UNA «SOLUCIÓN» QUE SÓLO APLAZA LA CRISIS

 

 Editorial de   “ABC” del 20/02/2004

 

SI la crisis del tripartito catalán se considera saldada con una mejora de las posiciones de Esquerra Republicana de Cataluña y un apoyo explícito de Rodríguez Zapatero al pacto del PSC con los independentistas, la gravedad del problema supera el peor de los análisis. Carod-Rovira no dimite como secretario general de ERC; su partido no desautoriza los contactos con ETA; Maragall reactiva la figura del conseller en cap para reponérsela a ERC y, por si fuera poco, el propuesto como número dos de la Generalitat es el consejero de Educación que hace pocos días pidió que se sancionara a quienes se anunciaran sólo en castellano. Efectivamente, tienen razón Rodríguez Zapatero, Maragall y Carod-Rovira: ETA no ha condicionado la continuidad del tripartito catalán. Éste es el problema de la crisis, porque el comunicado de ETA y todos los antecedentes de la ignominiosa relación de Carod-Rovira con la banda terrorista eran motivos suficientes para que el PSOE rompiera con ERC y llamara a Maragall a la disciplina no de partido, sino constitucional. Tal fue el razonamiento no sólo de los conspicuos propagandistas del PP a los que el PSOE culpa de todos sus males, sino de destacados barones del PSOE, como Bono y Rodríguez Ibarra, que tienen el dudoso honor de ser los únicos que, en esta crisis, han sido desautorizados pública y expresamente por Rodríguez Zapatero.

El líder socialista tiene que aclarar si ha participado en la estrategia diseñada por Maragall y ERC para hacer creer que todo es un problema del extravagante Carod-Rovira. Tiene que aclarar si ha tenido alguna participación en esta nueva huida hacia adelante, porque lo que se esperaba del PSOE no es la conformidad con un juego de manos, sino una crisis que hiciera patente su condición de partido nacional. No lo ha hecho y sigue aliado con un independentismo radical cuyo acceso al poder, gracias al PSC, es lo que ha premiado ETA, que ve en el proyecto político conjunto de la izquierda nacionalista catalana una proyección de sus intenciones para el País Vasco.

El secretario general del PSOE, como ocurrió el pasado mes de enero, ha vuelto a hacer de la necesidad virtud ante la imposibilidad de ejercer una autoridad básica sobre el PSC y el descontrolado Maragall. La consolidación de ERC en el tripartito no puede ser el desenlace aceptable por el PSOE y si lo es, Rodríguez Zapatero tiene que asumirlo con todas las consecuencias. Entre ellas, que el PP y el Gobierno de Aznar consideren que el PSOE está incumpliendo el Acuerdo por las Libertades y Contra el Terrorismo de diciembre de 2000. Claro que dicho acuerdo no cita a ERC, pero Rodríguez Zapatero sabe que a un pacto político no puede aplicarle tácticas interpretativas leguleyas, que, además, pueden volverse contra él. En el momento de la firma del Acuerdo Antiterrorista era impensable que el PSOE fuera a asumir con ERC los mismos compromisos que negaba al PNV. Por eso, el espíritu del acuerdo es extensible al tripartito y lo hace imposible, porque el Pacto Antiterrorista se basó en la unidad del PP y del PSOE frente a quienes, como el PNV entonces y ERC ahora, buscan beneficio político del terrorismo. Si el tripartito vulnera frontalmente el Pacto Antiterrorista, las palabras de Rodríguez Zapatero lo degradan de cualquier espíritu constitucional, e incluso lo cuestionan como sustento de la unidad política frente a la propuesta del lendakari Ibarretxe. Es evidente que ETA no ha condicionado nada, cuando debería haberlo condicionado todo, porque era legítimo y obligado que lo condicionara, aunque eso hubiera implicado romper el tripartito o romper con el PSC.