ENTREVISTA
A MAGDI CRISTIANO ALLAM,
Por Irene Hdez. Velasco en “El Mundo” del 29-3-08
Por
su interés y relevancia he seleccionado la entrevista que sigue para incluirla
en este sitio web.
El
formateado es mío (L. B.-B.)
«He decidido convertirme al catolicismo porque no
creo posible reformar el islam desde dentro»
EL SUBDIRECTOR DEL 'CORRIERE DELLA SERA' ES UNO DE LOS
MAYORES EXPERTOS EN ISLAM. EL PASADO SABADO FUE BAUTIZADO POR EL PAPA EN LA
BASILICA DE SAN PEDRO, MATERIALIZANDOSE ASI SU CONVERSION AL CATOLICISMO. EL
GESTO HA DESPERTADO LA IRA DE LOS ISLAMISTAS EN TODO EL MUNDO
CARGO:
Columnista, subdirector del 'Corriere della Sera' y
especialista en Oriente Próximo / EDAD: 55 años / FORMACION: Licenciado en
Sociología por la Universidad de la Sapienza de Roma
/ CREDO: Católico / SUEÑO: Que los musulmanes puedan convertirse al catolicismo
con la misma libertad y visibilidad con la que los católicos lo hacen al islam
Magdi Allam es un hombre
delgado y de aspecto frágil. Y parece aún más desvalido en medio de los tres
fornidos guardaespaldas que constantemente le acompañan. Aunque él está tan
habituado a su presencia que no se siente cohibido ante ellos. Hace ya cinco
años que este ensayista y periodista nacido en Egipto, pero afincado en Italia
desde hace 35 años, vive con escolta policial, a causa de las amenazas de
muerte proferidas contra él por extremistas islámicos.
No
en vano, y muerta Oriana Fallaci, este subdirector
del Corriere della Sera que en breve presentará en
España su libro Vencer el miedo se ha convertido en el mayor fustigador público
que hay en Italia contra el islam y en defensor a ultranza de la civilización
occidental. Pero tiene algo de lo que la Fallaci y
tantos otros detractores de la religión musulmana carecen: un conocimiento
privilegiado del islam, asequible sólo a alguien que ha vivido ese credo desde
dentro.
Pero
después de 55 años viviendo como musulmán, Magdi Allam se convirtió el pasado sábado al catolicismo. Su
bautismo, oficiado por Benedicto XVI en la Basílica de San Pedro durante la
vigilia pascual, ha desencadenado un alud de críticas por parte de musulmanes
radicales, moderados e incluso de católicos. Y una nueva condena a muerte
contra él, dado que muchos terroristas islamistas defienden que la apostasía
del Corán se debe de castigar con la pena capital.
PREGUNTA.-
¿Se esperaba la riada de protestas y reacciones que ha provocado su bautismo?
RESPUESTA.-
Déjeme en primer lugar señalar que la mayoría de las reacciones que estoy
recibiendo son de afecto y de solidaridad. Pero, por supuesto, daba también por
sentado que iba a haber reacciones críticas, duras e incluso violentas. Es algo
que me duele, pero a la vez me reafirma en la decisión que he tomado.
P.-
Usted lleva cinco años condenado a muerte por los extremistas musulmanes por
decir cosas como que el islam es una religión fisiológicamente violenta. ¿En
qué basa esa afirmación?
R.-
Permítame antes que le explique algo. Yo soy una persona a punto de cumplir 56
años, nacido y criado como musulmán en un contexto particular que me ha llevado
a estudiar en una escuela católica en El Cairo y a trasladarme después a
Italia, donde estudié en la Universidad. Siempre he estado fuertemente
interesado en la dimensión de los valores. Obviamente, he conocido bien el
islam desde dentro, he frecuentado a muchísimos musulmanes y sé de qué hablo
cuando hablo de esta religión. Y es necesario, además, tener en consideración
que desde hace cinco años vivo bajo protección policial, porque a causa de mis
opiniones he sido condenado a muerte y repetidamente amenazado por extremistas
y terroristas islámicos, empezando por algunos que operan fuera de Italia como Hamas, pero también de otros con base en Italia. Esta
situación no es un mero detalle en mi vida. Desde el momento en el que he sido
condenado a muerte, mientras yo me empeñaba en promover un islam moderado en
Italia, me he sentido obligado a reflexionar sobre este credo. A preguntarme si el islam es compatible con los valores que son
el fundamento de nuestra humanidad. Me he visto obligado a hacerme esa pregunta porque lo
que estaba en juego era mi propia vida.
