¿CÓMO ES UNA PERSONALIDAD INMADURA?
Artículo de ENRIQUE ROJAS. Catedrático de Psiquiatría, en “ABC” del 19/02/05
Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
LA
personalidad es la suma total de las pautas de conducta actuales y potenciales
determinadas por tres notas: la herencia (el equipaje genético, lo que recibimos
de nuestros padres), el ambiente (el entorno) y la experiencia de la vida (la
biografía de cada uno). La personalidad es el sello propio y específico de cada
uno. La tarjeta de visita. Dicho en otros términos, la personalidad es una
organización dinámica, en movimiento, en donde confluyen los aspectos físicos,
psicológicos, sociales y culturales de un individuo. Los psiquiatras nos
dedicamos a la ingeniería de la conducta. Somos perforadores de superficies
psicológicas, intentamos ahondar en la mecánica interna del comportamiento, para
corregirlo, mejorarlo, hacerlo más equilibrado.
La inmadurez significa una persona a medio hacer, que da lugar a una psicología
incipiente, incompleta, que no está bien terminada y que tiene muchos flecos
negativos, pero que puede cambiar y mejorar y hacerse mas sólida, con la ayuda
de un psiquiatra o de un psicólogo.
Voy a intentar sistematizar sus principales ingredientes en este decálogo, para
que el lector pueda adentrarse en la frondosidad de lo que ahí reside. Los
síntomas son los siguientes:
1) Desfase entre la edad cronológica y la edad mental: esta es una de las
manifestaciones que más llama la atención de entrada, en una primera
aproximación. No olvidemos que hay gente de maduración tardía y otra de
maduración temprana, y esto le da un carácter ligeramente distinto a esta
observación.
2) Desconocimiento de uno mismo: ésta era una de las normas del héroe griego. En
el templo de Apolo, en Grecia, había en el frontispicio de la entrada una
inscripción que decía así: «Nosci se autom», conócete a ti mismo. Se trata de
tener claro que la asignatura más importante de cada persona es uno mismo, lo
que quiere decir saber las actitudes y las limitaciones que uno tiene. Ambas son
como el cuaderno de bitácora que nos ayuda a una navegación por la vida
adecuada.
3) Inestabilidad emocional: que se expresa mediante cambios en el estado de
ánimo, pasando de la euforia a la melancolía y esto de un día para otro o dentro
de un mismo día. Esto hay que diferenciarlo claramente de las llamadas
depresiones bipolares. El inmaduro es desigual, variable, irregular, sus
sentimientos se mueven y bambolean de forma pendular, lo que hace que nunca
pueda uno saber qué va a encontrar en el otro. Esa fragilidad mudable es una
nota muy característica. Su estado de ánimo se expresa a través de unos dientes
de sierra, una especie de montaña rusa, en donde las oscilaciones son muy
frecuentes.
4) Poca o nula responsabilidad; la inmadurez tiene niveles, lo mismo que sucede
con cualquier hecho psicológico. Esta palabra procede del latín «respondere»,
que significa: contestar, prometer, satisfacer. Estar en la realidad es conocer
el hoy-ahora de uno mismo sin ningunearse y sin creerse uno más que nadie.
5) Mala o nula percepción de la realidad: la captación incorrecta de sí mismo y
del entorno que le rodea le lleva a tener una conducta desadaptada tanto
intrapersonal (disarmonía consigo mismo) como interpersonal (inadecuado contacto
con los demás, no sabiendo medir las distancias ni las cercanías).
6) Ausencia de un proyecto de vida: la vida no se improvisa. Necesita una cierta
organización, un esquema que diseñe el porvenir. Los tres grandes argumentos de
éste son: amor, trabajo y cultura. En ninguno de ellos ha calado con
profundidad. No se puede vivir sin amor, el amor debe ser el primer argumento de
la vida, que da vida y fuerza a los demás. Del cumplimiento de estos tres
grandes temas brota la felicidad, suma y compendio de una coherencia de vida
donde los tres tienen una enorme importancia.
