ALGUNAS TESIS SOBRE EL BARULLO POLITICO
Luis Bouza-Brey, febrero 1981
Escrito
el 3 de febrero de 1981, al comienzo de la crisis de UCD y antes del intento de
Golpe de Estado.
Si
escribiera este artículo hoy, mis calificativos sobre Suárez serían más suaves,
pero no suprimiría las críticas básicas a su incapacidad de liderazgo.
Ya está aquí, ya reventó la crisis. Hace
un año y medio que se veía venir, pero no se ha reflejado a nivel institucional
hasta ahora. Los sentimientos de irritación, desconfianza, impotencia,
incertidumbre y desesperanza, inundan la sociedad española desde hace tiempo,
pero en el Gobierno y su partido se acaban de reflejar solamente ahora en forma
de crisis de liderazgo, de orientación, de estructura y de representación.
UNA PATOLOGIA DE DIRECCION: LA AUSENCIA DE LIDERAZGO
A pesar de que el proceso de transición de
la dictadura a la democracia fue afortunado, uno piensa que el sistema político
español nació tarado por una deficiencia congénita, consistente en la falta de
un liderazgo imaginativo y generoso, con suficiente autoridad y convencimiento
como para poner en marcha las transformaciones políticas y sociales
imprescindibles para que el sistema funcione. Adolfo Suárez ---y no queda más
remedio que personalizar algunos de los más graves fallos del sistema, aunque
con disgusto--- no es el líder que el país necesita. En su comportamiento
político predomina siempre la motivación de mantenerse en el poder, en lugar de
la de resolver problemas sociales.
Por eso, ante una situación tan complicada
como la española, en la que hace falta un esfuerzo de imaginación,
desprendimiento personal, coherencia en las ideas, sensibilidad y autoridad
política, el actual presidente del Gobierno en funciones se ha revelado como
absolutamente incapaz para hacer funcionar el Estado.
Y que no se nos diga que supo hacer bien
la transición, pues ---como algún día acabará sabiéndose--- hasta en esto actuó
al dictado.
Siempre a rastras de los acontecimientos y
de los problemas, su comportamiento premioso y falto de audacia y generosidad
para adoptar una línea política coherente y no oportunista, han acabado por
deteriorar de tal modo la situación, que ésta se hace cada día más peligrosa.
A uno sólo le queda la esperanza de que su
dimisión sea firme, y no una nueva maniobra para volver a ocupar el poder. Es
preciso confiar en que nuestro pueblo aún siga exigiendo un mínimo de grandeza
para ser gobernado.
UNA CRISIS DE ORIENTACION: ¿QUE ES Y A DONDE VA LA UCD?
Cuando se constituyó la UCD, parecía que
su composición era bastante coherente, que en ella se agrupaban unas élites
tradicionales y renovadoras, defensoras de la democracia y de la racionalización
del sistema económico capitalista. Democristianos, liberales, socialdemócratas
y los sectores reformistas del aparato estatal, parecían una buena combinación
caleidoscópica para representar a la derecha y gobernar democráticamente.
Podrían representar a un conjunto de capas
sociales necesitadas de salir del ambiente asfixiante del franquismo y deseosas
de poner en marcha el país de una vez, sacándolo de su atraso histórico.
Sin embargo, con el transcurso del tiempo
y de la evolución política, parece que se han vuelto a desencadenar los
reflejos reaccionarios de "la España eterna", y que un sector de
estas élites no ha conseguido darse cuenta de que "el macizo de la
raza" ya no es el mismo.
El Estatuto de Centros Docentes, la Ley de
Autonomía Universitaria, la Ley de Divorcio, las libertades públicas, la
cuestión de las incompatibilidades, la burocracia y el Estado de las
Autonomías, y la política económica, están haciendo surgir múltiples fracturas
en el partido gubernamental, que parecen señalar incompatibilidades y
discrepancias insolubles de identidad y orientación.
¿Es capaz la UCD de hacer la política
renovadora y laica, de centro-izquierda, que el país necesita? ¿o se va a consumir en la incoherencia, la indecisión y los
tirones constantes hacia el pasado de las fuerzas sociales más reaccionarias?
La crisis de la UCD es una crisis de
recomposición y reorientación de la derecha, y parece que su solución es
imposible en el interior del artificio creado para la transición, que sólo se
mantuvo unido gracias a la concentración de la capacidad de decisión en un
liderazgo que ha resultado incapaz.
UNA CRISIS DE ESTRUCTURA Y REPRESENTACION:
¿QUE HACE LA DERECHA ESPAÑOLA?
Durante estos años, la derecha ha
conseguido mantener su hegemonía a través de un artilugio montado desde el
Gobierno y mantenido en funcionamiento por medio de la concentración
presidencialista y la utilización de los recursos de la alta burocracia y las
"fuerzas vivas" locales del Antiguo Régimen.
