DOCE INTELECTUALES
Artículo de Iñaki Ezkerra en “La Razón” del 08.05.2003
No sabemos disfrutar las
buenas noticias ni dar las gracias a quienes dan lugar a ellas. Una vez que
saltan a los medios de comunicación y se convierten en tales se impone de un
modo vertiginoso su precaria facticidad como una vieja y sólida costumbre.
Parece que desde siempre supiéramos que debía ser así y que no podía ser de otra
forma, aunque haya veces en que esa noticia sea excepcional y no sólo podía no
haberse producido perfectamente sino que lo más normal es que no se produjera
nunca. Estoy pensando en ese manifiesto firmado por doce intelectuales de Europa
y América en el que denuncian la impunidad moral que propician en el País Vasco
las instituciones nacionalistas y la jerarquía católica vasca.
No saben quienes lo han firmado lo importante que es un paso como éste para
las personas que vivimos amenazadas en el País Vasco. No saben lo importante que
es para ensanchar un poco los estrechos márgenes de libertad no sólo en el País
Vasco sino en los propios medios de comunicación nacionales. No saben lo que ha
costado que se vaya instaurando como un hecho indiscutible ese propiciamiento de
la impunidad moral en el que trabajan y perseveran con demencial entusiasmo
tanto el nacionalismo institucional como la Iglesia oficial en Euskadi. Y
todavía, aunque se sabe ¬aunque Arzallus dice que el PP va a pagar caro la
ilegalización de AuB en un lugar donde el precio por llevar la contraria al
nacionalismo es muchas veces el asesinato¬ se sigue imponiendo a menudo el
discurso políticamente correcto y se sigue hablando de «nacionalismo
democrático». Todavía sigue incomodando la denuncia de un clero que compara la
violencia de ETA con la tímida actuación del Estado de Derecho para frenar a ETA
y que ha dejado solos a los pocos sacerdotes que se han puesto del lado de las
víctimas y que hoy tienen que moverse escoltados.
Para hacer esa denuncia se tuvo que esperar a la campaña del 13-M de 2001. Y
para recuperar simplemente el tono de denuncia de aquel discurso ha habido que
esperar a que ETA volviera a asesinar. Y en cuanto pasa una semana sin crímenes
vuelve a olvidarse la verdadera gravedad de una oposición no ya política sino
social y cultural al nacionalismo que tiene que ir protegida por las calles de
ese rincón europeo. No saben los firmantes de ese manifiesto lo importante que
es que a partir de hoy se pueda avalar esa denuncia con el comentario de «si lo
han dicho hasta Vargas Llosa y Arrabal y Vattimo...». Porque con la censura de
lo que pensamos pasa como con las noticias que no se dan. Una vez que esa
censura se rompe parece que la verdad que proclaman era evidente. Pero, si no se
rompe, empieza a dudar de esa verdad hasta la víctima censurada.