MÁS SOBRE MONTILLA
Artículo de César ALONSO DE LOS RÍOS en “ABC” del 06/07/2004
Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
¿POR qué se
han impuesto los catalanes en el Congreso socialista si son una minoría?, se
preguntan los observadores en vez de preguntarse por su propia ingenuidad. Estos
analistas no quieren reconocer una realidad que pertenece ya a la vulgaridad y
que consiste en que el PSC tiene la hegemonía cultural y política del socialismo
español y que, por tanto, no es justo hablar de una minoría catalana. Chaves
«es» minoría catalana. Rodríguez Ibarra «es» minoría catalana. Han caído las
demarcaciones regionales como parcelas de la conciencia nacional. Hay una
subversión horizontal. En el PSOE reina un desorden que lógicamente se ha
trasladado a su Congreso. Tan sólo reina el pensamiento único impuesto por
Maragall. Lo peor de Montilla no es la condición monstruosa de quien es capaz de
pensar como nacionalista catalán siendo cordobés sino que esto se considere
normal. Esto ha sido por dentro el Congreso socialista que algunos, muchos, se
han negado a reconocer.
Es evidente que en teoría el PSC podría hundir en la miseria parlamentaria y
política al PSOE si decidiera separarse de éste, y también lo es que el PSOE
podría vaciar de castellano-hablantes a su partido hermano si se lo propusiera,
pero entrar en esas hipótesis supondría aceptar que Chaves o Ibarra o Zapatero
están en contra del sueño nacionalista de Maragall. Si éste no se lleva a cabo,
será por el hamletismo de éste, por sus miedos, por el gusto catalán a amagar y
no dar... y así sacar ventaja. Por lo demás, todo el Partido Socialista está
colonizado por Maragall. Es absurdo hablar de mayorías y minorías. El fenómeno
Montilla no permite hablar de una relación de fuerzas entre nacionalistas y no
nacionalistas. Ni siquiera en coherencias regionales.
MONTILLA es la derrota de las demarcaciones territoriales. Es el resultado del
choque de culturas, también de clases y de concepciones nacionales. ¿Por quién o
contra quién tendrían que votar los delegados si Montilla «es» la confusión
nacional hecha carne y representa el sacrificio de la idea de España? ¿Y por qué
habrían de ponerse de pie unos delegados que están orgullosos de andar de
rodillas? Porque Montilla es, por definición, la aceptación de la posición
genuflexa desde un punto de vista nacional y antropológico. Quiero decir que
Montilla fue aupado a la dirección del PSC por prestarse a negar la idea de su
propia nación y ha sido aupado a la Ejecutiva del PSOE por la misma razón.
DESDE fuera del PSOE no se acaba de entender el significado de esta figura
mestiza, fruto de un cruce planteado en términos ventajosos para una parte y
vejatorios para la otra, entre los que hacen la coyunda a partir de un diseño
nacional y los que la aceptan en términos de integración personal. Pero aun
partiendo del supuesto de que se entienda el significado de Montilla como la
figura del traidor en términos literarios, me malicio que muchos no acaban de
entender o no quieran entender que Chaves y Rodríguez Ibarra son un caso aún más
enfermizo que el de Montilla. Éste, al fin y al cabo, tuvo que crecer en el
cerco del nacionalismo y traicionó para medrar, pero ¿qué atenuante podríamos
aplicar a Chaves o a Ibarra, que ponen a disposición de Maragall la fuerza de
las regiones que representan? No contentos con mantenerlas en el subdesarrollo y
de ese modo en el cautiverio político, las han puesto al servicio de los sueños
nacionales de Cataluña hoy, y, quizá mañana, de Euskadi.