EL PP Y CATALUÑA

 

 

  Artículo de César ALONSO DE LOS RÍOS en “La Razón” del 11.11.2003

 

EL «comportamiento autonómico» que ha tenido el PP en Cataluña en estos años ha sido ingenuamente generoso. Tanto como lo fue el de UCD. Ha sido generoso porque no ha sabido negociar duramente las competencias y ha sido ingenuo porque, a pesar de ello, no ha dejado de ser considerado y tratado como la representación del fundamentalismo españolista y, por supuesto, no ha conseguido satisfacer las exigencias de los nacionalismos.

¿Cabe mayor ironía histórica que CiU siga tratando a los «populares» como a gentes extrañas a la comunidad catalana, irreconciliables con lo que ellos entienden como el «ser» mismo de Cataluña, a pesar de haber sido éstos quienes les vienen permitiendo gobernar?

Como en el caso de UCD, los errores del PP se explican a partir de un complejo de culpabilidad histórica y de un desconocimiento llamativo de lo que es el nacionalismo. En este sentido, muchos «populares» coinciden con militantes de izquierda en minusvalorar los objetivos nacionalistas, pero hay una diferencia fundamental entre el PP y el PSOE: éste ha podido hacer una política cambiante -oportunista si se quiere- gracias a las fuertes federaciones que tiene en el País Vasco y en Cataluña. Así el PSOE pudo hacer una política de contención de los nacionalismos cuando González estaba en el Gobierno central. Practicaba una convivencia tensa con éstos, basada por un lado en el retraso del desarrollo autonómico y, por otro, en el reparto del territorio según lo que yo he llamado teoría de las tres patas, según la cual González se reservaba el poder central y concedía Cataluña y el País Vasco a los nacionalistas. A «sus» vascos y catalanes les compensaba con ministerios en Madrid.

CUANDO todo se viene abajo al negar Pujol su apoyo a González en los presupuestos, todas las energías del PSOE se van a dedicar a denunciar las cesiones del PP a los nacionalistas, al tiempo que ellos comienzan a extremar sus aristas vasquistas y catalanistas hasta el punto de compartir los cánones de los nacionalistas. Para entendernos, Maragall y Odón Elorza confiesan su creencia en Cataluña y el País Vasco como naciones y se lanzan a la formulación de una alternativa al Estado, una vez agotados los Estatutos.

A la vista de este proceso (de ingenuidad por parte del PP, de tozudez por parte de los nacionalismos y de dobles juegos por parte del socialismo), las elecciones catalanas del domingo tienen para mí un interés bastante distinto al que observo en la mayoría. No me inquieta tanto con quién gobernará ERC sino qué hará con su vida el PP. Lo que provoca mi curiosidad es ese partido que ha tenido en España una mayoría absoluta y que es el cuarto en Cataluña. Siento una gran curiosidad por ver el comportamiento que podrá tener el PP en el caso de que CiU llegue a formar gobierno con ERC. ¿Se dará cuenta entonces de que el nacionalismo de CiU no era tan distinto del que profesa el PNV? Y si una coalición de socialistas, republicanos, comunistas y verdes llegara a dejar fuera del gobierno al partido de Pujol, ¿se acercará el PP tanto a CiU como para tener la tentación de disolverse en ella?