Sin embargo, el ocaso presidencial, la
distribución del poder derivada del autogobierno local y de las nacionalidades
y regiones, y la asfixia organizativa producida por la excesiva concentración
de las decisiones en el aparato del partido, han acabado por hacer entrar en
crisis a la UCD como instrumento para mantener la hegemonía de la derecha en la
sociedad española.
Los partidos nacionalistas, al mismo
tiempo, se han embarcado en un apoyo muy arriesgado a una derecha estatal que
no acaba de definir su identidad ni su orientación, y que se encuentra sometida
a los tirones constantes hacia el conservadurismo de Coalición Democrática, y
hacia el reformismo moderado de sus sectores laicos.
La primera batalla se ha saldado abriendo
una fractura entre las dos facciones, por la que ha caído un Suárez quemado por
su propia incapacidad y la incoherencia de su partido. El paso siguiente no es
fácilmente previsible, pero me atrevería a apuntar las siguientes tesis:
En primer lugar, que la alianza de los
liberales con el sector más a la derecha del partido no parece natural. Parece
más coherente la unidad entre liberales y socialdemócratas, como anteriormente
existió. Ambos sectores podrían aglutinar la representación de un conjunto de
capas medias y populares que ya no pertenecen al "macizo de la raza"
y desean la modernización cultural, política, económica y social de España. Las
burguesías nacionalistas conectarían con esta orientación.
En segundo lugar, parece que los sectores
más a la derecha de UCD deberían decidirse de una vez a conectar orgánicamente
con sus "hermanos separados" de Coalición Democrática, y articular
junto con ellos la representación del conjunto de clases, capas sociales y
grupos de interés que aún constituyen el "macizo de la raza" y el
soporte de la derecha tradicional española.
En tercer lugar, y como conclusión, que no
se ve como salida racional más que un desgajamiento de la UCD, por la derecha o
por la izquierda. La cuestión a dilucidar es a quién le interesa y quién se
queda con la imagen de marca.
A algunos les parecerá que estas tesis son
de política-ficción, pero no se atisban en el horizonte más que dos
alternativas: o el desgobierno, la parálisis y la incapacidad, que irán
produciendo crisis cada vez más graves, o la recomposición del sistema de
fuerzas políticas con un mínimo de racionalidad que permita gobernar.
A otros les parecerá que estas tesis
constituyen una intromisión en asuntos ajenos que al que escribe no le
conciernen. Pero todos los ciudadanos españoles nos sentimos en estos momentos
muy implicados y preocupados por el espectáculo de una derecha que es incapaz
de hacer funcionar el país dentro de un régimen democrático.
POR UNA SALIDA DE LA CRISIS POLITICA
Parece claro que el sistema de fuerzas
políticas se está transformando de raíz, debido a la crisis de la derecha. Por
consiguiente, el próximo Gobierno, sea el que sea, no podrá llegar al 83. Su
objetivo tendría que ser preparar unas elecciones para finales de año o
principios del 82. En el intervalo, las fuerzas políticas podrían clarificar
sus posturas, apoyos y alianzas. Pero, entre tanto, si la UCD no se rompe se
paralizará, y el país no puede continuar con parálisis de gobierno un año más.
Por ello, si UCD no se rompe ahora, lo hará después de unos meses de parálisis,
y la situación será peor.
Frente a este dilema, es preciso asumir la
situación desde ahora, y buscar otras alternativas:
Una inclinación de UCD más a la derecha es
imposible. Radicalizaría la posición de la izquierda, perdería el apoyo de los
nacionalistas, y disminuiría sus apoyos populares. El que esta orientación
provocara una fractura o no, dependería de la coherencia de sus sectores menos
conservadores.
Una solución neutra significaría paralizar
la política del Gobierno que irrita a la derecha del partido. Esta solución
duraría poco, pues el país no resiste más bloqueos.
Un gobierno de activación reformista, presidido
por un socialdemócrata o un liberal, podría producir la ruptura de la UCD por
la derecha.
Un gobierno de unidad, presidido por un
independiente, debería ser de corta duración, anticipando rápidamente las
elecciones.
La única salida viable parece ser la
ruptura de UCD y la formación de un gobierno de coalición formado por
liberales, socialdemócratas y PSOE, presidido por alguno de estos grupos, y
apoyado por los nacionalistas y el PCE.
Este Gobierno tendría que hacer una
llamada imperiosa al esfuerzo y a la esperanza de los españoles, desbloquear la
situación en el terreno constitucional, electoral, económico y autonómico, y
comprometerse a una nueva convocatoria de elecciones en el plazo máximo de un
año.