EL TREMENDISMO DEL PP ESPANTA AL VOTANTE DE CENTRO Y MOTIVA A LA CLIENTELA TIBIA DEL PSOE
Artículo de Antonio Casado en “El Confidencial.com” del 08/03/2004.
Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
“¿Quién va a ganar las elecciones”,
pregunto a un veterano dirigente socialista aparcado en la sombra desde la
llegada de Zapatero a la secretaría general. “Ni idea, pero yo tengo puesto un
enorme cirio para que no gane el PP y una vela chiquitita para que gane el
PSOE”, dice.
Al tratar de descifrar su original recurso expresivo se tropieza de nuevo con un
fenómeno de obstinada aparición en todos los sondeos: los españoles prefieren
una victoria del PSOE pero creen que ganará de calle el PP. La diferencia entre
la voluntad de cambio y la percepción de victoria `popular´ se dispara a favor
de la segunda de esas magnitudes.
Según los expertos en prospectiva electoral, la paradoja se nutre del rechazo al
estilo bronco del PP en la gran bolsa de indecisos formada por sus votantes más
templados y el sector de votantes socialistas que se abstuvo en el 2000 y aún no
ve un líder sólido en Zapatero.
Hacia esos dos yacimientos -voto centrista del PP y voto socialista desmotivado-
está orientando sus mensajes Rodríguez Zapatero, mientras que Mariano Rajoy,
influido por Moncloa, prefiere “asegurar” su clientela natural, la más propensa
a ver en los socialistas los nuevos precursores de una España roja, rota y
“pancartera”. Enfrente el PP, como única alternativa al caos y la ruina del
sistema.
El diseño es de Aznar, al que poco debe importarle ya su mayor o menor acierto
puesto que eso irá a la cuenta de otro. Al final se impusieron sus tesis. Golpe
de timón sobre la marcha aceptado a regañadientes por Génova.
No quería Rajoy este tipo de campaña. Siempre dijo que bastaba con presentar en
positivo el balance de los ocho años del Gobierno Aznar para revalidar una
victoria sobrada porque los excesos “movilizan a los nuestros, pero también
movilizan a los suyos”. En esa clave han de interpretarse las últimas encuestas,
que dan por perdida la mayoría absoluta al PP.
Si tenemos en cuenta que hasta un millón y medio de votantes socialistas se
quedaron en casa en el 2000 (con una campaña del PP más apacible que la del 96,
con resultados a la vista), se entenderá que el PSOE acorte distancias aunque
sólo sea por rechazo al tremendismo de los mensajes electorales de Aznar y
Rajoy, que renuncian a captar votos entre los sectores más templados de la
sociedad.