EL ORIGEN DE LA CRISIS
ECONÓMICA MUNDIAL ESTÁ EN CHINA
Artículo de Enrique Suárez en “Ciudadanos
en la Red” del 09 de agosto de 2011
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Cuando a Napoleón
le preguntaron sobre la gran nación China hace doscientos años, dijo unas
palabras que hoy alcanzan plena vigencia: "Allí duerme un gigante.
Dejémoslo que duerma, porque cuando despierte se moverá el mundo entero"
El gigante chino se ha despertado y el mundo tiembla, como auguró el pequeño
corso, mientras tanto Obama llama a Zapatero a ver si
entre ambos miembros de la conjunción interplanetaria pueden conjurar el
maleficio. Difícil lo veo, porque ambos participan de la misma inanidad:
incrementar el bienestar social de la humanidad, todo gratis para sus súbditos
y que trabajen los chinos para ellos. La cuestión ha funcionado durante un
tiempo, pero ahora la estupidez de repartir lo que no se tiene, nos va a salir
cara, y las chorradas de los mandatarios actuales las acabarán pagando nuestros
hijos y nietos con sus vidas.
La cuestión es fácil de entender, China practica un capitalismo de puertas
afuera, mientras que los chinos viven en un férreo régimen comunista de puertas
adentro, al fin y al cabo, los esclavos chinos trabajan para Occidente y para
el Comité Central del Partido Comunista chino, ¿para qué quieren libertad o
democracia los chinos? Todo lo que necesita el mundo para moverse lo producen
los chinos, los hindúes y los países emergentes, tres o cuatro veces si fuera
necesario, y a un precio extraordinariamente competitivo. Un chino o un hindú
cobra 50 euros al mes y trabaja jornadas de 60 horas a la semana, produciendo
un valor de 1.000 euros. La diferencia entre valor y precio, que es de 950
euros, se multiplica por 500 millones de chinos y 500 millones de hindúes, más
200 millones de indonesios, malayos, birmanos y orientales y otros 700 millones
de otros países pobres y tenemos que cada mes hay 2 billones de euros en el
mercado, para comprar deuda de USA, España, Italia, Francia, Reino Unido,
Alemania, etc. Así que los dirigentes de los países emergentes compran la deuda
de los países avanzados, mientras van viendo como decaen las condiciones
vitales de los occidentales, sin apenas mejorar las de sus súbditos.
En Occidente se pierden puestos de trabajo, se cierran empresas, se produce más
déficit comercial, más deuda, y más miseria, lo que ocasiona más estallidos
sociales, más protestas y más problemas. China maneja la mayor masa monetaria
del planeta y juega con ella, a destruir el capitalismo. Al final, todos los
países occidentales pierden soberanía, mientras China va teniendo más poder
económico, pero también la seguridad de que mientras Occidente tenga problemas,
en China no habrá ningún problema político, que cuestione la cúpula dominante.
Es una acción inteligente de los dirigentes chinos, ellos saben que mientras en
Occidente haya problemas, a nadie se le ocurrirá pedir que los derechos humanos
se respeten en China. De hecho, lo que está haciendo China es producir un “dumping”
mundial (abaratamiento de todos los productos por debajo de su coste real) para
hundir todas las economías occidentales. La trampa es el consumo, porque los
occidentales estamos condenados a consumirnos consumiendo para que en China,
India y otros países puedan comer todos los días. Aflojarán la correa con la
que nos tienen atados, para que podamos respirar y no nos asfixiemos, pero no
la soltarán. El modo de producción asiático descrito por Marx, sin consumo
propio y elevadas producciones, introducido en el capitalismo de la
globalización es una auténtica bomba nuclear de relojería. Si consumimos malo
porque China nos asfixiará con la deuda, si no consumimos peor, porque China
seguirá produciendo hasta bajar los precios del mercado a cifras irrisorias en
una economía de escala sin precedentes a nivel global, con lo que todas las
empresas occidentales se acabarán hundiendo porque no podrán competir con la
oferta china.
Así que a este paso sólo nos queda consumir lo que producimos, en una especie
de autarquía patriótica, porque lo peor que nos puede ocurrir es tener por
esclavos a nuestros futuros amos, que además son comunistas. Como no nos demos
prisa, tendremos que pedirles permiso hasta para ir al retrete.