LA DERROTA DE LA SOCIALDEMOCRACIA
Artículo de Juan Francisco Martín Seco en “La Estrella Digital” del 17 de junio de 2009
Por su interés
y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio
web
Con un muy breve comentario al final:
LA TERAPIA ERA EUROPA
Luis Bouza-Brey (17-6-09)
Son muchos los comentaristas que se preguntan acerca de un hecho aparentemente sorprendente: ¿cómo es posible que cuando en el campo ideológico se rompe la hegemonía del neoliberalismo económico y se renuncia, aunque sea parcialmente, al fundamentalismo de mercado, los partidos socialistas europeos estén en decadencia, tal como han mostrado las últimas elecciones europeas? Cabría imaginar que con la crisis económica habría llegado el turno de la socialdemocracia, ya que son muchas de sus políticas tradicionales las que se reivindican ahora, incluso por los partidos conservadores.
Sin embargo, el resultado está siendo el contrario. Hay, sin duda, una razón inmediata para ello, y es la habilidad que siempre ha tenido la derecha para apropiarse de las políticas progresistas y de las conquistas sociales, una vez que éstas se imponen por la fuerza de los hechos. Pero existe una razón más importante y profunda: el papel desempeñado por la socialdemocracia en estos años. Ciertamente, ahora podría haber sido su ocasión, si no hubiese claudicado mucho antes, al adoptar las posturas liberales, convertirse en socialiberalismo y mantener un discurso en materia económica sustancialmente similar al de los conservadores. Sólo les diferencian los matices y quizás una cierta moralina en los planteamientos y en las intenciones.
Defendieron, al igual que la derecha, las privatizaciones, la desregulación del mercado laboral, reformas fiscales regresivas, la reducción del gasto público -incluyendo por supuesto los gastos sociales-, la liberalización de los mercados y un largo etcétera. Resulta difícil encontrar en la Tercera vía de Tony Blair, en la Agenda 2010 del canciller Schroeder o en el discurso y en las medidas que González adoptó en su época de presidente de Gobierno alguna huella de la doctrina socialista, o incluso de planteamientos keynesianos. No es, por tanto, posible que puedan liderar ahora con cierta autoridad la crítica al fundamentalismo de mercado.
Si el neoliberalismo económico llegó a alcanzar la consideración de pensamiento único fue porque los partidos socialistas no supieron hacerle frente y terminaron adecuándose a sus postulados e incluso, en buen medida, llevaron a la práctica sus principios durante los años que ocuparon el poder.
Concretamente en España, el PP, durante los ocho años que ha estado en el Gobierno, ha implementado una política netamente conservadora, pero el PSOE estaba en cierta manera incapacitado para realizar en materia económica una verdadera oposición. ¿Cómo criticar las brutales privatizaciones realizadas por los gobiernos de Aznar, si éstas habían comenzado en los tiempos de González? ¿Cómo condenar las regresivas reformas fiscales de los populares si ya el PSOE en sus últimos años de gobierno había acometido algunas similares e incluso en la oposición se pronunciaba a favor sobre el tipo único en el IRPF? En materia laboral apenas fue necesario que la derecha asumiese reformas regresivas, las había llevado a la práctica ya el PSOE.
Todo el diseño de la Unión Europea, obra tanto de socialistas
como de populares, se basa en los principios neoliberales. ¿Puede extrañarnos
que una gran mayoría de ciudadanos se abstenga y que aquellos que votan no
hagan demasiada distinción entre izquierdas y derechas? El propio comisario de
Economía de la Unión Europea, socialista por más señas, manifestaba en una
cadena de televisión que en el Parlamento europeo se actúa más por la etiqueta
nacional que por la ideológica. Pero si es así, ya que el número de
parlamentarios españoles es constante, ¿para qué ir a las urnas?
Muy breve comentario final:
LA TERAPIA ERA EUROPA
Luis Bouza-Brey (17-6-09)
La socialdemocracia no ha sabido
responder al neoliberalismo, pero la
izquierda radical tampoco. El problema es la globalización, que hace que las
recetas socializadoras estatalistas tradicionales ya
no sirvan. Y la solución es que la respuesta al neoliberalismo y el
fundamentalismo de mercado, en un contexto de globalización mundial, tiene que
realizarse ya a un nivel superior al estatal. La respuesta era Europa, pero una
Europa federal, y no una Europa burocrática, estatalista
y desprotegida frente a trigres y demás animales
salvajes. La respuesta es que la sociedad de bienestar sólo se puede construir
a nivel continental o atlántico, y que ni siquiera se ha intentado. Por eso
Europa ha hecho crisis, con el fracaso de la Constitución, del neoliberalismo burbujero, de la socialdemocracia anquilosada y de los
Estados estancos. Se ha producido un salto de nivel y muy pocos lo han asumido.
El liderazgo consiste en ir delante, no en quedarse atrás estorbando, o
traicionando, o retrocediendo. Por eso Europa se encuentra senil y decrépita.