LOS 5.000 DE BARCELONA

 

 Artículo de Iñaki Ezkerra   en “La Razón” del 02/03/2004

 

Lo tenían todo a su servicio: los aparatos de sus partidos, las instituciones catalanas, la adhesión del nacionalismo vasco y las instituciones que éste a su vez mangonea en Euskadi, el apoyo gratuito de todos los altavoces mediáticos autonómicos y nacionales Y, sin embargo, no reunieron en la Plaza de Sant Jaume a más de 5.000 personas si damos por buena esa cifra que los medios de comunicación les concedieron con una caridad y unanimidad sin precedentes. Hablo, naturalmente, de Maragall y Rovira y de la fallida concentración del jueves. Ellos ahora temen que de ese histórico fracaso se haga una lectura favorecedora para el PP. No seré yo quien la haga porque sería injusta y el PP de Cataluña no se la merece. Lo que demostró ese batacazo no es que la sociedad catalana se muera por los huesos de Piqué sino que adolece de una espectacular ausencia de liderazgo. ¿Qué ha pasado para que el millón de ciudadanos que se manifestaron tras el asesinato de Lluch, y que -según interpretó en su día Maragall- pedían el diálogo con ETA, se reduzca a cinco millares ahora que ETA premia esa clase de interpretaciones? Pues pasa que tanto la interpretación de ETA como la de Maragall son erróneas. Pasa, sí, que ni ETA ni Maragall ni Rovira son hoy ni sus líderes ni sus intérpretes.
   Hablar de ausencia de liderazgo en Cataluña es hablar de una evidente falta de sintonía de los dos partidos mayoritarios que representan a esa sociedad con sus electorados. La lectura menos interesada nos lleva a la conclusión de que quienes han votado al PSC y a CiU no respondieron a la llamada del jueves porque no se sentían interpretados correctamente por sus líderes en lo referente al comunicado de ETA. Pensando bien de ese electorado habrá que entender que fue la presencia de Rovira en el acto la que no les motivó para acudir a éste y no la lluvia ni la indiferencia ante el insulto-indulto de la banda terrorista. Otra cosa es el electorado de ERC, que ha crecido -según los sondeos- gracias a la cita de Rovira en Perpiñán precisamente. Ahí sí que no cabe otra lectura de la ausencia en la concentración que la mera indiferencia en lo que se refiere al comunicado cuando no la identificación con el contenido de aquel y la discrepancia con el gesto de disimulo de Rovira. No vieron siquiera necesario seguir a éste para hacer el paripé, es decir que rehusaron su convocatoria no por rechazo a él sino por fidelidad al «programa» que vende como señuelo electoral.
   Cataluña necesita líderes pero ese vacío no lo va a llenar Piqué distanciándose de un acto contra ETA convocado por la AVT como el que luego tendría lugar el viernes porque «si no había ido a la concentración del jueves debía ser consecuente y no acudir tampoco a esa otra cita». Piqué, en fin, no fue a oír a Irene Villa por la misma razón por la que no fue a colocarse junto a Rovira. Me limitaré a desearle por su bien que no actúe con ese mismo criterio el electorado catalán el 14 de marzo.