ZONA CATASTRÓFICA
Artículo de Carmen Gurruchaga en “La Razón” del 03.07.2003
Esta semana, tanto en el debate del estado de la Nación
como en el de la Comunidad de Madrid, previo a la convocatoria de elecciones,
hemos vuelto a asistir al deporte de disparar por disparar sin darle importancia
a la puntería. En las Cortes, y globalmente, como estamos en la era de la
globalidad, Rodríguez Zapatero ha hecho un discurso de ámbito global, tirando al
bulto en su intento de abatir la labor del Gobierno. El ataque ha consistido en
la declaración de España como siniestro total. Aquí el Gobierno Aznar ha hecho
las cosas tan rematadamente mal, que el vehículo en el que viaja la convivencia
y la economía españolas, tras múltiples y tremendas colisiones, ha quedado para
el desguace. No se salva ni una rueda, ni una bujía ni un tapacubos. El lunes,
en las Cortes, el señor Zapatero declaró a España zona catastrófica del
hemisferio occidental. Esto es Burundi.
¿Hombre!, no es para tanto. El equipo ejecutivo de la dirección socialista
podría medir con más cautela los discursos que preparan al jefe, y éste, aplicar
la moderación con que entró en la alta política para reconducir las palabras que
le preparan. A estas alturas, agitar fantasmas no cuela. Como no ha colado el
discurso desabrido de Ruth Porta en la Asamblea de Madrid, poniendo cara de
bruja o de malvada Cruela de Ville. Ese estilo de violento histrionismo está más
que trasnochado y tiene el peligro de ser castigado electoralmente por
desmesura. Allá ella. Zapatero y Porta intervinieron el mismo día en escenarios
distintos, pero no distantes, y coincidieron en la visión calamitosa ¬además de
en «desastres» varios¬-, en la gratuita y maligna acusación de que el PP atenta
contra la democracia. Es otra pieza de la cantinela de que el PP ha perpetrado
un golpe de Estado con los tránsfugas de Madrid. Esas falsas acusaciones,
producto de la alteración nerviosa tras las elecciones autonómicas, de sus
deserciones en la capital y con un futuro más bien oscuro, quieren atacar no ya
a las acciones de Gobierno, sino a la idiosincrasia del partido mayoritario
respecto al sistema. Y eso es grave. Como grave es que los dirigentes de un
partido con la solera del PSOE y el sentido del Estado que debieran tener,
acudan a tan infantil inculpación a falta de otros argumentos arrojadizos con
más enjundia y más elaborados. Aunque no hay cuidado: estando España y los
españoles en tan espantosa situación, en el próximo mes de marzo todo quedará
solucionado. Los ciudadanos votarán mayoritariamente a quienes les crean
salvadores de tanto estrago.
La imagen con la que arrancó como secretario general del PSOE Rodríguez
Zapatero no se identifica con la de los últimos tiempos y, ni mucho menos, con
el orador de esta semana en el Debate sobre el Estado de la Nación. Por su
estructura y maneras, parecía un político de pinceles para contornear detalles.
Últimamente ha utilizado la brocha gorda. O ni eso: el compresor del gotelé. Y
sabe y merece más.