AT: Traducción del
inglés (recogida de la web del "Manifiesto de Euston"
(http://eustonmanifesto.org),
manifiesto creado por varios periodistas, intelectuales y bloggers
en el Reino Unido desilusionados con la izquierda actual, en él plasman
públicamente sus ideas y lo que creen que deberían ser las ideas de la
izquierda moderna.
Con una apostilla a pie de título:
¡BIENVENIDOS AMIGOS!
¡Qué dura
y peligrosa para todos ha sido la soledad de estos años! ¡Debemos llenar el
vacío y reenderezar el rumbo! ¡A ver si conseguimos
que la izquierda deje de perder el tiempo con necedades sectarias y vuelva a
asentarse en la realidad! ¡Es vital para la Humanidad!
Permitidme
un añadido: ¡La construcción de Europa es una de
nuestras herramientas básicas. No la olvidéis!
(L.
B.-B., 18-4-06, 7:00)
EL MANIFIESTO DE EUSTON
Por una renovación de la política
progresista
A. Preámbulo
Somos demócratas y
progresistas, y proponemos un nuevo alineamiento político. Muchos pertenecemos
a la izquierda, pero los principios que propugnamos no provienen exclusivamente
de este ámbito. De hecho, abarcamos desde la izquierda socialista hasta los
liberales igualitarios y otros comprometidos de manera clara con la democracia.
En realidad, la reconfiguración del pensamiento progresista a la que aspiramos
implica el trazado de una frontera entre las fuerzas de izquierdas que
permanecen fieles a sus valores auténticos y otras corrientes que últimamente
han manifestado una excesiva flexibilidad respecto de esos valores. Supone
hacer frente común con los demócratas de verdad, sean o no socialistas.
Nuestra iniciativa
hunde sus raíces en Internet, especialmente en la “blogosfera”, a través del
cual ha hallado su base de simpatizantes. Somos conscientes, sin embargo, de
que esta base política está infrarrepresentada en otros ámbitos, como los
medios de comunicación y otros foros de la vida política contemporánea.
A continuación
exponemos nuestra declaración de intenciones, resumida en principios básicos
que suscribimos. Con ella inauguramos un nuevo sitio en la Web que brindará
apoyo a la corriente de opinión que aspiramos a representar y que acogerá
diversos blogs fundacionales y otros sitios en la Web que se asocian a este
llamamiento por una nueva configuración progresista.
B. Declaración de principios
1. Por la democracia
Manifestamos nuestro
compromiso con las normas democráticas, sus procedimientos e instituciones, entre
las que destacamos la libertad de opinión y reunión, los comicios libres, la
separación de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial y la del Estado y
la religión. Apreciamos las tradiciones e instituciones y el legado de buen
gobierno de aquellos países en los que ha arraigado la democracia pluralista y
liberal.
2. Contra la apología
de la tiranía
Nos negamos a
justificar o a manifestar nuestra indulgente “comprensión” de los regímenes y
movimientos reaccionarios para los cuales la democracia es un enemigo
detestado; unos regímenes que oprimen a sus propios pueblos y unos movimientos
que aspiran a poder hacerlo. Trazamos con mano firme una frontera entre
nosotros y quienes desde posturas progresistas de izquierdas se apresuran
actualmente a brindar razones exculpatorias a estas fuerzas políticas.
3. Derechos humanos
para todos
Consideramos que los
derechos humanos fundamentales inscritos en la Declaración Universal son
precisamente universales y que son obligatorios para todos los Estados y
movimientos políticos y, de hecho, para todos los seres humanos. Las
violaciones de estos derechos deben ser condenadas, con independencia de
quiénes sean sus responsables y de cuál sea su contexto cultural. Rechazamos el
doble rasero que actualmente aplica buena parte de la autoproclamada opinión
progresista, para la que las violaciones de los derechos humanos más benignas
(aunque desgraciadamente existentes) cometidas cerca de casa o a manos de
gobiernos desfavorecidos son siempre más denunciables que otras violaciones
flagrantemente más graves. Rechazamos asimismo el relativismo cultural en
virtud del cual es posible sostener que estos derechos humanos básicos no son
aplicables a determinadas naciones o pueblos.