P.-
¿Y a qué conclusión ha llegado?
R.-
El Corán, la obra y las palabras de
Mahoma son incompatibles con los valores fundamentales de nuestra civilización
occidental, es decir, con la concepción de la vida como un don sagrado desde el
nacimiento hasta la muerte, con el pleno respeto de la dignidad de la persona
(incluida la igualdad entre hombres y mujeres) y con la libertad de elección
del individuo. Si no fuera así, yo no habría abandonado la religión islámica.
Pero si he decidido convertirme al catolicismo es porque estoy completamente
desilusionado de la posibilidad de reformar el islam desde dentro.
P.-
¿Quiere decir que no cree que exista un islam moderado?
R.-
Yo creo que el islam en cuanto
religión que tiene en el Corán su fundamento doctrinal es una realidad que no
admite reformas. De hecho, está concebido para ser intocable, inmodificable y,
por tanto, no interpretable. Creo que efectivamente no se puede hablar de un
islam moderado. Pero otra cosa son los musulmanes, entre quienes sí existen
moderados. Hay musulmanes que tienen unos valores y compatibilizan su fe con la
razón. Con ellos no sólo es posible el diálogo, sino que es un deber. Yo estoy a
favor del diálogo con los musulmanes, pero siempre que, como punto de partida,
éstos reconozcan que la vida es un don sagrado y defiendan la libertad de la
persona y la libertad de elección del individuo. Estos son valores
innegociables e inalienables previos a cualquier negociación y que representan
la esencia de nuestra humanidad.
P.-
Sin embargo, su conversión al catolicismo no sólo ha provocado la ira de los
fundamentalistas islámicos. Los mismos 138 intelectuales musulmanes moderados
que recientemente enviaron una carta al Papa abogando por el diálogo interreligioso también han sido muy críticos con su
bautismo a manos de Benedicto XVI.
R.-
¿Moderados, dice usted? Han escrito una carta muy dura al Papa intimándole a
romper cualquier relación conmigo y han condenado mi conversión como un gesto
de apostasía. Eso confirma que no
puede existir moderación si antes no se comparten unos valores fundamentales
que hoy por hoy están absolutamente ausentes. Estos 138 musulmanes que usted me señala no son moderados,
son falsos moderados que tratan a través de juegos de palabras de esconder sus
intenciones verdaderas y su auténtica realidad ideológica.
P.-
¿Por qué muchas personas en Europa no ven el islam de la misma manera que
usted?
R.-
Occidente está enfermo de relativismo
en el plano cognitivo, cultural, religioso y ético. Este relativismo ha llevado a imaginar que todo y todos están
sobre el mismo plano y que se debe apreciar todo y a todos prescindiendo del
contenido, que no se deban usar parámetros valorativos y críticos ante
realidades diversas para no herir su susceptibilidad. Ese relativismo es el que
en el plano político ha producido lo políticamente correcto, esa actitud que
por nada del mundo quiere crear tensiones con los otros, que prefiera la autocensura
como mecanismo para prevenir reacciones negativas por parte de los otros. En el
plano social, el relativismo ha producido el multiculturalismo, un modelo de
convivencia social que se imagina que es suficiente regalar la libertad y los
derechos a todos para que esta libertad y estos derechos se conviertan
automáticamente en patrimonio de la colectividad. Sin embargo, el resultado ha
sido el opuesto. Porque la libertad y los derechos sin vínculos, y sobre todo
sin un común aglutinante fundado sobre el equilibrio entre los derechos y los
deberes, ha hecho que se creara un vacío en el plano de la identidad y que se
produjera el desmoronamiento del tejido social.
P.-
Sin embargo, algunas acciones por parte de Occidente, como por ejemplo la
invasión de Irak, también han contribuido a insuflar el fundamentalismo
islámico, ¿no cree?
R.-
Occidente cree que la violencia del
terrorismo islámico es de naturaleza reactiva, y no de naturaleza agresiva como
en realidad es. Este Occidente se considera culpable de todos los males sobre
la faz de la Tierra.
