EL COSTE DE LA
DESIGUALDAD
Temores en la elite de Davos
por la polarización económica entre el 1% y el 99%
Artículo de
Andy Robinson en “La
Vanguardia” del 20-1-12
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Las cumbres de la élite empresarial celebradas cada año
en la estación de esquí suiza de Davos antes eran
alegres homenajes al dinamismo del capitalismo globalizado con reservas
inagotables no sólo de champán y canapés, sino también de optimismo. Ya no
tanto.
Hasta los consejeros delegados billonarios que se
reunirán la semana próxima en Davos para el Foro
Económico Mundial albergan dudas existenciales sobre la concentración de la
riqueza en los bolsillos de una pequeña minoría (ellos mismos) hasta un extremo
que no se había visto desde los años 20. Si se mantiene esta tendencia, pueden
sembrarse las "semillas de una distopía",
que sustituirá las utopías de la globalización que Davos
siempre ha abanderado.
Es la conclusión del último informe Global Risks 2012, elaborado
a partir de entrevistas a 469 expertos globales - la mayoría empresarios, pero
también representantes sindicales y de la sociedad civil-,que
se publica antes de cada cumbre en Davos. Este año,
advierte que la desigualdad económica, junto con las crisis de endeudamiento
público, "serán impulsores de nacionalismo, populismo y
proteccionismo", (ideologías que chocan frontalmente con el espíritu de Davos).
Hay una dosis indudable de hipocresía en las advertencias
de Davos. Muchos de sus participantes siguen
asignándose espectaculares remuneraciones. El polémico banco de inversiones
Goldman Sachs - uno de los 100 socios estratégicos
del foro de Davos-,por ejemplo, causó estupor el
martes al anunciar que había pagado una media de 300.000 euros a sus empleados en
el 2011. Según la revista Forbes,el
número de billonarios a escala mundial (con más de 1.000 millones de dólares)
ha subido el 27% desde el inicio de la crisis en el 2007. El sueldo medio de
los ejecutivos de multinacionales británicas subió el 55% en el 2010.
Pero el informe es otro indicio de la preocupación
creciente entre las élites de que la desigualdad puede ser una bomba de
relojería. En EE. UU., donde la renta real del 1% de las familias más ricas ha
subido el 278% desde 1979 frente a un aumento del 35% para la clase media, Barack Obama ha nombrado a Alan Krueger, autoridad sobre desigualdad de la Universidad de
Princeton, como principal asesor económico.
La polarización de las rentas entre una minoría
privilegiada y el resto es un "cáncer que destruye la capacidad de
nuestras economías para crecer y generar empleo". dice
Stewart Lansley, autor británico del libro The cost of inequality
(Gibson Square, 2012).
Para entender por qué, hay que remontarse tres décadas, a
los años de la Dama de Hierro:"En los setenta y ochenta, con la llegada al
poder de Margaret Thatcher y Ronald Reagan, se empezó
a decir que la sociedad igualitaria había llegado demasiado lejos. Que para
tener una economía emprendedora y vibrante hacía falta bajar los impuestos a
los ricos", explica Lansley en una entrevista.
El experimento se puso en marcha en EE.UU. y el Reino
Unido. Se aplicaron recortes de impuestos sobre las rentas altas, de modo que
se bajó el tipo superior del 80% al 30%. Se adoptó un programa de reformas estructurales,
una agresiva desregulación laboral para reducir el poder sindical y bajar
salarios; congelación de los salarios mínimos y draconianos recortes de la red
de protección social para crear más incentivos.
Y, previsiblemente, los coeficientes Gini
- una medida de desigualdad entre familias-se dispararon entre 1980 y 2000 en
los países de la vanguardia de la revolución neoliberal, EE. UU., Reino Unido y
Nueva Zelanda. Siguieron muchos países europeos. Alemania, a partir del 2002,
desreguló su mercado de trabajo. Este país creó millones de empleos
a tiempo parcial y registró un aumento fuerte de su coeficiente Gini, agravado por la ausencia de un salario mínimo en
Alemania.
Pero el resultado económico de las políticas que
polarizaron las rentas no era el deseado. "El crecimiento de las tres
últimas décadas ha sido más volátil que en las anteriores, con sucesivas
burbujas, graves crisis financieras y duras recesiones", dice Lansley. Esto se debe principalmente a dos factores. Uno:
"Con salarios estancados, el consumo masivo depende cada vez más del
endeudamiento privado", una fórmula de crecimiento insostenible. Estemismo argumento defiende Raguran
Rajan, de la Universidad de Chicago, ex economista jefe del FMI que destaca el
papel de la desigualdad en la crisis de las hipotecas basura en EE.UU. El FMI
advierte que la reducción constante de salarios frente a beneficios en el
reparto del PIB pone en peligro el crecimiento estable. Y dos: los superricos invierten en activos financieros especulativos
muy susceptibles a burbujas, como la bolsa, o el sector inmobiliario. Es más,
consumen menos de cada incremento de su renta que las clases media y
trabajadora. Esto hunde la demanda agregadayprovoca
recesiones, sostiene Robert Reich, el secretario de
Trabajo de Bill Clinton. Algunos países evitaron la tendencia haciauna mayor desigualdad.
Los periféricos europeos –Irlanda, EspañayGrecia–
gracias a nuevas redes de protección social vertebrada por la familia
mediterránea, así como a un crecimiento económico generado por la integración
en la unión europea. Así lograron reducir la desigualdad. En España y Grecia,
el coeficiente Gini bajó de 0,35 a 0,32 entre los 80
y finales de la década pasada, segun la OCDE. Pero
las últimas medidas anticrisis en la periferia de la
zona euro –calcadas de las reformas estructurales de la revolución neoliberal
hace 30 años– pueden estar sembrando otras "semillas de la distopía" en el sur europeo. En España, donde la
crisis ya ha provocado un aumento del coeficiente Gini,
segun Eurostat, la
congelación del salario mínimo "con casi toda seguridad aumentará los
niveles de desigualdad", dice Lansley.
Asimismo, "una ofensiva contra los convenios en
España anularía los avances contra la desigualdad", advierte Philip
Jenkins, de UNI Global Union, que participará en una
conferencia en Davos la semana próxima titulada
precisamente Las semillas de la distopía.