TEXTO ÍNTEGRO DEL ULTIMATUM DE GEORGE W. BUSH A SADDAM HUSSEIN
"Esto ha llegado a su fin"
en “La Vanguardia” del 18.03.03
Mis queridos
conciudadanos. Los acontecimientos en Iraq han alcanzado los días de la decisión
final. Durante más de una década, Estados Unidos y otras naciones han hecho
esfuerzos pacientes y honorables para desarrnar al régimen iraquí sin llegar a
la guerra. Ese régimen prometió revelar y destruir todas sus armas de
destrucción masiva y como una condición para el cese de la Guerra del Golfo en
1991. Desde entonces, el mundo ha dedicado doce años a la diplomacia. Hemos
aprobado más de una docena de resoluciones en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Hemos enviado cientos de inspectores para supervisar el desarme de Iraq. Nuestra
buena fe no ha sido correspondida.
El régimen iraquí ha utilizado la diplomacia como una estrategia para ganar
tiempo y para sacar ventajas. Ha desafiado de forma consistente las resoluciones
que le exigen un desarme total. Durante años, los inspectores de armas han sido
amenazados por funcionarios iraquíes, han sido espiados electrónicamente y han
sido sistemáticamente engañados. Los esfuerzos pacíficos para desarmar al
régimen iraquí han fracasado una y otra vez, porque no estamos hablando con
gente pacífica.
Información de inteligencia recopilada por este y otros gobiernos no dejan dudas
de que el régimen de Iraq continúa teniendo y escondiendo algunas de las armas
más peligrosas jamás desarrolladas. Este régimen ya ha utilizado armas de
destrucción masiva contra sus vecinos y contra su propio pueblo. El régimen
tiene un historial de agresiones irresponsables en Oriente Medio, tiene un
profundo odio hacia Estados Unidos y a nuestros amigos, ha ayudado, entrenado y
albergado a terroristas, incluyendo a elementos de Al Qaeda.
El peligro es claro, con el uso de armas químicas, biológicas o algún día
nucleares, obtenidas con ayuda de Iraq, los terroristas pueden cumplir con su
anhelo de matar a miles, a cientos de miles de personas en nuestro país o en
otra parte del mundo. Estados Unidos y otras naciones no han hecho nada para
merecer o para provocar esta amenaza, pero haremos todo lo posible para
derrotarla. En lugar de dejarnos llevar por la tragedia, vamos a trazar un rumbo
hacia la seguridad, antes de que llegue el día del terror, antes de que sea
demasiado tarde para actuar este peligro va a ser eliminado. Los Estados Unidos
de América tienen la autoridad soberana para utilizar la fuerza para defender
sus intereses y su seguridad nacional y a mí me corresponde como comandante en
jefe, por el juramento que hice, por el juramento que voy a honrar, el
corresponder.
Reconociendo una amenaza para el país, el Congreso aprobó de una forma
abrumadora el año pasado el posible uso de la fuerza en el caso de Iraq. Nuestro
país ha tratado de trabajar con las Naciones Unidas para eliminar esta amenaza,
porque queríamos resolver este asunto de una manera pacífica; creemos en la
misión de la ONU. Una de las razones por las que la ONU se fundó después de la
Segunda Guerra Mundial fue para confrontar a dictadores agresivos de forma
activa antes de que estos puedan atacar a los inocentes y destruir la paz. En el
caso de Iraq, el Consejo de Seguridad actuó a comienzos de los años 90 bajo las
resoluciones 687 y 678, ambas aún en efecto.
Estados Unidos y sus aliados han sido autorizados para utilizar la fuerza para
despojar a Iraq de sus armas de destrucción masiva. No es un problema de
autoridad, es un problema de voluntad. En septiembre pasado fui a la asamblea
general de la ONU e insté a las naciones del mundo para que se unieran para
deshacernos de esta amenaza. El 8 de noviembre el Consejo de Seguridad aprobó
por unanimidad la resolución 1.441, declarando que Iraq violaba sus obligaciones
y prometiendo que habría graves consecuencias si no se desarmaba totalmente y de
inmediato.
