EL CORNEZUELO
Artículo de Gabriel ALBIAC en “La Razón” del 08/12/2004
Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
Habla del cornezuelo la última novela de José Jiménez Lozano, «Carta de Tesa».
De un cornezuelo anímico: enfermedad espiritual que ha dado en hacerse endémica,
y que convierte el oficio de maestro en tortura insostenible. Pocos son hoy
plenamente conscientes de que ese cornezuelo es la tragedia mayor de la España
contemporánea. No sólo de España, ya lo sé: la destrucción de los sistemas
escolares de matriz ilustrada y el complacido despeñarse en una boba
infantilización general, es signo de que las sociedades modernas han apostado
por el suicidio. Y han manufacturado monstruos domésticos a su medida exacta.
Pero, al menos en eso, este pobre país ha logrado ser vanguardia absoluta.
La monstruosidad, aquí, no es hipótesis de laboratorio. Son ya varias las
generaciones intelectual y anímicamente castradas por la devastadora LOGSE del
año 1986. Eso reconoce el último informe Pisa 2003 de la OCDE sobre el progreso
de la analfabetización en los países desarrollados. España es hoy, en eso,
avanzada mundial. Nuestros jóvenes acaban ya la enseñanza media sin saber leer
ni escribir. Sin saber hacer uso de una notación algebraica. Por completo puros
de cualquier contaminación con gramática o sintaxis. Impecablemente desdeñosos
hacia todo uso de conceptos, ideas y abstracciones. De lenguas clásicas, ya ni
hablo. Es el fin. Todos lo sabemos. Y todos miramos hacia otra parte, porque,
¿para qué sufrir ante lo inevitable?
No hay sorpresa. El cornezuelo del cual habla la «Carta de Tesa» de Jiménez
Lozano es infinitamente más que una ignorancia. Es el desprecio hacia cualquier
esfuerzo por construir saber o inteligencia; es el odio hacia todo cuanto no sea
el turbio naufragar común en lo más sórdido: la estupidificación metódica y
complacida. El cornezuelo es esa ley que dice que el profesor no puede, en
nombre de ningún criterio, suspender a un alumno, ni imponer en su aula otra
disciplina que la que al alumno le pete, porque toda disciplina es autoritaria,
y ya se sabe que autoridad docente es idéntica a fascismo. El cornezuelo es esa
ley que inventó al alumno PIL, ente fantástico que «promociona por imperativo
legal»: ¿usted no se sabe la tabla del 2?, no importa, nadie va a suspenderle,
la ley lo impide, es usted un PIL; ¿usted insulta, amenaza o apalea a un
profesor en clase?, no se preocupe, nadie va a expulsarle del centro, ni
siquiera del aula, ni siquiera a suspenderle, la ley lo impide, es usted un PIL…
¿Y el profesor, y el maestro? ¿Qué es ser profesor o maestro en un centro que la
LOGSE rige? Menos que nada: piltrafa para que los mutantes jueguen con ella.
Hasta romperla.
Como los bárbaros, cuenta Gibbon, rompieron el esplendor de un Imperio. Sólo
para reírse un poco.