REUNIÓN DE SAN MILLÁN
Editorial de “ABC” del 18/09/2004
Por su interés y relevancia, he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
EL PP ha
promovido una declaración conjunta de sus siete presidentes autonómicos y los
dirigentes regionales sobre el modelo territorial del Estado cuya principal
virtud es romper el monopolio virtual que había consolidado el PSOE, y
especialmente Pascual Maragall, sobre este asunto central de la actual
legislatura. No era lógico que la oposición al desorden interno del PSOE sobre
los contenidos y los límites de las reformas estatutarias -camino elegido por
los socialistas y sus socios para abordar una reforma de carácter constituyente,
sin tener que tocar la Constitución- corriera a cargo del presidente extremeño,
Rodríguez Ibarra. Ése es el papel que corresponde al PP, el único partido de
oposición que puede reconocerse como tal en el Parlamento. El ofrecimiento a la
sociedad de una voz homogénea y alternativa constituye, sin duda, el gran
acierto de la reunión que han celebrado los líderes populares en San Millán de
la Cogolla (La Rioja), lugar no elegido al azar precisamente. Hay otra visión de
España, y corre a cargo de un partido que tiene casi diez millones de votantes y
el gobierno de siete Comunidades Autónomas, entre las que se encuentran la
mayoría de las más prósperas y solidarias. Era necesario este primer paso de la
oposición popular para poner fin a una polémica mutilada, impuesta por una
especie de fatalismo que parecía conducir inexorablemente a la extinción del
modelo constitucional de 1978 bajo la falsa premisa de la ineficacia del actual
Estado autonómico.
El principal problema de los populares será, precisamente, explicar a los
ciudadanos la actualidad y vigencia de unos principios, como la unidad nacional
o la solidaridad entre las regiones, que a muchos podrían sonar caducos u
obvios. Pero son estas obviedades las que están siendo impugnadas en el proyecto
que, a trompicones y con cartas ocultas, van destilando poco a poco los maestros
funerarios de la Constitución. Ésta era la labor del PP: aportar claridad frente
a confusión y precisión frente a ambigüedad, utilizando el arraigo de sus
convicciones constitucionales como un elemento transversal de una actitud
política en la que, al mismo tiempo, debe estar presente la capacidad para
asumir como bandera propia el desarrollo del autogobierno territorial, con
lealtad constitucional y sentido integrador. Sin duda, el PP ha dado un primer
paso parar impulsar un debate más solvente sobre la reforma institucional
anunciada por el Gobierno para enero de 2005. Hay que confiar en que la
Declaración de San Millán le sirva al PP más que la Declaración de Santillana al
PSOE para mantener una actitud coherente durante una discusión, previsiblemente
larga y compleja, en la que estará en juego la vigencia del consenso
constitucional sobre España.