Si alguno se hace saltar por los aires en alguna parte del mundo o si una bomba
estalla donde sea, Occidente considera que es culpa suya. Occidente no se ha enterado de que hay en marcha una guerra
mundial globalizada desencadenada por el terrorismo islámico y dirigida a
imponer su poder a través de una suerte de califato globalizado aprovechando
los regímenes en el poder en los países de mayoría musulmana y tratando de
condicionar lo más fuertemente posible a los gobiernos occidentales,
presionando a los elementos más radicales de los musulmanes presentes en esos
países. Pero, por desgracia, Occidente hasta ahora no lo ha entendido.
P.-
No sólo los musulmanes han criticado su conversión. También lo han hecho muchos
católicos, asegurando que quizás no era necesario que le bautizara el Papa en
persona, en la Basílica de San Pedro, durante la vigilia pascual y en una
ceremonia retransmitida en directo por la televisión italiana...
R.-
Yo realmente no alcanzo a comprender cómo algunos católicos pueden llegar a
pensar que sea un escándalo el que yo me haya convertido en la Basílica de San
Pedro durante la vigilia pascual, y a considerar como un agravante el que haya
sido el Papa el que haya administrado el sacramento del bautizo y de la
eucaristía. El mensaje que dan
estos católicos es que bautizarse, convertirse a la religión católica, es una
especie de vergüenza que habría que realizar sólo secretamente, a escondidas. A
mí lo que me ha distinguido como musulmán es haber sido un espíritu libre.
Siempre he dicho lo que he pensado, y siempre he hecho lo que pensaba. He
intentado en todo momento ser plenamente yo mismo. Y continuaré haciéndolo de
católico.
P.-
¿Cómo explica entonces que muchos católicos consideren su bautismo como una
provocación?
R.-
La conversión es un derecho, un acto
de libertad, no una provocación. Estamos hasta tal punto sometidos al
pensamiento relativista, estamos hasta tal punto subyugados del miedo al terrorismo
islámico, que terminamos creyendo que el ejercicio de una libertad y de un
derecho puede ser considerado una provocación. Esto significa que este
Occidente ya se ha sometido al terrorismo de cortarse la lengua, de aquéllos
que han logrado imponer la autocensura para no decir lo que verdaderamente se
quiere decir y decir en cambio lo que ellos desean oír.
P.-
¿Y por qué cree que el Papa ha querido bautizarle en persona, sabiendo quizás
que podía ser fuertemente criticado por ello?
R.-
Si el Papa ha decidido voluntariamente llevar a cabo el gesto de bautizarme,
creo que ha tenido fuertes motivos para hacerlo. A mí lo que me parece es que
el suyo ha sido un gesto de gran sabiduría y de gran valentía, porque ha
antepuesto las razones de la fe a las de la diplomacia y la política, que es lo
que debe hacer un Pontífice que encarna un poder esencialmente espiritual. Yo
creo que los católicos, sobre todo aquéllos que son grandes prelados de la
Iglesia católica, deberían tener mayor respeto por el Papa, que es el vicario
de Cristo en la tierra. Lo que está
ocurriendo en algunos sectores de la Iglesia críticos con el Papa es una
confirmación de que el relativismo ha terminado por contagiar a la propia
Iglesia. Yo estoy totalmente a favor de Benedicto XVI. Y no sólo ahora. También
estaba de su lado cuando era musulmán. Soy uno de los pocos periodistas de las
grandes cabeceras italianas que ha defendido de manera extrema y absoluta al
Papa tras su discurso de Ratisbona el 12 de septiembre de 2006. Y no he defendido
sólo el derecho a la libertad de expresión del Papa, le he defendido también
por el valor de lo que dijo. Yo apoyo lo que dijo en Ratisbona.
P.-
Federico Lombardi, el jefe de la oficina de prensa del Vaticano, precisaba el
jueves que el Papa le haya bautizado no significa que comparta sus ideas
respecto al islam. ¿Qué le parece?
R.-
Pues algo obvio . Faltaría más.
P.-
¿Teme que su bautismo pueda desencadenar reacciones violentas contra usted o
contra Benedicto XVI?
R.-
Analicemos lo que los islamistas están tratando de hacer, el juego sucio que
están siguiendo. En primer lugar, tratan de criminalizarme, diciendo que Magdi Allam jamás ha sido
musulmán porque nunca ha sido practicante, que en realidad no se puede hablar
de conversión porque no era un musulmán. También dicen que soy un vendido a
Israel, esgrimiendo en ese sentido que mi último libro se llama Viva Israel.
