SOCIALISMO SIN RUMBO
Por su interés
y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio
web
Los partidos
europeos no capitalizan una debacle que prueba algunos de sus postulados y
ceden terreno a los conservadores
La socialdemocracia en Europa muere de razón. Sus peores augurios sobre
el capitalismo se han cumplido: manco de mano invisible, el mercado salvaje
necesitaba bridas para no arrasar las finanzas mundiales y son los Gobiernos
los que han tenido que empuñarlas exprimiendo el bolsillo ciudadano.
Más aún, los banqueros han dejado de ser una élite cool para encarnarse en coco henchido de avaricia al que atribuir todos los males de este mundo, desde el desahucio de las familias de inmigrantes que picaron el cebo de las hipotecas basura hasta las desorbitadas cifras de paro y, si hace falta, incluso el calentamiento global. Y para colmo, un conflicto armado en Afganistán desangra de capital económico y humano al Viejo Continente.
Todo
ello debería ser terreno abonado para que el centroizquierda floreciera en
Europa como el Superman garante del estado del bienestar que ha abanderado
siempre. El único superviviente ideológico del naufragio de un capitalismo
inhumano y un comunismo fallido. Un sistema mixto para vadear el foso. Y sin
embargo es la derecha la que se ha subido a la ola, capitalizando el
descontento ciudadano en elecciones nacionales y europeas mientras el
centroizquierda languidece en busca de brújula con la que orientarse en unos
tiempos que debieran haberle sido propicios.
Para
ello, la derecha se ha arrimado al centro, intentando navegar la debacle
financiera en las naciones que dirige (Italia, Francia) sin recortar en exceso
los programas sociales. En muchos casos también ha asumido como propias
batallas que antes llevaban la etiqueta de izquierdistas, como la cobertura
sanitaria universal (no en vano a Obama se le llama comunista por intentar
reformarla), el cambio climático o la paridad.
El
éxito del socialismo griego en las elecciones de ayer es la excepción que
confirma la regla. Y se debe más al descrédito del primer ministro, Kostas
Karamanlis, cuyo reinado de seis años acaba con la economía tiritando, una
corrupción extendida, miles de hectáreas de bosque reducidas a ceniza en
incendios provocados y un descontento juvenil que el año pasado cristalizó en
los peores disturbios en décadas. En Portugal, el triunfo del socialista José
Sócrates quedó empañado hace dos domingos por la pérdida de la mayoría
absoluta.
En
las cuatro grandes potencias de la UE, los socialdemócratas han perdido pie,
aunque las elecciones a la Eurocámara de junio probaron que el golpe alcanza a
sus socios en Austria, España, Polonia, Bulgaria, Hungría y República Checa.
Alemania.
El ejemplo más significativo del fracaso del centroizquierda en las urnas lo
encarna el SPD alemán, expulsado de la gran coalición tras su peor resultado en
unas generales desde la II Guerra Mundial (23%). El hundimiento de la madre de
todas las formaciones socialdemócratas europeas sólo fue superado por su caída
en las parlamentarias de junio en la UE (21%). Ahora, debe tragarse el sapo y
negociar con Die Linke, la escisión izquierdista del renegado Oskar Lafontaine
que incluye a los ex comunistas de la antigua RDA y ha rentabilizado el fracaso
del SPD.
Francia.
El Partido Socialista francés está sumido en una guerra civil que ha dejado a
Nicolas Sarkozy sin oposición y frotándose las manos. La caída de Ségolène
Royal en las elecciones de 2007 abrió paso a su sangrienta batalla contra la
alcaldesa de Lille, Martine Aubry, que le arrebató el liderazgo del partido.
Ambas difieren en el golpe de timón necesario para encarar el futuro del
partido, fuera de la presidencia desde 1988. Royal quiere acercarlo a los
centristas y los Verdes. Aubry, conservar su esencia. La lucha interna ha
dejado desprotegido el frente contra Sarko, que se permitió incluso una OPA
hostil a la izquierda para apropiarse de sus referentes, como Bernard Kouchner,
fundador de Médicos sin Fronteras y actual ministro de Exteriores. Las urnas
volvieron a darle la razón en las europeas de junio, en las que cosechó un 28%
de votos frente al 24,7% del PS.
Reino
Unido. La formación que dirige Gordon Brown no parece la misma que encumbró a
Tony Blair, aquel buque insignia de la tercera vía salvadora de una izquierda
en crisis. A la traición en sus propias filas, con diputados que amagan con
abandonar un barco en perpetua crisis, Brown añadió recientemente la puñalada
del diario The Sun, que tras 12 años de devoción laborista ha roto amarras. El
premier pierde credibilidad a pasos agigantados y ha tenido que echarse para
atrás en su promesa de no subir impuestos.
Italia.
El nuevo líder de la izquierda más desorientada de Europa, Dario Franceschini,
no ha aprovechado el escándalo que ha dejado a Berlusconi literalmente en
calzoncillos. El jefe del Gobierno -que bastante tenía con su dossier judicial-
ha capeado un rosario de sórdidas acusaciones que van del cortejo a menores al
uso de recursos públicos para fiestas. En las europeas venció por nueve puntos
a sus rivales.