4. Igualdad
Abrazamos los
principios de una política igualitaria universal. Aspiramos al progreso en las
relaciones entre los sexos (hasta lograr la igualdad de género plena), entre
diferentes comunidades étnicas, entre los seguidores de las diversas religiones
y quienes no tienen afiliación religiosa y entre personas de distintas
orientaciones sexuales, así como a la igualdad social y económica más amplia en
todos los ámbitos. Por manifestarse entre nosotros diferencias de apreciación
al respecto, dejamos abierta la definición de las mejores formas económicas de
lograr esta igualdad generalizada, pero apoyamos los intereses de los
trabajadores en todo lugar y su derecho a organizarse para defenderlos. Los
sindicatos democráticos son las organizaciones de base en la defensa de los
intereses de los trabajadores y una de las más importantes fuentes de los
derechos humanos, la promoción de la democracia y el internacionalismo
igualitario. Los derechos laborales son derechos humanos. Consideramos una
prioridad la adopción universal de las Convenciones Internacionales de
Regulación del Trabajo, en la actualidad sistemáticamente ignoradas por los
gobiernos de todo el planeta. Estamos comprometidos en la defensa de los
derechos de la infancia y en la protección de las personas contra la esclavitud
sexual y cualquier forma de malos tratos institucionalizados.
5. Desarrollo para la
libertad
Defendemos el
desarrollo económico global para la libertad y contra la opresión económica
estructural y la degradación del medio ambiente. La expansión actual de los
mercados globales y la libertad de comercio no deben servir los limitados
intereses de una pequeña elite corporativa del mundo desarrollado y sus
asociados en los países en desarrollo. Los beneficios del desarrollo a gran
escala a través de la expansión del comercio global deben distribuirse los más
ampliamente posible a fin de servir los intereses económicos y sociales de los
trabajadores, agricultores y consumidores de todos los países. La globalización
debe aspirar a una integración social global y al compromiso con la justicia
social. Apoyamos una reforma radical de las principales instituciones
encargadas del gobierno global de la economía (Organización Internacional de
Comercio, Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial) para que lleven a cabo
estas políticas, y apoyamos asimismo el comercio justo, el incremento de las
ayudas, la cancelación de la deuda y la campaña “Make
Poverty History”. El
desarrollo puede garantizar el incremento de la esperanza de vida y la mejora
de su disfrute, mediante la atenuación de los trabajos más pesados y la
disminución de la jornada laboral. También puede aportar una mayor libertad a
los jóvenes, posibilidades de nuevas actividades para los adultos y seguridad
para los ancianos. Incrementa las perspectivas y oportunidades de viajar y
contribuye a que los extraños se hagan amigos. El desarrollo global debe
implementarse de manera que garantice un crecimiento sostenible para el medio
ambiente.
6. Oposición al
antiamericanismo
Rechazamos con la mayor
firmeza el antiamericanismo que actualmente infecta una parte importante del
pensamiento progresista de izquierdas y parte del conservador. No se trata de
postular a EE.UU. como modelo de sociedad, de cuyos problemas y defectos somos
conscientes. Pero éstos forman parte también, en mayor o menor medida, de todo
el mundo desarrollado. Estados Unidos de América es un gran país y una gran
nación, que alberga una democracia consolidada con una noble tradición a sus
espaldas y logros sociales y constitucionales duraderos alcanzados en su
nombre. Sus gentes han producido una cultura llena de vida que procura placer,
conocimiento y envidia a millones de personas. El hecho de que la política
exterior de EE.UU. con frecuencia haya luchado contra gobiernos y movimientos progresistas y apoyado a algunos que son
autoritarios y regresivos no puede justificar un prejuicio generalizado contra
ese país y sus gentes.
7. Por la solución de
los dos estados
Reconocemos el derecho
tanto del pueblo israelí como del palestino a la autodeterminación, en el marco
de dos estados distintos. La subordinación o eliminación de los legítimos
derechos e intereses de una de las dos partes del conflicto no puede constituir una solución razonable del mismo.
8. Contra el racismo
Para los progresistas y
la izquierda el antirracismo es un axioma de base. Nos oponemos a cualquier
forma de prejuicios y comportamientos racistas, trátese del racismo
antiinmigrantes de la extrema derecha; del racismo interétnico y tribal; del
racismo contra personas originarias de países musulmanes y sus descendientes,
especialmente en el marco de la Guerra contra el Terrorismo. La reciente
reaparición de otra forma ancestral de racismo, el antisemitismo, no ha sido
aún convenientemente reconocida en ambientes progresistas y de izquierda.
