AGUA QUE NO HAS DE BEBER
Artículo de Amando de Miguel en “La Razón” del 27/06/2004
Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
Déjala correr. Se entiende, déjala correr para
que otros puedan beberla. El trasvase del Ebro fue la ambiciosa propuesta
socialista de los años 30, paralela al grandioso plan del valle del Tennessee,
promovido por F. D. Roosevelt. En ambos casos se trata de aprovechar al máximo
la energía más barata (la gravedad) y distribuir un bien escaso y valioso, que
es el agua. El trasvase del Ebro ha tardado en ponerse en marcha tres cuartos de
siglo. Antes quizá no se podía haber hecho porque la tecnología no estaba a
punto. No es rentable abrir túneles a mano. Pero hoy se encuentra disponible la
tecnología para esas grandiosas obras. Sin embargo, el trasvase del Ebro se
acaba de parar por decreto. Algún día se verá que esa decisión retrógrada va a
detener el desarrollo español unos cuantos decenios. Protesto por ese decretazo
reaccionario en nombre del progreso. Mi opinión la mueve el sentido común, no el
interés de haber nacido en un territorio. No hay que ser levantino (desde
Almería a Castellón) para comprender el daño que puede hacer a todos los
españoles la paralización del trasvase del Ebro. Es más, el plan socialista de
Lorenzo Pardo en la época de Indalecio Prieto preveía más trasvase entre otras
cuencas. Alguna vez se harán, puede que con el centenario.
Es de sentido común que lo más barato es llevar el agua desde el Ebro hasta
Almería por una serie de embalses, túneles, sifones y acueductos. Se entiende,
el agua del Ebro sobrante y naturalmente al precio que corresponda para
amortizar las obras del trasvase. En su lugar, la idea de dejar que el agua
sobrante vaya al mar, para luego desalarla y volverla a subir es un gigantesco
disparate. La construcción de la veintena de desaladoras a lo largo de la costa
mediterránea va a ser un inmenso negocio para las empresas que las monten,
seguramente norteamericanas. Por lo demás, esa construcción va a contaminar el
ambiente, va a contener el turismo, va a estropear el perfil de las
urbanizaciones costeras. Es tanta la energía que se necesita para esa operación
que al final el agua va a salir mucho más cara de lo que se piensa. La idea de
poner un precio mucho más alto para el turismo (viviendas, campos de golf) que
para la agricultura es sencillamente monstruosa.
¿Por qué un Gobierno socialista anula el viejo proyecto socialista del
trasvase? Simplemente por quitar la razón a lo que hizo el Gobierno anterior. Es
una decisión doctrinaria, resentida. De esa forma el Gobierno actual satisface a
sus aliados de la izquierda, republicanos o comunistas. Pero ese halago lo vamos
a pagar con creces todos los españoles. Francamente, a muchos nos gustaría que
el Gobierno actual fuera auténticamente socialista y que mirara por el progreso
de todos los españoles. Ése fue el talante patriótico de Lorenzo Pardo.