EL PSC SE EMANCIPA
Editorial de “ABC” del 23/06/2004
Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
Pasqual
Maragall ha hecho pública una pretensión coherente con su papel central en el
socialismo y adecuada a una estrategia catalanista en la que el PSOE ejerce un
rol instrumental. El presidente de la Generalitat ha pedido un grupo propio en
el Congreso, similar a la Entesa constituida en el Senado por los socios del
tripartito. La negativa reglamentista que ha recibido desde Ferraz no neutraliza
la dimensión política del propósito de Maragall, quien, consiga o no el grupo
parlamentario, políticamente ya se ha emancipado del PSOE, y la correcta
transmisión de este mensaje es tan importante como la consecución de voz propia
en las Cortes.
La aspiración a un grupo socialista catalán, al margen de que ya existiera uno
hasta 1982 y de que se trate de un planteamiento conocido, discurre sobre una
estrategia política bien trabada por el PSC y alimentada por la subordinación de
Rodríguez Zapatero al apoyo que la filial catalana le viene dando desde el
Congreso extraordinario en el que fue elegido secretario general del PSOE.
Maragall tiene un plan para Cataluña y quiere ejecutarlo desde la fuerza que los
acontecimientos le han dado en la condicionada mayoría del PSOE en el Parlamento
nacional. Los resultados de las elecciones europeas le han ayudado a difundir
una imagen de fortaleza entre sus compañeros de partido, frente al recorte de
distancia que ha conseguido el PP. Por eso se ha permitido en apenas setenta y
dos horas desmarcarse del PSOE en su respuesta al contenido del plan Ibarretxe y
al solicitar la segregación del grupo parlamentario, dos severas constataciones
de que Maragall está despidiéndose del proyecto nacional que pudiera tener el
PSOE. Un proyecto en el que el presidente de la Generalitat aspira a convertir a
su partido en un movimiento catalanista que acabe absorbiendo ERC, por su flanco
nacionalista, y a lo que quede de Iniciativa per Cataluña, por su izquierda. Sin
opas hostiles ni campañas agresivas, cociéndose poco a poco, como decía el
dirigente del PSC Joaquín Nadal, Maragall quiere aglutinar una mayoría
hegemónica y este propósito no encaja con seguir funcionalmente vinculado al
PSOE en el Congreso.
Nada de esto es sorprendente, ni siquiera merecería el reproche de la
deslealtad, porque Maragall nunca ha ocultado que su objetivo desborda los
límites que, teóricamente, tiene puestos el PSOE al modelo de Estado. El
problema ya no es sólo del PSOE, sino del Gobierno de Zapatero, y, si su
estabilidad parlamentaria no corre peligro, su estabilidad política pende de un
hilo, porque Maragall está hablando de asuntos graves, con propuestas orientadas
hacia el filo de un segundo proceso constituyente. Y, sin duda, comprometen
directamente la figura política del jefe del Ejecutivo.