LA PRUEBA DEL «SECTARÓN»
Artículo de ROBERTO L. BLANCO VALDÉS en “La Voz de Galicia” del 07.09.2003
« MANCA FINEZZA ». Sí, Blanco y Zapatero (¿No se le olvida uno? L.B.-B.) están demostrando carecer de la habilidad y la sutileza necesarias para evitar que muchos de los problemas internos a los que deben enfrentarse acaben convirtiéndose en otros tantos conflictos políticos de impredecibles consecuencias. Tuvimos ocasión de comprobarlo tras constatar la tosquedad con que ambos gestionaron la crisis de Madrid. Y volvemos a tenerla ahora al ver atónitos su reacción frente a las discrepancias que Cristina Alberdi ha venido expresando últimamente.
Es cierto, claro,
que la diputada madrileña no ha podido ser más inoportuna y, por eso mismo, más
dañina, a la hora de elegir momento y temas: un momento especialmente delicado
para el Partido Socialista; y unos temas (gestión de la crisis de Madrid, modelo
territorial, guerra de Irak) que constituyen asuntos centrales de la política
española. Sobre su inoportunidad baste una prueba: la cantidad de veces que los
telediarios de la 1 la han sacado en estos días poniendo a caldo a la dirección
de su partido.
Pero el que la
señora Alberdi sea inoportuna, que lo es, no quiere decir en todo caso que al
hablar no esté haciendo uso de un derecho del que los afiliados a un partido no
pueden ser privados so pena de convertir a aquél en una secta. «¡Deja tu
escaño!», le han dicho a Alberdi, sin embargo, los dirigentes del PSOE. Sí:
«¡deja tu escaño y márchate al PP!». ¿Se imaginan qué pasaría si cada vez que un
diputado discrepa de la línea oficial de su partido, éste pudiera exigirle que
resignara su escaño de inmediato?
¿O es que Alberdi
es como Tamayo y como Sáez? Sólo quien haya enloquecido puede pensar que a los
tres deberían aplicárseles idénticos principios. Tamayo y Sáez son dos traidores
que rompieron el vínculo esencial que los unía a su partido y por eso era
ineludible exigirles que renunciaran a su escaño. Alberdi es una diputada que,
inoportunamente, sí, pero ejerciendo sus derechos de afiliada, discrepa de la
línea que mantiene la ejecutiva socialista.
Ella cree, al
igual que docenas de dirigentes, miles de afiliados y cientos de miles de
votantes socialistas, que el núcleo duro de la ejecutiva del PSOE ha gestionado
torpemente la crisis de Madrid, ha hecho una apuesta discutible en materia de
organización territorial, y no ha sabido marcar una posición independiente en la
guerra contra Irak. Son secretos a voces todos ellos. Tanto, que matar al
mensajero no mejoraría la situación. Sólo demostraría la vigencia de un
principio incontrovertible en la vida partidista: el de que cuanto más aislado
está un partido, actúa de modo más sectario. Es la prueba del sectarón .
Y, ya se sabe, el sectarón no engaña.