CLAVES DE UN DISCURSO
Artículo de Olegario González de
Cardedal en “ABC” del 04.10.06
Por su interés y
relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio
web.
... Toda propuesta, para
ser merecedora de atención al hombre que piensa, debe ofrecerle un conocimiento
de la realidad, una ética con criterios para vivir en la bondad y en la verdad,
una propuesta de salvación última...
Con un comentario a pie de título:
J. S. BACH, "MASS IN B MINOR",
"CUM SANCTO SPIRITU"
Luis Bouza-Brey, 4-10-06.
Magnífico artículo.
Gracias.
Escuchen a Bach en esta
misma página. Es una de sus melodías más "marchosas". En ella, el
coro va repitiendo, "cum Sancto Spiritu in gloria Dei Patris. Amen".
Cada vez que la oigo me lleva a pensar en los movimientos de las partículas
subatómicas y en las descargas neuronales.
Y es que uno va
concibiendo la realidad total que muchos llaman Dios ---de
acuerdo con lo que les decía hace unos días--- como esa energía
inmanente-trascendente que está-en, es-el, todo. Es decir, que no lo
concibo como algo distante que se aproxima con amor a nosotros, sino como lo
que está en la médula de la realidad que percibimos dentro y fuera, y que hemos
de interpretar, pues es nosotros, nuestro objetivo evolutivo y la cima de
nuestra conciencia.
Existen dos nociones
que cada vez me parecen más verosímiles en todo esto: "Eso" ya está
"encarnado" en todo, y es la Verdad, el Bien y la Belleza. A su
percepción, descubrimiento y realización debe entregarse la Humanidad para
desarrollar sus potencialidades trascendentes. Posiblemente, cada uno de
nosotros, en varias vidas. En mi opinión, los Vedas y el budismo aciertan en esto.
Ver, SOBRE EL CONCEPTO DE REMINISCENCIA,[Filosofía],
Enciclopedia Universal DVD ©Micronet S.A. 1995-2004
Una vez agotados los ecos
de las palabras del Papa en Ratisbona, es necesario que nos preguntemos por su
voz verdadera. ¿Cuáles son las intenciones de aquella intervención, que tiene
todas las características de análisis de la realidad espiritual de nuestro
tiempo a la vez que de propuesta para un futuro espiritual nuevo? Ni el lugar
ni el momento fueron fortuitos para hablar de esas cuestiones, que unen a la
vez que diferencian a creyentes y no creyentes, a los que centran en la ciencia
y la técnica las palancas de la humanización frente a los que las centran en la
cultura y en la religión.
Discurso en Alemania; en Ratisbona,
sede episcopal de San Alberto Magno, patrón de los científicos; ante mil
quinientos profesores universitarios; en la universidad en la que él había sido
profesor; una lección de teología, dentro de una facultad perteneciente a la
Universidad del Estado como las demás, para dar cuenta y razón de todo lo que
el hombre quiere saber, debe hacer, le está permitido esperar, anhela para sí
mismo y su destino en el mundo; una invitación al diálogo con todas las formas
fundamentales del saber humano, mostrando cómo la fe, vivida a la altura de la
conciencia histórica y la razón ensanchada hasta sus límites últimos se
fecundan en reciprocidad. De esa Facultad de Teología y universidad dice:
«Formamos un todo y trabajamos en el todo de la única razón con sus varias
dimensiones, estando así juntos también en la común responsabilidad por el
recto uso de la razón».
Su punto de partida es la
revelación de Dios en Cristo, que une el elemento de manifestación gratuita de
Dios al hombre con el elemento humano de comprensión humana de Dios. El
evangelio es logos y dynamis, palabra y razón, de Dios insertado en nuestra
historia. Dios es descubrible por la razón, en oración y diálogo. La
manifestación de Dios reclama del hombre descubrir la lógica divina y
corresponderle con la propia. Dios no es mero poder, exigencia, ley, sino
razón, amor en espera de respuesta en libertad. Este es el legado fruto del
encuentro entre el cristianismo y el mundo griego, que éste recoge y forma ya
parte inalienable de su esencia. El evangelio, engendrado en matriz judía, está
escrito en griego. La iglesia debe incardinarse en cada cultura, pero esa
conjugación de evangelio y logos griego es irrenunciable, porque fue una
«decisión fundamental del origen consecuente con la naturaleza de la fe misma».
