¡MAYORÍA ABSOLUTA!

 

 

  Artículo de CÉSAR ALONSO DE LOS RÍOS en “ABC” del 13.01.2004

 

Nunca ha sido tan necesaria una mayoría absoluta en este cuarto de siglo como lo es la del PP en estos momentos. Una mayoría simple permitiría que Rodríguez Zapatero forme un gobierno tripartito o cuatripartito, como lo hizo en Baleares y lo ha hecho ahora en Cataluña, con nacionalistas catalanes, vascos, gallegos. El asalto al Estado. A la racionalidad. El post-autonomismo. La Confederación. Como para salir corriendo. Me preocupa menos que un Partido Socialista baje los impuestos a los ricos y cree cátedras de lenguas vernáculas en las sedes del Cervantes. Me aterra la destrucción del Estado, del Derecho mismo (como señalaba García de Enterría el domingo en este periódico), de la Hacienda pública, o lo que Caldera llama el acercamiento del aparato estatal a las gentes. ¿Desde cuándo no oíamos tanto disparate, tanto arbitrismo e incluso tanta cancha para la arbitrariedad?

Yo sé que las mayorías absolutas resultan sospechosas, que no tienen buena prensa, que no son políticamente correctas y, quizá, con razón. Pero en esta ocasión será una bendición.

ES posible que no ya mis enemigos políticos sino incluso algún buen compañero me critique por hablar tan a las claras sobre las elecciones. «¿Cómo apuestas por el triunfo de un partido de forma tan rotunda? ¿Dónde queda tu objetividad periodística?» Porque en España se confunde el análisis con la ambigüedad, el disimulo, las relaciones públicas. «Te vas a quemar». Y tanto. ¿Acaso no hay que quemarse -si es que ese es el peligro- cuando uno considera que la situación del país es peligrosa, no ya para los intereses de un partido sino para la estabilidad democrática? A mi entender estamos en uno de esos momentos en los que un demócrata, periodista o albañil, tiene la obligación moral de comprometerse por la defensa de la Constitución, del Estado y de la Nación, y ese compromiso consiste en explicar el riesgo que supone un gobierno del Partido Socialista con los nacionalistas.

No deja de ser curiosos o llamativo o escandaloso que se tome como normal que un comentarista político pueda apostar por un partido cuando éste es de izquierdas mientras resulta intolerable que lo haga cuando se trata de un partido de derechas. Eso, en todo caso, dice mucho del prestigio o desprestigio que en ciertos sectores puedan tener una opción u otra, pero no de la legitimidad y la profesionalidad del compromiso. Personalmente me he jugado mucho por la izquierda y en tiempos difíciles y durante muchos años como para caer en esa trampa de la bondad de la izquierda y la perversión de la derecha. He creído siempre que un periodista, como cualquier otro profesional, debe tener creencias y actuar en función de ellas y ser juzgado a partir de esa consecuencia.

Dicen que las encuestas dan la mayoría absoluta. No me extraña. Entiendo que la avalancha de propuestas socialistas esté asustando al personal, incluso a los viejos electores de la izquierda. El GAL, Roldán, Urralburu, Filesa... fueron perdonados pero ¿cómo aceptar este seísmo jurídico-administrativo-cultural con el que se nos amenaza?

Algunos amigos echan de menos la presencia de Rajoy y piden que el PP se mueva, que acepte los debates, que pare «esto»... Yo, por el contrario, pienso que ya habrá tiempo. Que es bueno asistir a esta estampida, a esta locura, a esta desesperación. Para llenarse de razón.