Algunos explotan los legítimos agravios del pueblo palestino sometido a la
ocupación israelí para enmascarar sus prejuicios contra el pueblo judío detrás
del eslogan del “antisionismo”. De más está decir que
también nos oponemos a este tipo de racismo.
9. Unidos contra el
terror
Nos oponemos a todas
las formas de terrorismo. El asesinato deliberado de civiles es un crimen
reconocido por las leyes internacionales y todos los códigos de conducta
bélica, y no puede ser justificado con el argumento de que se realiza en nombre
de una causa justa. El terrorismo de inspiración islamista es hoy una realidad
generalizada. Constituye una amenaza a los valores democráticos y la libertad
de las personas en numerosos países. Ello no debe servir de justificación para
los prejuicios contra los musulmanes, que son sus principales víctimas y entre
los que se encuentran algunos de sus más valientes opositores. Pero como todo
terrorismo, éste constituye una amenaza que ha de ser combatida y no
justificada.
10. Un nuevo
internacionalismo
Apoyamos una política
internacionalista y la reforma de las leyes internacionales en pro de la
democratización y el desarrollo globales. Las intervenciones humanitarias,
cuando son necesarias, no son un desprecio de la soberanía sino su conveniente
aplicación a la “vida en común” de las personas. Sólo los Estados que protegen
mínimamente la vida en común de sus gentes (porque no torturan, asesinan o
masacran a sus propios civiles y cubren sus necesidades vitales básicas) merecen
que su soberanía sea respetada. Pero si el mismo Estado viola la vida en común
de manera flagrante, su derecho a la soberanía queda revocado, y la comunidad
internacional tiene la obligación de intervenir humanitariamente. Cada vez que
se traspasa el límite de la inhumanidad, se impone la “responsabilidad de
proteger”.
11. Apertura crítica
Basándonos en la
desastrosa experiencia de las justificaciones de los crímenes del estalinismo y
el maoísmo avaladas por la izquierda, así como en más recientes ejemplos de
esta conducta (algunas reacciones a los crímenes del 11-S, la búsqueda de
excusas para el terrorismo suicida, la reciente y vergonzosa colaboración entre
el movimiento del “no a la guerra” y los teócratas dogmáticos), rechazamos la
idea de que no puede haber enemigos en la izquierda. Del mismo modo, rechazamos
la idea de que no pueden tenderse puentes a ideas y personas situadas a nuestra
derecha. Los izquierdistas que hacen causa común con. o
hallan excusas para, las fuerzas antidemocráticas deben ser criticados de la
manera más clara y contundente. A la inversa, prestamos atención a voces e
ideas liberales y conservadoras que contribuyen al fortalecimiento de las
normas y prácticas democráticas y a la lucha por el progreso de la humanidad.
12. La verdad histórica
En sintonía con los
presupuestos humanistas de base del movimiento a favor del progreso de la
humanidad, manifestamos enfáticamente el deber de los genuinos demócratas de
respetar la verdad histórica. No sólo los fascistas, los negacionistas
y otros de esta especie han intentado borrar las huellas de la historia. Una de
las tragedias de la izquierda es que su misma reputación se vio masivamente
comprometida por el movimiento comunista internacional, y algunos de sus
miembros aún no han aprendido la lección que se impone. La honradez política y
la franqueza son para nosotros una obligación fundamental.
13. Libertad de
pensamiento
Defendemos la
tradicional libertad de pensamiento liberal. Más que nunca, hoy es necesario
afirmar que, con las normales limitaciones contra la difamación, el insulto y
la incitación a la violencia, se debe defender el derecho a criticar ideas
(incluso sistemas de ideas) suscritas por otros. Esto incluye la libertad de
criticar las religiones, tanto los credos específicos como la religión en
general. El respeto debido a los otros no supone el silenciar las propias
creencias cuando se constata que están siendo relegadas.
