LA
HERENCIA DE MAYO DEL 68
Artículo
de Cristina Peri Rossi
en “El Mundo” del 04.05.07
Por su interés y relevancia he seleccionado
el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Con una apostilla a pie
de título:
VACIO, CONFUSION,
INDEFENSION Y REACCION
(L. B.-B., 4-5-07, 8:30)
Vacío
moral, indefensión contra los anacronismos, la reacción y el terrorismo;
ausencia de modelo alternativo al capitalismo; pensamiento plano y sectarismo,
políticas cizañeras y creación de problemas innecesarios; corrupción y
amiguismo...esto es lo que nos ofrece hoy nuestra brillante izquierda vacua. La
deconstrucción de hace cuarenta años sigue minando la libertad, y la revolución
del capitalismo va a su aire sin dirección ni control; la teocracia
fundamentalista nos ha declarado la guerra; Europa, el vínculo trasatlántico y
la gobernación mundial están en crisis. Es preferible el discurso "respublicano" de Sarkozy;
que el pueblo nos libre de Zapateros-as .
Si hay un mito positivo en la terrible Europa
del siglo XX (la Europa de dos guerras mundiales, del nazismo, del estalinismo,
del franquismo, del salazarismo, de los campos de exterminio, de las torturas,
de la persecución, de la pobreza) es el del mayo francés del 68. No fue una
revolución, pero tuvo mucho de revolucionario: la unidad de obreros y
estudiantes, la toma de algunas de las empresas representativas del
capitalismo, como la Renault, el movimiento antipsiquiátrico
que eliminó el electroshock y otras barbaridades sufridas por los «enfermos
mentales» y el impulso a las reivindicaciones feministas. Fue la última
generación que creyó en la posibilidad de cambiar el mundo según los ideales, y
no según las leyes del mercado. Por eso, el candidato de la derecha francesa, Nicolas Sarkozy, hace unos días, arremetió contra el mayo
del 68, cuando más de diez millones de obreros iniciaron una huelga general
para obtener un pacto social que ha durado varias décadas, aunque ahora, desde
la izquierda, sea necesario renovarlo. El mayo francés tuvo proyección
universal; no sólo consiguió un aumento del 35% en el salario mínimo de los
trabajadores: destruyó gran parte de la moral burguesa y auspició un cine mucho
más libre, un arte más vanguardista y una vida alternativa a las mujeres, que
hasta entonces, no podían abrir una cuenta bancaria a su nombre.
Pero como la Historia no progresa en línea
recta, y a veces ni siquiera progresa, a Francia le ha salido un Nicolas Sarkozy con cara de duro, discurso de duro y
demagogia de duro. Ya sabemos cómo ordenó actuar cuando la rebelión de los
suburbios. Sarkozy confunde la firmeza con la violencia, un error muy común en
la derecha.
Habría que recordarle, entre otras cosas, que
posiblemente si en Francia y en España hubieran gobernado los socialistas, la
invasión de Irak no se habría producido, y que mal que le pese, Europa necesita
otro movimiento de masas como el mayo del 68 para que las pensiones no sean tan
mínimas, para que los salarios guarden una relación más justa con los
beneficios empresariales y para que la mano de obra barata (o sea, los
inmigrantes) tengan iguales derechos que los nativos.
Es verdad que ha tenido muchísimos votos y
los tendrá en la segunda y definitiva vuelta, pero aunque gane, Nicolas Sarkozy tendrá que enfrentarse a problemas muy
serios, porque Europa necesita una ilusión, necesita creer en los viejos
ideales de la Revolución Francesa y necesita eliminar la corrupción, el
politiqueo, el culto a los nuevos ricos y la marginación de una parte
importante de la población: los jóvenes y los viejos. Puede ganar, porque los
pueblos, igual que usted o yo se equivocan, pero lo mejor que le podría pasar a
Francia es que no ganara y que Ségolène Royal pudiera
realizar ese cambio en profundidad que una sociedad gastada, llena de tics y de
injusticias necesita. El mayo del 68 se hizo desde las barricadas. La Royal lo
podría hacer desde el gobierno, que no siempre es poder, y a ver si la dejan.