OPORTUNIDAD PERDIDA PARA ZAPATERO
Editorial de “Expansión “ del 1-7-03
Rodríguez Zapatero cayó en la tentación de centrar buena parte del Debate sobre el estado de la Nación en los problemas de corrupción que asolan la vida política del país.
El dirigente socialista destapó la caja de los truenos e
intentó que el escándalo de Madrid salpicara no sólo al PP –como hiciera
Simancas el pasado viernes– sino también al propio presidente del Gobierno, a
quien acusó de estar al tanto de una conspiración inmobiliaria ligada a la
crisis institucional. Incluso le recordó un antiguo caso de corrupción durante
su presidencia en Castilla y León.
Se lo puso en bandeja a Aznar, quien arrinconó al líder socialista en un terreno
escabroso al recordarle los problemas de corrupción sufridos por el partido en
los últimos años –hasta Filesa y la Guardia Civil salieron a relucir–, las
graves discrepancias internas y la falta de cohesión programática e ideológica
que están resquebrajando el proyecto nacional socialista y su liderazgo.
Al final, el toma y daca de ambos líderes parlamentarios ensombreció el debate
de las ideas, apenas alimentado por las propuestas para regenerar la vida
política. Zapatero mantuvo un discurso enérgico, no se amilanó ante la
contundencia de los ataques del más experimentado Aznar y aprovechó con cierta
habilidad los errores gubernamentales y catástrofes del último año como para que
el resultado estético de la batalla dialéctica entre ambos líderes fuera en
momentos relativamente equilibrado; aunque, al final, la sesión resultó un
trámite sin demasiadas complicaciones para Aznar, cuya intervención tuvo mucho
de balance de los últimos siete años con cierto sabor a despedida.
A Zapatero hay que reprocharle una vez más eludir planteamientos constructivos y
desaprovechar una oportunidad de oro para empezar a edificar una alternativa
sólida de Gobierno.
El líder socialista volvió a practicar la estrategia del calamar sobre los
desórdenes internos del PSOE, llegando incluso a achacarlos a arteras maniobras
del PP. Ése no es el buen camino, ni para los socialistas ni para la
construcción de una sólida alternativa al PP.
Zapatero debe recuperar el tiempo perdido y empezar a poner orden en su propia
casa, porque las carencias exhibidas ayer son habituales en los últimos tiempos:
falta de ideas y de proyectos concretos.