CIU ADMITE SU HUNDIMIENTO Y SE DEBATE ENTRE LA MODERACIÓN Y EL SOBERANISMO
Soberanistas y moderados se enfrentarán en el próximo congreso de CDC, en julio, para determinar las líneas ideológicas y si el liderazgo de Mas es fiable
Informe de PABLO PLANAS en “ABC” del 15/06/2004
Por su interés y relevancia, he seleccionado el Informe que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
BARCELONA.
Según la dirección de CiU, la federación ha tocado fondo, ya no puede perder más
votos. La desmovilización, el relativo peso de las fuerzas nacionalistas en un
contexto de circunscripción única y la crisis de liderazgo desde la retirada de
Jordi Pujol convierten a los más de 350.000 votantes de CiU (los resultados de
Galeusca en Cataluña) en esta última convocatoria en auténticos fieles, la base
sobre la que la federación nacionalista debe construir se hipotética
recuperación. Sin embargo, la unidad en el fracaso, el reparto de culpas y las
reflexiones chocarán con agudos procesos internos. De entrada, el congreso de
Convergència en julio, donde esta formación debe decidir cuál es la apuesta: si
la disputa del espacio esencialista con ERC o la recuperación de la centralidad.
Esta última es la tesis de Duran Lleida, el presidente de la federación y
dirigente democristiano, que contempla los tirones soberanistas de parte de la
cúpula convergente como el principal obstáculo para forjar una alternativa
coherente y con posibilidades de recuperar la Generalitat y recuperar la
influencia en la política nacional. A su juicio, la única salida del
«purgatorio» es la moderación y trasladar mejor el programa convergente a la
sociedad.
En el caso de Unió, el otro socio de la federación, la situación también es
delicada por la pérdida de su representante en Europa. El primer democristiano,
Daniel Ortíz, iba en cuarto lugar y Galeusca (CiU, PNV y BNG o la Declaración de
Barcelona) sólo ha obtenido tres escaños en Europa. Sin embargo, en Unió no hay
debate sobre las líneas maestras y se apela siempre al clásico pragmatismo del
que hizo bandera Jordi Pujol. En Convergència, por contra, hay quien cree que
Artur Mas es un lastre; otro sector que considera que los soberanistas son los
responsables del lento pero constante declive electoral y quienes sustancian
todo el debate interno en la presunta necesidad de que Convergència y Unió se
fundan en una sola formación, posibilidad rechazada de plano por los
democristianos.
En ese ambiente, se tiende a restar importancia al hecho de que el PP, por
primera vez, haya superado a CiU y sea la segunda opción política de los
catalanes, si bien a una gran distancia del PSC. Se otorga a estas elecciones un
carácter «español» y unas peculiaridades que las invalidan como referente en
clave autonómica.
En cuanto a ERC, mientras el cómputo de votos demuestra que la formación
republicana sigue una tendencia alzista, se ha moderado notablemente el
crecimiento experimentado en el último ciclo electoral. El propio Josep Lluís
Carod-Rovira, secretario general de ERC, ha reconocido que en sus excelentes
resultados del 14-M influyó el clima emocional contra el Gobierno del PP, la
guerra de Irak y el beneplácito cosechado por el tripartito en sus primeros
meses de vida, circunstancias que han desaparecido en las últimas semanas. En
una situación nada excepcional, el dato porcentual devuelve a ERC al cuarto
lugar de la política catalana, con más votos que en las últimas europeas
(174.374), pero a mucha distancia de las pasadas generales y de las autonómicas.
De hecho, se ha pasado de los 638.902 dos votos de las generales pasadas a
248.263 en las europeas, muy lejos de lo s372.905 votos del PP catalán.
No obstante, la derrota en Cataluña pertenece sólo a CiU, encerrada en un debate
sobre su propia naturaleza, sin peso en Madrid, sin influencia en Europa y que
ha salvado en parte sus muebles gracias al empuje del PNV, un aliado
tradicionalmente incómodo.