Ninguna nación puede decir que Iraq se ha desarmado y no se va a desarmar en
tanto y cuanto Saddam Hussein continúe en el poder. En los últimos cuatro meses
y medio Estados Unidos y sus aliados han trabajo en el seno del Consejo de
Seguridad para hacer que se cumplan las demandas del Consejo. Sin embargo,
algunos miembros permanentes del Consejo de Seguridad anunciaron públicamente
que vetarían cualquier resolución que pudiera obligar al desarme de Iraq. Ellos
comparten nuestra percepción del peligro, pero no nuestra determinación para
encararlo. Otras naciones, no obstante, tienen esta determinación y la fortaleza
necesaria para actuar frente a esta amenaza. Hay una fuerte coalición para
afrontar esta amenaza.
El Consejo de Seguridad de la ONU no ha desempeñado su responsabilidades, así
que nosotros vamos a responder a las nuestras. En días pasados, algunos
gobiernos de Oriente Medio han enviado en privado mensajes instando al dictador
a salir de Iraq para que el desarme se pueda llevar a cabo de manera pacífica.
Hasta la fecha, él se ha negado.
Tras décadas de engaños y crueldad, esto ha llegado a su fin. Saddan Hussein y
sus hijos deben salir de Iraq en 48 horas. Su negativa a hacerlo, originará un
conflicto militar que comenzará cuando nosotros lo determinemos. Por su
seguridad los extranjeros, incluyendo periodistas e inspectores, deben salir de
Iraq de inmediato. Muchos iraquíes me pueden escuchar esta noche en una
retransmisión de radio con traducción y para ellos tengo un mensaje: si debemos
iniciar una campaña militar estará dirigida contra los hombres que han
secuestrado a su país, y no contra ustedes.
A medida que nuestra coalición actúe, les llevaremos los alimentos y las
medicinas que necesitan, Vamos a deshacer la maquinaria del terror y les
ayudaremos a reconstruir un nuevo Iraq, próspero y libre. En un Iraq libre no
habrá más guerras de agresión contra sus vecinos, no habrán más fábricas de
veneno, no habrá más ejecuciones de disidentes, no más cámaras de tortura, y
cuartos de violación. Los tiranos se habrán ido, los días de su liberación se
acercan.
Es muy tarde para que Saddam Hussein se quede en el poder, pero no es muy tarde
para que las Fuerzas Armadas de Iraq actúen con honor y defiendan su país,
permitiendo la entrada pacífica de las fuerzas de la coalición para permitir la
destrucción de armas de destrucción masiva. Nuestras fuerzas le darán a las
unidades militares de Iraq instrucciones claras sobre lo que pueden hacer para
evitar ser atacadas y destruidas. Insto a todos los miembros de las Fuerzas
Armadas de Iraq y a sus servicios de inteligencia a los siguiente: si llegamos a
la guerra, no traten de luchar por un régimen moribundo, no vale la pena que
arriesguen sus vidas.
Todos los soldados y civiles de Iraq deben prestar atención a esta otra
advertencia: en cualquier conflicto, su suerte dependerá de sus acciones. No
destruyan pozos petrolíferos, una fuente de riqueza que le pertenece al pueblo
de Iraq. No obedezcan orden alguna relativa al uso de armas de destrucción
masiva contra nadie, ni siquiera contra el pueblo de Iraq. Los crímenes de
guerra y los criminales de guerra serán castigados y no habrá defensa si se
alega obediencia debida.
Si Saddam Hussein opta por la confrontación, el pueblo estadounidense debe saber
que se han adoptado todas las medidas para evitar la guerra y se tomarán todas
las medidas para ganarla. EE.UU. conoce el costo del conflicto porque lo hemos
pagado en el pasado. La guerra es incierta, lo único cierto es el sacrificio,
pero la única manera de eliminar el horror y la duración de la guerra pasa por
aplicar todo el poderío de nuestras Fuerzas Armadas y estamos preparados para
hacerlo.