14. Código abierto
En el marco del libre
intercambio de ideas, y con el fin de fomentar las iniciativas intelectuales
conjuntas, apoyamos el desarrollo sin trabas del software y otras herramientas
creativas y nos oponemos al registro de genes, algoritmos y fenómenos de la
naturaleza. Nos oponemos a la aplicación retroactiva de las leyes de propiedad
intelectual en beneficio de los intereses corporativos de los propietarios de
derechos de autor. El modelo “open source” (código
abierto) es colectivo y competitivo, colaborativo y meritocrático.
No es un ideal teórico sino una realidad comprobada que ha generado un conjunto
de bienes comunes cuya solidez y fortaleza se ha consolidado durante décadas.
De hecho, la colaboración en el marco del código abierto se desprende de los
ideales colegiados de la comunidad de investigadores científicos, que han sido
la fuente del progreso del hombre a lo largo de los siglos.
15. Una herencia que
hay que proteger
Rechazamos el miedo a
la modernidad, el miedo a la libertad, el irracionalismo, la subordinación de
las mujeres. Y reafirmamos las ideas que inspiraron los grandes llamamientos
colectivos de las revoluciones democráticas del siglo XVIII: libertad, igualdad
y solidaridad, derechos humanos, búsqueda de la felicidad. Estas ideas
seminales se convirtieron en nuestra herencia gracias a las transformaciones
socialdemócratas, igualitarias, feministas y anticolonialistas de los siglos
XIX y XX, que aspiraron a la búsqueda de la justicia social, el estado del
bienestar, la hermandad y sororidad de todos los hombres y mujeres. Nadie puede
verse excluido, nadie debe quedar marginado. Somos partidarios de estos
valores. Pero no somos fanáticos, y por ello abrazamos igualmente los valores
del libre cuestionamiento, el diálogo abierto y la duda creativa, del juicio
ponderado y la conciencia de los límites impuestos por la realidad. Nos oponemos
con el mayor vigor a la imposición de una verdad total, incuestionable y
acrítica.
C. Elaboraciones
Defendemos las
democracias pluralistas y liberales contra quienes ignoran las diferencias
entre ellas y los totalitarismos y otros regímenes tiránicos. Pero las
democracias tienen sus propios defectos y limitaciones. La lucha por el
desarrollo de instituciones y actuaciones más democráticas, y a favor del
acceso al poder de quienes carecen de influencia, voz o recursos políticos, es
un aspecto vigente para cualquier programa de izquierdas.
Las bases económicas y
sociales en las que las democracias liberales se asientan están marcadas por
profundas desigualdades de riqueza y salarios y por la pervivencia de
privilegios inmerecidos. A su vez, las desigualdades globales son objeto de
escándalo para la conciencia moral de la humanidad. Millones de seres humanos
viven en la más terrible pobreza. Cada semana, decenas de miles de personas
(sobre todo niños) mueren de enfermedades curables. La desigual fortuna, entre
individuos y entre países, reparte arbitrariamente entre los hombres la
posibilidad de sobrevivir.
Este estado de cosas es
un reproche permanente a la comunidad internacional. Nosotros, personas de
izquierdas, respetando nuestras tradiciones, luchamos por la justicia y una
vida digna para todos. En nombre de esas mismas tradiciones, también hemos de
luchar contra las poderosas fuerzas de tiranías de corte totalitario que han
vuelto a ponerse de manifiesto. Tenemos que librar estas dos batallas
simultáneamente. No es posible sacrificar ninguna.
Repudiamos el modo de
pensamiento según el cual los sucesos del 11 de septiembre de 2001 fueron la
moneda justamente devuelta a Estados Unidos, y que son “comprensibles” a la luz
de los legítimos agravios generados por la política exterior de este país. Ese
día se perpetró un asesinato masivo, inspirado por odiosas creencias
fundamentalistas, que nada puede redimir. Ninguna formulación evasiva es capaz
de ocultar este hecho.
Los impulsores
fundacionales de este manifiesto adoptaron posturas diferentes ante la
intervención militar en Irak, unos a favor y otros en contra. Reconocemos que
era posible disentir razonablemente de las justificaciones de dicha
intervención, la manera en que fue llevada a cabo, la planificación (o falta de
planificación) del período posterior y las posibilidades reales de una implementación
exitosa del cambio democrático en ese país. No obstante, todos coincidimos en
la valoración del carácter reaccionario, semifascista
y asesino del régimen baasista iraquí, y reconocemos en su derrocamiento la
liberación del pueblo iraquí. También nos reúne la opinión de que, desde ese
día, la primordial preocupación de los auténticos progresistas e izquierdistas
debió de ser la lucha por lograr la implantación en Irak de un orden político
democrático y la reconstrucción de las infraestructuras del país, así como la
creación, después de décadas de la más brutal opresión, de un marco de vida
para los iraquíes condigno con el que quienes viven en países democráticos dan
por supuesto, en lugar de escarbar entre las ruinas de Irak en busca de
argumentos sobre la intervención.
