LA MEJOR OPORTUNIDAD PARA LA PAZ
Artículo de JIMMY CARTER en “La Vanguardia” del 06.11.2003
A pesar de que ha recibido poca atención en los medios de comunicación
estadounidenses, está a punto de presentarse un detallado acuerdo sobre Oriente
Medio que prepara el terreno para la mejor y quizá la última oportunidad de la
paz en la región.
El plan es una alternativa a la “hoja de ruta” del Cuarteto elaborada por
Estados Unidos, la Unión Europea, las Naciones Unidas y Rusia. También dicho
plan ofreció unas alentadoras perspectivas de paz, pero incluso su primera fase
básica se vio sustancialmente rechazada. Los obstáculos clave han sido la
insistencia de Israel en colonizar Gaza y las zonas más alejadas de Cisjordania,
así como la insistencia de los palestinos en la retirada de todos los
asentamientos israelíes, una vuelta a la frontera anterior a 1967 y el derecho
al retorno ilimitado de los refugiados que abandonaron sus tierras entre las
guerras de 1948 y 1967.
El plan del Cuarteto es hoy una vía muerta. En cambio, no cesan los violentos
ataques de los grupos terroristas palestinos y las cada vez más duras
represalias de Israel. Con la aparente conformidad del Gobierno de Bush, el
primer ministro israelí, Ariel Sharon, ha anunciado hace poco la construcción de
nuevos asentamientos y que el muro de separación israelí se adentrará aún más en
territorio palestino.
Lo peor que puede hacer Estados Unidos por los israelíes partidarios de la paz
es apoyar tales políticas. Tampoco cabe duda alguna de que la evidente falta de
voluntad real de solucionar el problema palestino es la principal fuente de
sentimiento antiestadounidense en toda la región de Oriente Medio y un
importante acicate para la actividad terrorista.
Durante más de dos años, un grupo de israelíes y palestinos –muchos de los
cuales desempeñaron papeles clave en las anteriores conversaciones de paz
auspiciadas por el presidente Clinton en Camp David, y más tarde en Taba
(Egipto)– ha celebrado largas y tediosas negociaciones. Trabajando sin apoyo
gubernamental, ambos bandos han hecho concesiones constructivas sin contradecir
las ideas de los acuerdos de Oslo de 1993, las propuestas de Clinton y la “hoja
de ruta” del Cuarteto.
Su labor no puede ocupar el lugar de la actuación gubernamental oficial; sin
embargo, presenta una imagen clara de un acuerdo de paz general y definitivo
capaz de aportar una conclusión pacífica al terrible conflicto de Oriente Medio.
El resultado final de este esfuerzo heroico se dará a conocer dentro de poco en
Ginebra.
El plan propone una solución con dos Estados. Fijaría los aspectos más críticos
del conflicto, incluidos unos límites fronterizos precisos, los asentamientos
israelíes, el final de la excesiva ocupación de tierras palestinas, el futuro de
Jerusalén y sus santos lugares, así como la muy espinosa cuestión de los
refugiados palestinos.
El plan propuesto permite que más de la mitad de los colonos israelíes se queden
de forma permanente en Cisjordania, limita estrictamente el regreso de los
refugiados palestinos y contempla un Estado palestino contiguo en Cisjordania
conectado con Gaza por una autopista segura. La muy urbanizada tierra palestina
situada junto a Jerusalén y hoy ocupada por colonos israelíes sería
intercambiada por extensiones similares de tierras israelíes situadas en zonas
más alejadas y deshabitadas. Las imágenes por satélite han permitido definir una
frontera hasta el nivel de las viviendas individuales. Se garantizará el acceso
sin restricciones a los santos lugares de Jerusalén Este por rutas específicas.
Habrá inevitablemente modificaciones a esta importantísima propuesta. Con apoyo
pleno de Washington, las negociaciones complementarias podrían alcanzar por fin
el objetivo de una paz global entre Israel y sus vecinos.
Es de suponer –como ya ha prometido el príncipe Abdalá de Arabia Saudí– que
semejante acuerdo fomentará el reconocimiento por parte de los países árabes de
los derechos de Israel a vivir en paz y emprender acciones que impidan nuevas
acciones violentas de grupos palestinos radicales. Semejante compromiso debería
ser el prerrequisito de un acuerdo definitivo.
La actual estrategia estadounidense-israelí tiene que cambiar. Exigir el final
de todo terrorismo antes de las negociaciones finales sólo garantiza que éstas
nunca se produzcan. Los grupos extremistas, como Hamas, no desean un acuerdo
negociado y se encuentran fuera del control de la Autoridad Nacional Palestina.
Los enfoques graduales y poco entusiastas permiten que los actos violentos
cometidos por cualquiera de los dos bandos subviertan el proceso de paz.
Los movimientos reales hacia la paz exigen que los dirigentes emprendan acciones
atrevidas. Y esta iniciativa puede proporcionar una orientación indispensable.
No es probable que vayamos a ver una base más prometedora para la paz.
JIMMY CARTER, ex presidente de Estados Unidos, preside el
Centro Carter de Atlanta, una entidad no gubernamental que trabaja en favor de
la paz y la salud en todo el mundo
Traducción:
Juan Gabriel López Guix