EL PACTO DE PERPIÑÁN
Artículo de César ALONSO DE LOS RÍOS en “ABC” del 19/02/2004
CUANDO un partido carece de moral nacional se convierte en un peligro para las instituciones, para la estabilidad, para el sistema mismo, y si, además, sus dirigentes carecen de talento político, se llevarán por delante a su propia organización. Este es el caso del PSOE y de sus jefes. Zapatero y Maragall no solamente están demostrando una disposición a sacrificar los elementos básicos del Estado -desde la soberanía territorial a la unidad jurisdiccional-, sino a su propia organización. El PSOE se embarcó hace mucho tiempo en una aventura en la que no sólo pone en riesgo a la Nación sino a ellos mismos. Nunca han querido reconocer que el movimiento nacionalista tiene un referente que es ETA y que no deben compararse con los nacionalistas, ya que a éstos no les importa, en definitiva, responder a este impulso que estuvo en el origen y que estará en el final. ETA es alfa y omega, y el PSOE, una organización que morirá en la aventura. Lo malo es que, de paso, pone en peligro todo lo demás, el Estado, la Nación.
He dicho siempre que nuestra tragedia es la izquierda, no los movimientos nacionalistas. Que éstos, reducidos a su propio ser, aislados, enfrentados a los dos grandes partidos nacionales, serían una opción manejable y, por supuesto, ETA, un grupo a eliminar policialmente. Pero la desgracia es la dirección del PSOE. ETA y los nacionalistas conocen bien el paño de la izquierda, y ahora ETA y ERC han visto la extraordinaria oportunidad que se presentaba para llevar adelante una clarificación de los dos campos. Por un lado, el liderado por ellos (incluyendo al Partido Socialista) y, por otro, el dirigido por el PP. Y han dado el golpe. Sabían que no habría capacidad de respuesta, esto, de rectificación, y que, ciegos, irían a la derrota electoral con la gran compensación -eso sí- de colocar al enemigo en la diana. Todos contra el PP.
ETA y Carod-Rovira sabían hasta qué punto los socialistas están faltos de moral y por tanto están decididos a la traición de los viejos ideales nacionales. Y, ¿cómo no iban a conocer la inmoralidad con la que han actuado Maragall y Zapatero, quienes han sido favorecidos por ellos en el Gobierno de Cataluña?
Maragall y Zapatero han demostrado además una absoluta falta de inteligencia. No sabían que se sentaban encima de un barril de pólvora al nombrar a Carod-Rovira conseller en cap. Orgullosos de lo que ellos llaman «respeto al pluralismo», oyeron complacidos el «visça Catalunya lliure» que dio Benach en el Parlamento catalán en la creencia de que era un mero gesto que no tendría consecuencias en la práctica. Si acaso el descoloque del PP, la humillación de los españolistas, de los partidarios de una España esencial. Zapatero y Maragall han creído, los pobrecillos, que el Gobierno tripartito de Cataluña iba a ser el adelanto de la experiencia confederal en la que se aseguraba la hegemonía para la izquierda: era la aportación del socialismo a la desestructuración de la España tradicional sin depender del terrorismo. Pobrecillos. Carod-Rovira les coló a ETA por la puerta de atrás. Carod-Rovira ha traído a ETA al proceso catalán en un acto de coherencia.
TORPES, los socialistas pusieron los mandos de la situación catalana en manos de un separatista al que con gran lucidez Jaime Mayor había emparentado con Batasuna, y no se les pasaba por la imaginación que éste pudiera actuar con la coherencia que le exigía su locura separatista. Y es que los que carecen de principios no quieren saber que los demás pueden llegar a tenerlos, incluso los criminales.
En definitiva, un terrible maridaje de inmoralidad y falta de talento.