
recorrido, se ha detenido y comienza a desplazarse hacia la izquierda.
Por mucho que ojos acostumbrados a no ver más
allá del reflejo de la superficie destaquen que en casi toda Europa gobierna la
derecha, tenemos suficiente experiencia como para haber comprobado varias veces
que se trata de coincidencias, no de tendencias. No hagan caso. En un pasado
nada lejano, algunos ilusos se jactaban de lo contrario. Sobre el mapa de los
colores políticos de los gobiernos europeos, tenían razón. Pero duraba poco.
Mientras, el péndulo general continuaba su viaje hacia la derecha. Dentro de no
mucho tiempo puede suceder perfectamente que en Francia, Italia y Alemania
gobierne la izquierda. Tampoco tendría importancia, pero es que el ciclo
general está cambiando. Una vez superado el último escollo y comprobado que el
egoísmo nacional de los ricos solo favorece a los ricos de los países ricos, y
solo a corto plazo, el péndulo europeo comenzará a coger velocidad hacia la
izquierda. La gente se da cuenta de que las capas más altas acumulan más
porción del pastel en detrimento de las medias y las bajas. La gente quiere
repartir. La gente quiere bienestar. La gente quiere seguridad y equilibrio. La
gente quiere poner fin al descontrol y el imperio de los mercados. La gente
vota.
Faltan proyectos, propuestas, pensamiento,
líderes que encaminen este proceso. Se puede conducir bien o mal. Puede
beneficiar a la corta y perjudicar a la larga, o al revés. Todo depende del
cómo, pero en mi opinión es imparable. No hay fuerza humana capaz de contener o
revertir esas derivas. El viaje del péndulo en dirección contraria a la de los
últimos decenios acaba de empezar, si no soy yo el que alucina. Dentro de 10
años podremos hacer un primer balance europeo (el español tardaremos más,
porque España vuelve a complacerse en el retraso histórico).
Ahora bien, y de ahí las dudas sobre el cómo,
no se ven suficientes brotes verdes en la izquierda que hagan pensar en una
renovación. La izquierda de verdad, la que debería conducir el péndulo, apenas
debe estar naciendo en algunos lugares, pero no se la ve y aún tiene que
crecer. La vieja socialdemocracia está desautorizada por la excesiva sumisión a
la derecha. ¿En qué se puede diferenciar la nueva? No tengo ninguna bola de
cristal, así que deberemos especular o manifestar deseos. La izquierda de
verdad debe ser tan realista y pragmática como la que acaba de caducar. Como
ella, debe tener un ojo puesto en el crecimiento de la riqueza, pero no tragará
con que la condición del crecimiento sea el adelgazamiento del Estado y la
Administración pública. Sí la mayor eficiencia. Como la antigua izquierda, la
nueva deberá favorecer a las clases populares, pero no a base de clientelismo
parasitario, sino intercambiando ayuda por esfuerzo. La nueva izquierda debería
implantar una contabilidad nueva, en la que se añadieran los costes indirectos,
el coste de los daños y el balance medioambiental. La nueva izquierda
encontrará fórmulas para depender menos de las grandes compañías, para combatir
los oligopolios y ayudar a las medianas empresas a competir. La nueva izquierda
distribuirá mejor la solidaridad, establecerá nuevas reglas para favorecer a
los perjudicados de la inmigración y acelerar la integración de los
inmigrantes. Lo que no hará la nueva izquierda es someterse, sino buscar la
hegemonía ideológica. A tal fin, partirá de la condena moral de las ideologías
desreguladoras, al igual que la derecha descalificó a toda la izquierda por lo
que había sucedido al otro lado del muro. Bueno, que el lector corrija o añada,
porque el boceto de catálogo pretende sugerir más que afirmar.
Final dedicado a Catalunya. Aquí, la
izquierda, que no será ninguna de las tres de los extripartitos,
deberá tender a hacer coincidir el eje derecha-izquierda y el eje nacional en
una sola línea. Es una demanda social. El gran error inicial de Mas ha
consistido en viajar desde el centrismo ponderado que le hizo presidente hasta
una derecha que a ojos de unos lo erosiona y de los demás lo deslegitima.
Olvidar, aunque sea un solo minuto, que el incremento del autogobierno y el
control de los propios recursos solo se justifica para favorecer no alos que manejan el tinglado, sino al conjunto de la
población, y más a quienes más lo necesitan, olvidar esto tan elemental y
esencial, es hacer un flaco favor al catalanismo. Parece que los suyos se dan
cuenta de ello y corrigen, pero el espacio a la izquierda existe. Existe y
crece. Solo falta una izquierda de verdad, nacional de verdad, que se proponga
llenarlo.
Escritor.