EL DECAPITADO
Artículo de David Gistau en “La Razón” del 21/06/2004
Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
Otro crimen pavoroso del Islam, que ha vuelto a
decapitar a un civil occidental ¬a uno de los nuestros¬, maniatado e indefenso.
Sin embargo, no esperen ustedes que, en los próximos días, los progres del
antiamericanismo conviertan ese horror en motivo de indignación, intelectual o
sentimental: si un soldado americano se saltara un semáforo en rojo o le pisara
la cola a un gato o se colara en la cola del cine, el progre del
antiamericanismo, al grito de «¿Holocausto!», se movilizaría indignado y
derrocharía columnas de denuncia como jamás lo ha hecho cuando su «buen salvaje»
islámico ¬su pretexto actual para el antiamericanismo¬ ha cometido un error
antropófago contra un civil maniatado. Este último decapitado, por ejemplo, que
eso mismo lo hace un gringo y jodó con la que se monta.
Es comprensible la indecencia moral del progre, que con tal de alimentar su
antiamericanismo patológico es capaz de no ver crímenes horrorosos, siempre que
nos los cometa un gringo: para sancionar al gringo, en cambio, siempre están de
guardia. Al fin y al cabo, esa misma trampa moral nos la tendieron durante toda
la Guerra Fría, cuando el progre del antiamericanismo, con tal de serlo, fingía
no enterarse de la Primavera de Praga, ni del gulag, ni de los 65 millones de
muertos a manos del totalitarismo rojo. Todavía hoy, a pesar de los esfuerzos
revisionistas de inteligencias como la de Martin Amis, les cuesta aceptarlo para
que no se desarme su castillo de naipes intelectual. Sin embargo, en lo que uno
compadece al antiamericano patológico de la actualidad es en que necesite, como
pretexto moral en el que sustentar su obsesión, salvar moral e intelectualmente
al decapitador islámico.
Quien no sólo es un asesino brutal, sino que además proyecta para el porvenir
una forma de vida ¬el califato universal regido por la «sharia»¬ en la que ya
quisera yo ver, sometido, al progre del antiamericanismo: lo que iba a tardar
¬como cuando Hitler¬ en descolgar el teléfono para llamar él mismo al Séptimo de
Caballería, que no en vano lleva un siglo liberando de todo, salvo de sí mismo,
al progre del antiamericanismo, ése al que esta semana tampoco va a conmover un
horror sufrido por un civil culpable de ser gringo.