Dicen,
asimismo, que estoy a sueldo de Israel, por haber obtenido el premio
internacional Dan David que concede una fundación israelí y que he compartido
con otros tres periodistas, incluido otro musulmán de Indonesia. En fin,
afirman que he traicionado el islam. Mi criminalización busca desacreditar al
Santo Padre. Me criminalizan para poder atacar al Papa, ése es su verdadero
objetivo y debemos ser conscientes de ello. Pero, por desgracia, por culpa de
los católicos que ya han expresado sus críticas y su contrariedad a mi
conversión a manos del Papa y de los famosos 138 moderados musulmanes, se esta creando un clima bastante feo, el mismo que suele
preceder a las explosiones de violencia.
«Bautizarme
ha sido lo más importante de mi vida, he renacido»
¿Cómo
ha cambiado su vida desde el pasado sábado, cuando fue bautizado?
-
Me siento más sereno, más tranquilo, más feliz. Siento una absoluta sintonía
entre los valores en los que siempre he creído y el contexto espiritual,
cultural y social del catolicismo, la religión a la que me he unido. Me siento fuerte y determinado a seguir luchando para afirmar la
verdad, la vida y libertad.
¿Qué
sintió al ser bautizado por el Papa?
-
Una alegría inmensa. Durante las tres horas anteriores al bautismo estuve
nerviosísimo, porque era consciente de que iba a ser el hecho más importante de
mi vida. De hecho, bautizarme ha sido como renacer.
¿Conocía
a Benedicto XVI de antes?
-
No. La primera y única vez que le he visto ha sido cuando me bautizó. Aunque
espero poder verle en una audiencia futura.
¿Cuándo
comenzó su proceso de aproximación al catolicismo?
-
Ha sido un camino gradual y lento. De niño, desde los cuatro a los 18 años,
conocí el mundo católico a través de las escuelas italianas católicas en El
Cairo a las que fui, primero una guardería de monjas y después un colegio de
sacerdotes salesianos. Ir a esos centros me
hizo conocer la realidad de religiosos que testimoniaban su fe a través de
obras que correspondían al bien común. Pude leer la Biblia, los Evangelios, ir a misa.
¿Su
familia era musulmana practicante?
-
Mis padres estaban separados, y fue mi madre quien se ocupó de mí. Era baby sitter en una rica familia
de El Cairo. Posteriormente se fue a Arabia Saudí para trabajar al servicio de
una princesa, y ahí se volvió aún más radical en su religiosidad. Se fue de
Egipto con el pelo descubierto y volvió de Arabia con un velo hasta los pies.
¿Y
ahora?
-
Mis dos padres han muerto. Es más, cuando mi madre murió en 1992, yo mismo,
cumpliendo su deseo, la sepulté en Medina. Para mí ese fue un momento muy
dramático porque participé de la excavación de la fosa y en la deposición de
los restos y, como es tradición en los funerales en Arabia Saudí, no se deja
ninguna señal en la tumba. Así que una vez se sepulta a una persona, anda unos
pasos y ya no sabe donde está enterrada. Esto para mí fue un trauma.
Creo
que usted tiene un hijo de nueve meses al que ya bautizó hace un mes.
-
Sí, así es.
Y
el próximo 22 de abril, día de su 56 cumpleaños, se casará por la Iglesia con
su mujer.
-
Sí. El mismo día del año pasado nos casamos por lo civil, y este año nos
casaremos por la Iglesia. De ese modo completaré mi ingreso en el catolicismo.
LA
CUESTION
-
¿Ha querido usted transmitir algún mensaje con su bautismo público?
-
Espero que pueda ser un ejemplo para tantos musulmanes que viven en secreto su
conversión al catolicismo. Yo conozco varios. Porque la realidad es la
siguiente: hoy en Italia hay varios millares de italianos que se han convertido
al islam, y lo han podido hacer en absoluta libertad, lo pueden proclamar
públicamente, participan en convenios, se mueven con la más absoluta
seguridad... Sin embargo, los musulmanes que se convierten al islam han de
hacerlo a escondidas, porque si no pueden ser condenados a muerte por
apostasía. Es una situación inaceptable a la que se debe poner fin
inmediatamente. Porque si en Italia
no existe libertad religiosa, si un musulmán no es libre de convertirse, si no
es libre de proclamar públicamente su conversión, si no es libre de decir que
se siente orgulloso de haberse convertido al catolicismo, significa que la
civilización italiana está muerta, que los valores que han permitido el
desarrollo, el crecimiento y la riqueza de la Italia ya no existen.