LA PAYASADA DE ETA
Artículo de Iñaki Ezkerra en “La Razón” del 20/02/2004
Desde el miércoles uno ya sabe que hay algo peor que vivir amenazado por ETA:
que ETA te perdone la vida. ¿Cómo se vive con ese obsceno y triste privilegio,
con esa afrenta grotesca?
Uno reconoce que ha tardado mucho tiempo en abordar en sus artículos el tema
catalán y que, cuando se ha decidido por fin a ello, lo ha hecho con el temor a
no ser comprendido en Cataluña, con la certeza de que incluso algunos de sus
propios amigos catalanes, los que hizo en su día y ha conservado hasta hoy
durante años, se sentirían heridos por las críticas que uno pudiera hacer a ese
totalitarismo «incruento» que allí han hecho crecer o dejado crecer, consciente
o inconscientemente, las gentes de CiU, ERC, PSC y el propio PP por omisión. Sin
embargo, al conocer el comunicado de ETA, esa gran payasada que ha leído por la
televisión un tipejo ataviado con una capucha y una chapela ¬le faltaba ponerse
la barretina encima de ambas¬, uno lo primero que ha pensado es que eso sí que
es un insulto que debe ofender a los catalanes. Eso es arrojar literalmente un
escupitajo sobre Cataluña, su bandera y su ciudadanía. Y lo es precisamente por
lo que ese comunicado tiene no ya sólo de ominoso sino también de rimbombante y
de ridículo con esas impagables alusiones al «respeto», la «no injerencia» y la
«solidaridad» con el «oprimido pueblo catalán», con esa risible coletilla de «un
saludo revolucionario»
Un comunicado semejante no debería requerir el menor comentario ni siquiera
de los políticos que representan a una sociedad si esos políticos hubieran
dejado antes bien clara la línea que los separa a ellos y a su sociedad de ese
comunicado. Si hoy los políticos catalanes tienen que pronunciarse sobre lo que
ha dicho una pareja de payasos a los que sólo les faltaban las narizotas rojas
sobre las capuchas es porque ha habido un Carod-Rovira que se ha citado con
ellos y ha convertido la política catalana en una pista de circo. Si hoy
Maragall tiene que aclarar públicamente su posición es porque ha pactado con
Carod-Rovira. Si Zapatero también tiene que hacer crítica literaria del
magistral texto de ETA es porque tiene en su partido a Maragall y así
sucesivamente. Quien se acuesta con terroristas se levanta implicado legalmente,
políticamente o moralmente, o las tres cosas a un tiempo. Y quienes, como
Maragall y Zapatero, pactan con quien padece una rara afición a esa clase de
citas tan ilícitas como chuscas tiene que andar luego explicándose y haciendo
hilarantes piruetas circenses como la de atribuir la responsabilidad de sus
resbalones al PP, que es una manera de resbalar de nuevo.
ETA convertida en estrella mediática en el momento más difícil de su historia
y gracias a que otro gran payaso, un tal Carod-Rovira, les ha ofrecido el
impensable plató de la propia Generalitat catalana para que hagan su viejo y
entrañable numerito del capuchón y la boina, la serpiente y el hacha Con este
fabuloso tele-salto que ETA ha dado al plató catalán ha ocurrido como con esos
contertulios chillones de los «reality shows» que van siendo contratados por
todas la televisiones autonómicas para calentar artificialmente los debates
sobre la violencia de género o la homosexualidad, ese tipo de gente que en una
tele andaluza dice hoy que las mujeres son inferiores y mañana, en una tele
gallega, que los gays son unos enfermos.
Para sacar algún provecho político de toda esta crisis que ha desatado el
affaire Carod-Rovira, Pujol se quejaba hace unos días de manera hipócrita de la
«mala imagen que se estaba dando de la Generalitat». Desde que oí ese lamento de
Pujol no me he podido quitar de la cabeza la frase que se le atribuye a
Telesforo Monzón cuando era consejero de Interior del primer Gobierno vasco ¬el
presidido por Aguirre a comienzos de la Guerra Civil¬ y cuando se produjo uno de
los asaltos a las cárceles para fusilar a los presos a los que se identificaba
con el bando de Franco. Se cuenta que ante la cifra de asesinatos Monzón sólo se
dignó a comentar: «¿Qué dirá Inglaterra!»
Ante un responsable del Govern que se reúne con ETA para hablar de no se sabe
qué, a Pujol no se le ocurría otra cosa que preocuparse mucho por «la imagen de
la Generalitat» como si el problema fuera de formas y no de contenidos, como si
se tratara de una cuestión gráfica y no ética. Si le preocupaba tanto la imagen
de esa institución Pujol podía haber tomado medidas, durante los años en los que
la presidió, para no ir esparciendo los polvos políticos que han traído estos
lodos icónicos. Se recoge lo que se siembra. Si durante un cuarto de siglo se
alecciona en las escuelas a la juventud en el odio a España y se les enseña que
los catalanes son las víctimas, como los vascos, de dos Estados opresores; si no
se les habla de las únicas y verdaderas víctimas que hay aquí y que son las de
ETA; si se firma una Declaración de Barcelona con un PNV que pactó con esa banda
terrorista en Lizarra; si se predica que hay que dialogar con dicha banda y que
la culpa de todo lo que ocurre la tiene el Gobierno porque rechaza ese diálogo
que fue sacralizado en la manifestación por el asesinato de Lluch con la
consigna de «dialoga con tu asesino»; si se llama fascista al que no hace suya
esa consigna, ¿a qué viene extrañarse de que Carod-Rovira quede con Ternera en
cuanto llega al poder?
Maragall tiene que romper su pacto con Esquerra y CiU su Declaración de
Barcelona no ya por interés electoral sino por imperativo moral. ¿Qué papelón
hará la sociedad que los vota ante el próximo atentado de ETA? ¿Una vez más
tendrá que ser un atentado el que devuelva la sensatez al debate político y
ponga a todos en su sitio? Hay algo peor que ser amenazado por ETA. Que ETA te
respete y que te ponga cariñosamente su narizota roja de payaso sobre el rostro.
Cataluña no se merece esa humillación. Mi solidaridad con todos los perdonados.