INSTITUCIONES PARA LA GLOBALIDAD

Artículo de José Javaloyes en “La Estrella Digital” del 16 de octubre de 2008

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

El Reino Unido lidera políticamente la conciencia de la situación económica mundial. Gordon Brown, asistido por Durao Barroso, presidente de la Comisión Europea, pide que continúen las reformas para evitar otra crisis financiera como la presente y que los efectos de ésta se proyecten en la economía real. Hacer de la necesidad virtud. Doblado el cabo de la crisis financiera, la iniciativa británica que marcó el rumbo del acuerdo de eurozona incluye ahora una segunda fase en la respuesta a la misma crisis. Una fase o capítulo consistente en la preparación de las medidas necesarias para que no vuelva a producirse lo sucedido. Más allá de la cumbre europea que comenzaba ayer y que busca que el resto de los 27 acepten el rescate aprobado el pasado domingo, en Washington se espera el encuentro del presidente Bush con el propio Durao Barroso y Nicolas Sarkozy, éste en su doble condición de presidente de Francia y de la Unión Europea. Desde el espacio atlántico, de donde surgió la crisis, se esboza ya la segunda fase de la solución.

La materia es financiera y económica, pero el problema es político. Un asunto que concierne a los gobiernos: concertados en entidades supranacionales, como la misma Unión Europea, o entendidos individualmente, como los propios Estados Unidos, Rusia, China, Japón... Esa globalizada y sobrevenida condición de las relaciones económicas internacionales ha llevado al premier británico a señalar la necesidad de nuevas reglas de funcionamiento de los mercados financieros; reglas de mayor transparencia y de mejoras suficientes de los mecanismos de supervisión. Se trata de un conjunto de objetivos que postula la revisión de las responsabilidades conferidas a instituciones financieras multilaterales tan emblemáticas como el Fondo Monetario Internacional, establecido hace 64 años conforme a las necesidades que cursaban en un tiempo tocado por guerra.

En esas seis largas décadas transcurridas desde entonces, los cambios habidos en las relaciones internacionales, tanto en las de contenido político y militar como, principalmente, en el plano económico, han desembocado en la actual situación de globalidad, o de interactividad, que en sus complejidades las convierte en cualitativamente distintas.

De ahí que tanto como afinar los instrumentos internacionales de análisis y previsión actualmente existentes, lo que se viene a plantear en la iniciativa británica sea el complementario establecimiento de nuevos mecanismos de alerta que permitan evitar desenlaces como los sobrevenidos con la crisis financiera actual, además de crear organismos supervisores destinados a vigilar tráficos de las entidades multinacionales, reducir la opacidad y aumentar la información que permita identificar en tiempo real los problemas para solucionarlos antes de que ocasionen daños costosamente reparables.

Más allá de lo que resulte de esta Cumbre de Bruselas, cabe advertir que al problema de la confianza de los mercados sucede, sin estar completamente resuelto -como ilustraban las bolsas de ayer, más allá de los recortes técnicos-, la cuestión de la credibilidad política de los gobiernos involucrados en el rescate de la normalidad económica. La globalidad requiere sus propias instituciones. ¿Otro Breton Woods?