El texto clave en el
discurso es el comienzo del evangelio de San Juan: «En el principio era el
Logos (palabra, razón, sentido)». Esta afirmación es un rechazo de otras
lecturas. Frente a ellas anuncia: en el principio no estaban el silencio, la
mudez, el azar, la necesidad o la arbitrariedad, sino la palabra, la razón, la
libertad, el amor. Con la libertad creadora de Dios y su razón inmanente a
todas las cosas creadas está dada la capacidad fundamental del hombre para
conocer el sentido de lo real porque, al ser creado por el Dios Logos,
participa de su lógica e inteligibilidad. La ciencia ha nacido en Occidente al
encontrarse la noción bíblica de creación (el mundo participa del logos de Dios
y es inteligible) y la noción griega de razón. El hombre es imagen de Dios, por
ello inteligente y libre. El cristianismo es la religión de la razón y del amor
y, como unión de razón y amor, es la religión de la libertad (Hegel). No hay
cristianismo ni verdadera religión sin razón, sin amor y sin libertad. Sólo un
Dios razón, amor y libertad es digno del hombre y sólo un hombre, viviendo
conforme a ellas, es digno de Dios.
¿A quién se dirige el Papa
primordialmente? Tres son los destinatarios manifiestos de sus palabras: la
reducción cientista de la razón (racionalismo cerrado de ciertas corrientes
universitarias), la abolición de la razón con la absolutización fanática de la
fe (integrismos de toda procedencia, entre ellos el islámico) y la separación dualista
entre razón y fe (ciertas corrientes derivadas de Lutero y prolongadas en
filosofía por Kant, Harnack, protestantismo liberal).
Europa no quiere aceptar
que el primer destinatario de las palabras del Papa no es el islam sino
Occidente. A éste quería mostrarle que ha elevado la razón científico-técnica a
categoría suprema para comprender la realidad, excluyendo la referencia al
orden moral, a Dios, al sentido que la fe ofrece al hombre. Una razón que no se
abre a las cuestiones de la ética, del destino humano y de las últimas
preguntas se está suicidando. Toda propuesta, para ser merecedora de atención
al hombre que piensa, debe ofrecerle un conocimiento de la realidad, una ética
con criterios para vivir en la bondad y en la verdad, una propuesta de salvación
última. La ciencia se ejerce dentro de unos límites, que no puede absolutizar
como si ella fuera el todo de la racionalidad humana. La razón puede ser
extendida más allá de lo que su ejercitación técnica puede dar de sí. La fe no
es racional ni científica en el sentido de la física o la matemática pero no
por ello deja de ser razonable como lo son otras realidades de la vida humana
no aprehensibles con el método de las ciencias puras. Existen la belleza y la
verdad, la sabiduría y la esperanza, el amor y la fidelidad, la confianza en el
prójimo y en el Otro. El hombre confina con el Absoluto; capaz de dar de sí y
de recibir de Aquel. A quien se absolutiza a sí mismo no le queda otro
horizonte inmediato que su finitud y otro horizonte último que la muerte.
Hecho este diagnóstico, el
Papa propone un programa: la diferenciación a la vez que la unión entre razón y
fe por el descubrimiento de su raíz común: el Dios creador que es Logos y Amor.
Desde aquí invita a una colaboración en libertad entre las culturas y las
religiones, Aquí se sitúan sus referencias al islam que valen también para
ciertos periodos pretéritos de la historia de la Iglesia: la fe no se puede
propagar por la violencia. La libertad es condición para que la fe sea un acto
digno del hombre y digno de Dios; la guerra es medio perverso para trasmitir la
fe. Cristianos y musulmanes deben superar la distancia existente entre sí para
redescubrir la vocación común: ser signos vivientes del Dios clemente y
misericordioso, trascendente a la vez que encarnado, señor del hombre a la vez
que su amigo en una alianza, que los hace solidarios de destino en vida y
muerte.
El Papa le dice a
Occidente: «Una razón que es sorda a lo divino y que relega la religión al
espectro de las subculturas es incapaz de entrar en diálogo con las culturas».
Y al islam: Dios es razón y no sólo voluntad, creador de un hombre racional
capaz de conocer sus designios. Actuar contra la razón es actuar contra Dios. Y
la conclusión común: «Es a este gran logos, a la anchura de la razón, a donde
invitamos a nuestros compañeros en el diálogo de las culturas. Es la gran tarea
que la Universidad tiene que redescubrir constantemente». Tal es el programa de
Ilustración y religión que el Papa propone. (El Vaticano, igual que muchas editoriales,
podrían proveerse de mejores traductores: Aufklärung se traduce en italiano por
«iluminismo», pero en español por «Ilustración»: «el llamado» es una palabra
argentina cuyo equivalente español es «la vocación» y no son equivalentes un
«pedido» y una «petición»).