Esta actitud nos opone
no solamente a quienes en la izquierda se han manifestado abiertamente a favor
de las bandas de criminales djihadistas y baasistas
de la mal llamada resistencia iraquí, sino también a quienes han buscado la
manera de situarse entre estas fuerzas y los grupos que luchan por instaurar en
ese país nuevas formas de vida democrática. Tampoco somos de la cuerda de
quienes con la boca pequeña se declaran a favor de estos fines, mientras
dedican la mayor parte de sus energías a criticar a sus adversarios políticos
en casa (supuestamente responsables de todas las dificultades encontradas en
Irak) y mantienen un silencio táctico casi total sobre las impresentables
fuerzas de la “insurgencia” iraquí. Los numerosos opositores de izquierdas a un
cambio de régimen en Irak que han sido incapaces de comprender los motivos que
han conducido a otros miembros de la izquierda a apoyar ese proceso y que se
dedican a decretar su anatema y excomunión, llegando recientemente a exigirles
que hagan acto de contrición y se arrepientan, delatan con claridad meridiana
los valores democráticos en los que creen. Las agresiones vandálicas contra
sinagogas y cementerios judíos y los ataques a las personas judías están
incrementándose en toda Europa. El “antisionismo” ha
crecido hasta el punto de que supuestas organizaciones de izquierdas aplauden y
apoyan a oradores abiertamente antisemitas y forman alianzas con grupos
antisemitas. Entre personas cultas y acaudaladas se hallan individuos que no
tienen empacho en afirmar que la guerra de Irak se hizo para defender intereses
judíos o que elaboran otras sutiles y “educadas” insinuaciones acerca de la
influencia de los judíos en la política nacional e internacional; unas
insinuaciones que durante más de cincuenta años, y a consecuencia del
Holocausto, nadie se hubiese atrevido a hacer públicamente sin correr el riesgo
de deshonrarse. Nos oponemos firmemente a cualquier manifestación de este tipo
de intolerancia.
La violación de
derechos humanos básicos en Abu Graib y en Guantánamo
y la práctica de la “rendición” deben ser vigorosamente condenadas por lo que
son: una desviación de los principios universales de cuya histórica adopción
los mismos países democráticos, y principalmente Estados Unidos, son mayoritariamente
responsables. Pero rechazamos el doble rasero que hoy permite a la mayor parte
de la izquierda calificar de máximas violaciones de los derechos humanos las
perpetradas por las democracias, mientras silencian o callan infracciones que
las superan con creces. Esta tendencia ha alcanzado un grado tal que miembros
oficiales de Amnistía Internacional, una organización que se ha ganado un
enorme respeto en todo el mundo por su invalorable labor de décadas, puede
ahora permitirse elaborar grotescas comparaciones entre Guantánamo y el Gulag,
y afirmar que las leyes adoptadas por EE.UU. y otras democracias liberales en
su Guerra contra el Terrorismo constituyen el mayor ataque contra los
principios de los derechos humanos de los últimos 50 años, mientras voces
progresistas y de izquierdas los aplauden por ello.
D. Conclusión
Es de vital importancia
para el futuro de las políticas progresistas que las personas de sensibilidad
liberal, igualitaria e internacionalista alcen hoy su voz con claridad. Debemos
definirnos en contra de todos aquellos para quienes las políticas democráticas
y progresistas han quedado subordinadas a un simplista y elemental
“antiimperialismo” y/o a la hostilidad hacia la actual administración estadounidense.
Los valores y objetivos que realmente constituyen esas políticas – los valores
de la democracia, los derechos humanos, la batalla permanente contra el poder y
los privilegios injustificados, la solidaridad con los pueblos que luchan
contra la tiranía y la opresión– son los que más duraderamente definen los
contornos de cualquier izquierda a la que valga la pena pertenecer.