MOZÁRABES
Artículo de Jon JUARISTI en “ABC” del 05/09/04
Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
LOS
catalanes son los judíos de la derecha. Los gallegos son los mahometanos de la
izquierda. Los andaluces son los hindúes del entresuelo y los extremeños se
tocan las narices, porque, al parecer, aquí sólo trabajan los preclaros y
laboriosos hijos de la Vilanova i la Geltrú. Con todo, la estulticia
nacionalista palidece ante la imbecilidad con rango ministerial que proclama
nuestra obligación (¿la de quién o quiénes?) de desarmar a los terroristas con
la fuerza de las ideas (¿qué ideas, si se puede saber?). Medio centenar de
pervertidos desnudan, deshidratan y asesinan a una muchedumbre de niños con sus
madres, y al baranda de la cosa exterior se le ocurre que necesitamos
reflexionar. Pues bien, he aquí mi reflexión, por si sirviera de algo: los
pederastas caucásicos de la escuela de Osetia pertenecen al mismo club deportivo
que voló los trenes madrileños el pasado 11 de marzo y ante el que la España
progresista se rindió en pleno tres días después. Si les sales ahora con lo de
la tregua olímpica, te harán, como mínimo, un corte de mangas. Y ni te digo cómo
se van a poner cuando les recomiendes que lean al Petit ridicule. Probablemente
ha llegado el momento de empezar a preocuparse. ¿Ideas? Repásense las expresadas
a propósito del 11 de septiembre de 2001 por alguna que otra de las actuales
directoras generales, turulata a causa de la luz del Cham.
COMO índice de la abundancia de ideas que abruma al partido guía, baste
considerar el expediente con el que han resuelto o así los socialistas de la
noble Euskadi su estreñimiento crónico. En efecto, ante la inminencia del debate
parlamentario sobre el plan Ibarreche, lo más astuto era encargar la réplica del
grupo a un nacionalista. Después de todo, ni a López ni a Eguiguren les pagan
por pensar. A Emilio Guevara, tampoco, pero lo hace por afición. Andaba buscando
desesperadamente un árbol del que colgarse y, a falta del roble ancestral de
Guernica, desde cuya copa fue precipitado al abismo, no está de sobra un soto de
alcornoques. Guevara no es un memo ni un advenedizo en la política vasca. Tuvo
además el suficiente coraje y acaso también el sentido de la oportunidad
necesario para solidarizarse con los movimientos cívicos como Basta ya! que sus
antiguos compinches execraban. Nunca ha dejado de subrayar su condición de
nacionalista, ni siquiera al comparecer estos días ante los medios como el autor
del plan de reforma estatutaria del PSE-Euskadiko Ezkerra. Lógicamente, el plan
en cuestión resulta tan nacionalista como el padre que lo paseó. De un
nacionalismo, evidentemente, más moderado que el de Ibarreche y compañía, pero
es que, junto a éste, cualquier otro parece leche merengada.
EL plan Guevara intenta recuperar el razonable gradualismo del nacionalismo
anterior al Pacto de Estella: es decir, una estrategia sigilosa de
desmantelamiento del Estado en la Comunidad Autónoma Vasca. La clave del éxito
de dicha estrategia estuvo siempre en la condescendencia de los partidos de la
oposición. La formación del frente nacionalista, como es sabido, irritó a éstos
y se acabó lo que gratis se daba. Sin embargo, un sector no desdeñable del PSE
y, desde luego, la mayoría de la dirección del PSOE no perdió nunca la esperanza
de volver a las andadas. El desaliento de los socialistas vascos al comprobar
que Ibarreche no se movía de sus posiciones tras el 14 de marzo explica su
actual contubernio con uno de los más acreditados michelines que lastraban,
según Arzalluz, la marcha del PNV hacia el esplendor de la independencia
nacional. Del plan Guevara, esperan López y los suyos, podría salir un acuerdo
con los nacionalistas para que éstos rebajen sus exigencias o, al menos, un
desplazamiento hacia el PSE del voto nacionalista más vacilante o asustadizo. Si
las cosas se tuercen, que es lo más probable, el partido de los socialistas
vascos despertará, como un Gregorio Samsa y Etxebarria, convertido en escarabajo
abertzale de baja intensidad. En cualquier caso, han vuelto ya a su añorada
condición de pitufos mozárabes en el emirato euscaldún. Felicidades.