ROSA REGÁS
Artículo de César
Alonso DE LOS RÍOS en “ABC” del 31/08/04
Por
su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo
en este sitio web. (L. B.-B.)
Con un muy breve
comentario a pie de título: TIENE MAS RAZON QUE UN SANTO (L. B.-B., 6-9-04,
22:00)
Alonso tiene en este artículo más razón que un santo. Lo grave del
asunto es que con fauna como ésta resulta muy difícil construir la democracia:
es inadmisible el desprecio de algunos pseudoprogres
hacia la mitad de los españoles.
Por lo que a mi opinión respecta, debo decir que estos últimos años
he experimentado un proceso acelerado de decepción frente a algunas
personalidades intelectuales y políticas que son incapaces de superar el
sectarismo y ver más allá de sus narices.
HA
confesado la directora de la Biblioteca Nacional que le dio más alegría la
derrota del PP el 14 de marzo que la muerte de Franco. Es un buen autorretrato,
y es además una aproximación certera a los sentimientos políticos de una buena
parte de la izquierda. De una parte, digo. Si fuera toda, habría que pegarse un
tiro.
El alcance personal del autorretrato no es desdeñable. Aunque espantosa, Rosa Regás es una novelista relativamente bien tratada por los
palanganeros de los poderes culturales, y, aunque ayuna de ideas, pasa por ser
una de las figuras intelectuales de lo que fue la «gauche
divine» catalana de los años sesenta. Su gran
aportación como tal fue la creación del «Bocaccio» de
Barcelona, aquel garito con abalorios y colorines de Tiffany´s
que fue tenido como el bastión de la resistencia ciudadana y de la modernidad
cultural. De Montserrat se bajaba al «Bocaccio». Del
fervor espiritual e histórico, al laico y festivo.
Como profesional de la edición, quizá la idea más brillante de RR fue el
lanzamiento de unos folletos de divulgación inspirados en la colección «Que sais-je?». Pero, además de todo
esto, y precisamente por ello, es en estos momentos la directora de la
Biblioteca Nacional.
¿PODRÍA esperarse de tal personaje que le entristeciera excesivamente el final
del régimen de Franco? Si a alguien se le ha podido aplicar con toda razón
aquello de que «con Franco vivíamos mejor» es a esta señora. Y se entiende muy
bien que se le alegrara el ojo con los resultados del 14-M: al fin iban a
premiarle por su traslado militante, con frecuencia provocador e insultante, a
la capital de España (del Estado, con perdón).
Pero lo más grave del comentario de la directora de la Biblioteca Nacional es
que describe con un solo trazo el talante antidemocrático de una buena parte de
la izquierda. Se trata de unas gentes que no habiendo aportado nada en la
defensa de las libertades, o pudiendo vanagloriarse a lo sumo de epopeyas
similares a las de Rosa Regás, piensan que ellos
«son» la democracia misma por el mero hecho de «ser» de izquierdas, del mismo
modo que creen que los ciudadanos de derechas «son» la reacción, la carcunda,
el autoritarismo. Llenos de mala conciencia por su pasado y conscientes de su
oportunismo político por su presente, necesitan que la derecha «sea» lo que
ellos quieren. De lo contrario, ¿cómo podrían justificar ese plus moral que se
atribuyen para sobrellevar tanta impostura? Ya pueden ser asesinados concejales
del PP en el País Vasco; ya puede este partido hacer una política más eficaz,
justa e igualitaria; ya pueden ser más honrados en la gestión de lo público; ya
pueden negarse a hacer terrorismo de Estado; ya ha podido sufrir el zarpazo
asesino de la izquierda histórica en sus líderes, desde Cánovas a Calvo Sotelo o a Víctor Pradera y en miles y miles de
sacerdotes... Es igual; la derecha siempre fue y siempre será la encarnación
del autoritarismo, la prolongación del franquismo, el franquismo mismo.
CON razón no pueden entender estas gentes que hayamos abandonado la izquierda
algunos que tuvimos un pasado «comprometido». No pueden imaginarse hasta qué
punto nos produce repugnancia el hedor que despiden muchos de los compañeros
que tuvimos en aquel viaje que hubo que hacer en las condiciones peores, con
los modelos más detestables y, de forma muy especial, en compañía de algunas
personas que parecen haberse convertido en los pozos negros de nuestra
sociedad.