LA DESTRUCCIÓN (INFERIOR) DE LA ENSEÑANZA (SUPERIOR)

 

 Artículo de Pascual Tamburri en “El Semanal Digital” del 11.06.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

 Cometí la blasfemia, hace unas semanas, de discutir si la Universidad española cumple hoy las funciones y requisitos que durante más de nueve siglos se han supuesto en tan noble corporación; e incluso si respondía al papel que en nuestra cultura ha tenido durante milenios la enseñanza superior. Nunca he recibido tantas adhesiones y opiniones. Se ve que Elsemanaldigital.com es especialmente leído en algunos departamentos.

Algunos de esos mensajes son llamadas angustiosas de auxilio, y otras irónicas constataciones de una degeneración que José Luis Rodríguez Zapatero y Mercedes Cabrera Calvo-Sotelo cabalgan, pero que viene de muy atrás. Quiero dar aquí voz, aunque no nombre, a algunos miembros de esa "generación mejor formada de la historia de España", que ven cómo el futuro educativo del país, al más alto nivel, se ensombrece. Y lo hace por igual en Universidades públicas y privadas.

Faltan maestros

"Casi me da pena ser un doctor joven que no puede dar su nombre, es decir, que no pueda ser identificado. En caso contrario la sonrisa que me ha lanzado el decano esta misma tarde no sería tal en nuestro próximo tropiezo, y entonces el de la sonrisa iba a ser yo. Que por cierto, hace siete años el mismo decano, en sesión pública, nos prometió a quienes habíamos sufrido la pérdida (por jubilación drástica) del maestro que pronto encontraría recambios para subsanar nuestra orfandad... por aquí todavía deben de estar esperándolo. De esto los nuevos doctorandos no tienen ni idea y viven felices con lo que tienen, y luego pasa lo que todos sabemos, que tenemos doctores que ignoran lo más básico de nuestra materia."

La reforma universitaria: maquillaje de un cadáver

"Yo ya no escribo sobre la universidad, porque me pondría a lanzar rayos, truenos y centellas como Júpiter tonante. Así andan las cosas, pero todo es tan absurdo y enloquecido que no merece la pena pensar en reformas: es mejor dejar que el desastre siga su curso natural. Lo de Bolonia y el crédito europeo significa que vamos a implantar el sistema de enseñanza de Oxford. Yo ya lo he tenido que aplicar con doscientos y pico alumnos en un título propio que hay aquí (público variopinto, para nada universitario, incluyendo jubilados aburridos). El resultado ha sido impresionante. Oxford, Oxford, sin duda alguna. ¡Qué trabajos me hicieron! ¡Y qué exámenes! (Porque, claro, en el Oxford hispano seguimos examinando como toda la vida: lo nuevo se superpone a lo viejo sin solución de continuidad)".

La generación sin futuro

"No seré yo quien vaya dando lecciones de las que no me considero capaz, ni siquiera abriendo los ojos a los ilustrísimos y adeptísimos nuevos doctorandos, para los que mucho me temo que los personajes con flamantes títulos probatorios que actualmente pululan por el Departamento (esos que la única ciencia que producen es la de la ficción de sus propias vidas improductivas, y mantenidos en la burbuja pseudo-universitaria) no tienen nada que envidiar a los maestros de toda una vida y que se creen que el fundador de nuestra disciplina científica es el presentador de un programa en la tele. Allá cada cual con su conciencia, o más bien con su ignorancia, que por cierto sigue siendo muy, muy atrevida... tanto como para no reconocerse a sí misma." Vaya, que lo peor de una Universidad que no forma como podría y debería es que genera titulados inconscientes de sus propias debilidades.

Una Universidad sin universitarios

"Los alumnos están absolutamente infantilizados y ahora los imbéciles que nos gobiernan, que cada vez se meten más en la docencia de los demás, quieren que nosotros infantilicemos también los métodos docentes. Yo he optado por decir que sí a todo (el próximo curso les tengo que dar a los de la licenciatura un tercio de las clases de prácticas), pero luego haré lo que me dé la gana, es decir, no daré ni una clase práctica y seguiré impartiendo gloriosas lecciones magistrales desde el ambón. Si me denuncian, haré una memoria docente justificando que mis clases teóricas en realidad son prácticas. Ya me he entrenado este curso: como no me dejan hacer el examen parcial de toda la vida porque distorsiona la docencia, hago una prueba de evaluación continua en la fecha que acuerdo con los alumnos. Ya ni me enfado: simplemente, no hago caso, estoy en estado de absoluta rebelión".

Y es que, en definitiva, la rebelión es propia de la Universidad. El verdadero universitario ha sido siempre inquieto en todos los órdenes de la vida. La Universidad no ha podido ser algo inmóvil: tan poco universitario es el rebaño de la LOGSE estabulado en las aulas y elevado a las cátedras como lo son los intentos de crear Universidades privadas "escolares" en las que las familias burguesas bienpensantes quedan de momento tranquilas a costa de la libertad, es decir de la esencia de la Universidad.

Miren, yo estoy bastante contento de la formación universitaria que recibí, y de la que sigo recibiendo ahora de nuevo como alumno. Mi linaje científico se remonta a don Eduardo de Hinojosa, y ese magisterio es de los que uno nunca se arrepiente. He aprendido Historia Medieval con Ángel Martín Duque, con Ovidio Capitani y con Antonio Ivan Pini. He vivido la vida universitaria tan densamente como ha sido posible a caballo de dos siglos, y ha sido un privilegio visto lo que hoy circula por los pasillos. La Universidad agoniza, y tendrá un periodo de catarsis, pero siempre habrá una enseñanza superior. ¿Volverá a los monasterios? No es improbable algo de eso; pero lo seguro es lo que decía don Álvaro d´Ors, y es que, ahora, "un grupo muy reducido busca una verdadera formación y la inmensa mayoría sólo aspira a una simple capacitación profesional para la realización de un trabajo de nivel menor". Y eso no es universitario.