Si Saddam Hussein trata de aferrarse al poder, seguirá siendo un enemigo mortal
hasta el final. En su desesperación, él y grupos terroristas pueden tratar de
realizar atentados contra los estadounidenses y nuestros aliados. No se trata de
ataques inevitables: son posibles. Este solo dato subraya el hecho de que no
podemos vivir bajo la amenaza de un chantaje. La amenaza terrorista contra
EE.UU. y el mundo disminuirá en el momento mismo en que Saddam Hussein sea
desarmado. Nuestro Gobierno está en alerta frente a estos peligros, tal como
estamos preparados para asegurar la victoria en Iraq.
También estamos tomando medidas para proteger el país. Hace unos días, las
autoridades han expulsado a algunos individuos vinculados a los servicios de
inteligencia de Iraq. Entre otras medidas, he ordenado refuerzos de la seguridad
de los aeropuertos, se han incrementado las patrullas de la vigilancia costera
en los principales puertos del país.
El Departamento de Seguridad Interna está trabajado, junto a los gobernadores,
para aumentar la seguridad en lugares estratégicos del país. Si nuestros
enemigos nos atacaran, tratarían de desviar la atención provocando pánico y
debilitar nuestra moral con el terror, pero en esto van a fracasar. Ningún acto
de ellos va a alterar el resultado de este conflicto. Somos un pueblo pacífico
pero no somos un pueblo débil y no nos vamos a dejar intimidar por asesinos y
matones.
Si nuestros enemigos se atreven a atacarnos, ellos y quienes les ayuden se
enfrentan a consecuencias atroces. Estamos actuando porque los peligros de no
actuar serían mucho mayores. En un año, o en cinco, el poder de Iraq para causar
daño a las naciones libres se habrá multiplicado muchas veces. Con estas
capacidades, Saddam Hussein y sus aliados terroristas pueden elegir el momento y
provocar un conflicto cuando se sientan más fuertes y hay que afrontar esa
amenaza hoy cuando está naciendo, antes de que aparezca de golpe en nuestras
ciudades y nuestros cielos. La causa de la paz exige que las naciones libres
reconozcan esas realidades innegables.
En el siglo XX algunos decidieron apaciguar a algunos dictadores, permitiendo
que sus amenazas se convirtieran en genocidios y guerras globales. En este siglo
cuando hay peligro de ataques biológicos o químicos, tenemos que hacer frente a
amanezas nunca antes vistas. Los terroristas y los estados terroristas no
revelan estas amenazas de forma clara o con declaraciones formales y responder a
estos enemigos después que nos ataquen, no es defensa propia es un suicidio.
La seguridad del mundo exige el desarme de Saddam Hussein ahora. A medida que
hacemos que se cumplan las justas demandas del mundo, también honraremos los
compromisos más profundos de nuestro país. A diferencia de Saddam Hussein,
nosotros pensamos que el pueblo de Iraq se merece y es capaz de vivir en
libertad y cuando el dictador se haya ido podrá sentar un ejemplo en todo
Oriente Medio de una nacion viable y pacífica y de autogobierno. Estados Unidos
colaborará para incrementar la seguridad en la región.
Nuestro objetivo no se va a lograr de un día para otro, pero se puede lograr. El
poder y el encanto de la libertad humana se siente en todas las tierras y el
mayor de los poderes de la libertad es superar el odio y la violencia y
convertir la capacidad creativa de hombres y mujeres y ponerla al servicio de la
paz. Ese es el futuro por el que estamos optando. Las naciones libres tienen la
responsabilidad de defender a sus pueblos, uniéndose contra los violentos. Y
esta noche, como lo hemos hecho antes, Estados Unidos y sus aliados están
aceptando esta responsabilidad. Buenas noches y que Dios siga bendiciendo a los
Estados Unidos de América.