7) Falta de madurez afectiva: entender qué es, en qué consiste y cómo vertebra
nuestra vida sentimental. Por amor tiene sentido la vida. Pero no hay amor sin
renuncias. Y al mismo tiempo saber que nadie puede ser absoluto para otro. El
amor eterno no existe; se da en las películas, en las canciones de moda y en las
personas poco maduras. Lo que sí existe es el amor trabajado día a día. Amar no
significa tener dulces sentimientos, sino volcarse con el otro en las pequeñas
cosas de cada día. En mi libro Quién eres, describo la madurez afectiva como una
modalidad aparte, con perfiles propios y específicos. Ahí solamente subrayaría
¡que fácil es enamorarse y qué complejo mantenerse enamorado. Hoy se ha
producido en este campo una auténtica socialización de la madurez sentimental.
8) Falta de madurez intelectual: la inteligencia es otra de las grandes
herramientas de la psicología, junto con la afectividad. Hay muchas variedades
de inteligencia: teórica, práctica, social, analítica, sintética, discursiva,
matemática, analógica, intuitiva y reflexiva... Pero para quedarnos con una idea
clara: una persona es inteligente cuando sabe centrar un tema, haciendo
razonamientos y juicios de la realidad adecuados, siendo capaz de elaborar un
conjunto de soluciones asequibles y positivas que permitan resolver problemas
concretos. Dicho en términos más modernos de la psicología cognitiva:
inteligencia es saber recibir información, codificarla y ordenarla de forma
correcta y ofrecer respuestas válidas, coherentes y eficaces. Aquí las
manifestaciones de la inmadurez se expresan de forma rica y variada. Falta de
visión y de planificación del futuro. Hipertrofia del presente, una exaltación
del instante. No hay crecimiento en los análisis personales y generales, con
poca o nula justeza de juicio. Serias dificultades para racionalizar los hechos
y aplicar un cierto espíritu cartesiano. La vida es como un viaje, por eso es
importante saber a dónde uno quiere ir.
9) Poca educación de la voluntad: la voluntad es una joya que adorna la
personalidad del hombre maduro. Cuando es frágil y no está templada en una lucha
perseverante, convierte a ese sujeto en alguien débil, blando, voluble,
caprichoso, incapaz de ponerse objetivos concretos, ya que todos se desvanecen
ante el primer estímulo que llega de fuera y le hace abandonar la tarea que iba
a tener entre manos. Es la imagen del niño mimado que tanta pena produce; traído
y llevado y tiranizado por lo que le apetece, por lo que le pide el cuerpo en
ese momento. Que no sabe decir que no, ni renunciar. Alguien echado a perder,
consentido, malcriado, estropeado por cualquier exigencia seria, que no doblará
el cabo de sus propias posibilidades. Un ser que ha aprendido a no vencerse,
sino a seguir sus impulsos inmediatos. Por ese derrotero se ha ido convirtiendo
en voluble, inconstante, ligero, superficial, frívolo, que se entusiasma
fácilmente con algo, para abandonarlo cuando las cosas se tornan mínimamente
difíciles.
Esto trae consigo otros datos: baja tolerancia a las frustraciones, ser mal
perdedor, ya que tiene poca capacidad para remontar las adversidades, pues no
está acostumbrado a vencerse en casi nada; tendencia a refugiarse en un mundo
fantástico, para alejarse de la realidad.
10) Criterios morales y éticos inestables: la moral es el arte de vivir con
dignidad; el arte de usar de forma correcta la libertad, conocer y poner en
práctica lo que es bueno. En la persona inmadura todo está cogido por alfileres
y fácilmente se deshilacha y se rompe. La moda, la permisividad, el relativismo
son pautas vertebrales básicas, sigue los vaivenes de lo último a lo que se
apunta todo el mundo sin ningún espíritu crítico.
La madurez es uno de los puentes levadizos que lleva a la fortaleza de la
felicidad, y es el resultado de un trabajo esforzado, serio, paciente, de quitar
y añadir, de pulir, de limar, de intentar que nuestra forma de ser sea como una
piedra de canto rodado de esas que vemos en los ríos y que casi no tienen
aristas.